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POR: MARI CRUZ OCAMPO GUERRERO
La figura de motín se considera dentro de la categoría de crímenes políticos. Es violatoria de los derechos humanos ya que, junto con otras como el ultraje a la autoridad y el alterar la paz pública, se utilizan por las autoridades como medidas “legales” de represión política. Se han revisado ya por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en todos los casos se ha concedido el amparo por violación a derechos humanos y por violentar el principio de taxatividad de personas que han sido detenidas por insultar a la autoridad.
El aspecto jurídico es sin duda interesante (y lo podemos platicar con calma), pero es aun más interesante lo que el uso de este recurso nos muestra de nuestros gobernantes. Pancho Domínguez fue humillado en su 1er desfile del Día del Trabajo. Efectivamente le aventaron las gorras y las camisetas que les habían regalado a los trabajadores y que estos se negaron a usar; lo hicieron escapar corriendo hasta encerrarse en la Secretaría de Gobierno donde (y aquí imagino porque no me consta) ventiló su coraje a viva voz. El gobernador se sintió ultrajado, (que como dice el ministro Ramón y Cossio) quiere decir ofendido, humillado, despreciado, violentado, maltratado, dañado, abucheado, hasta manoseado. No olvidemos que nuestro gobernador es de mecha corta y que le gusta entrarle a los trancazos, como en aquella famosa ocasión en que se agarró a patadas en San Lázaro. Nada más que ahora cuenta con la fuerza del estado para dar salida a su disgusto. Y tal como les advirtió el 2 de mayo del 2016, “no se los voy a permitir”, Pancho ha decidido utilizar a la mal llamada fiscalía “autónoma” como aparato de represión política y aplicar el artículo 248 del código penal para cumplir su promesa. No importa que sus testigos sean policías (para eso les paga) ni que sus testimonios se contradigan; no importa que en los videos no salga ninguno de los líderes que él señaló (Gerónimo Sánchez, Pablo Héctor González Loyola Pérez, Luis Alberto Reyes); no importa que el secretario de gobierno no hubiera hecho su chamba de negociador y fuera él, con su omisión política, quien permitiera que Pancho quedara en ridículo; no importa que en su administración no vuelva a haber desfile del Día del Trabajo; no importa que se violenten derechos.
Nada de eso importa. Lo que importa es que Brozo, y Lorett, y López Dóriga, y la Micha, y Aristeguí voltearon a ver a Querétaro por las razones equivocadas y eso puso a Pancho en el centro de los medios nacionales. Domínguez salió en la foto pero no por el crecimiento económico que traen sus aviones sino por el descontento social de los trabajadores del estado; no por las inversiones de empresarios millonarios sino por la violación a los derechos laborales y sociales de los más pobres.
Porque a Querétaro de las Maravillas solo se le puede ver lo que Pancho ve. Nada de delincuencia organizada, nada de huachicoleros, nada de aumento a la inseguridad, nada de feminicidios y desaparecidas, nada de pobreza, nada de persecuciones de activistas y periodistas, nada de inconformidad social, nada de ejecuciones. En Querétaro nada de nada.
#PorQueLuchas