Este jueves se cumplieron 41 años de la muerte del canónigo SALVADOR SEPTIÉN URIBE que se desempeñó como vicario general de la Diócesis y a quien los feligreses consideraron un santo y han solicitado al Vaticano su beatificación con numerosos testimonios sobre milagros atribuidos al ilustre sanjuanense que curaba enfermos y daba fertilidad a las mujeres. Lo recordamos con respeto.
Agua bendita para la capillita.