Mario Arturo Ramos
La producción sonora grabada por la intérprete bajacaliforniana, María Rey, con la participación del músico/compositor/ arreglista, Arnoldo Castillo, a un tema músico literario que pertenece al repertorio, Jesús Monárrez/ Mario Arturo Ramos: “Decir que te amo” y su irrupción en las redes sociales, me recordó que es otro eslabón en un camino que cumplió, el pasado 15 de diciembre, setenta años y cantando…
Hace muchos inviernos, aprendí de un filósofo de cabeza rapada, túnica amarilla, sandalias de cuero; figura parecida a un foco cosmopolita, que: “la vejez inicia cuando se habla de los muertos como algo nuestro, con tono muy cantadito aseguraba, es más frondosa entre más muertos la habitan”. Aquel monje citadino, cantaba, decía/recitaba, pasajes de libros de filosofías/ teologías orientales, en un rito lejano a las prácticas religiosas de occidente; contando el tiempo de manera diferente solucionaba la dialéctica de la vida/muerte, con canciones. Finalizaban los 60s, década del siglo 20 donde florecieron el activismo social juvenil; la renovación irreversible de expresiones artísticos; etapa de la participación vigorosa de corrientes del pensamiento científico/ social, en la búsqueda del despertar masivo; época del amanecer tecnológico; de la llegada del hombre a la luna.
Quien iba a decir que después de los setenta, ando como aquel Krishna, cantando; con otro año que transcurrió entre acordes de guitarra, armonías pianísticas; versos de amor intenso, de desamor dolido; canciones de medianoches y esperanzas perdidas; de victorias íntimas que se cantan a toda voz; de historias que crecen en los oasis de la novela; de amigos y compañeros que simplemente llegaron o se fueron. Se queda ahí, en la historia, en la memoria, el poeta Raúl Rincón Meza, fallecido en Tijuana, en el inicio de la primavera 2019. Con Rincón tuve un lazo afectivo indisoluble, basados en el respeto a su obra y una amistad de 47 años. En noviembre, en la Ciudad de Tijuana, B.C., un jurado integrado por Luis Cortes Bargalló, Cesar Cañedo, Jorge Ortega, declaró ganador del Premio Nacional de Poesía Joven, Raúl Rincón Meza, instituido por el Centro Cultural Tijuana (CECUT), al poeta sinaloense, Luis David Palacios V., con su poemario: “Sigo siendo Miles Davis.”. Al enterarme, pensé que la música y la poesía se unían para celebrar – como el certamen- a un hombre que las amo. Aplaudí la creación del concurso -y cualquier acto literario- que lleva su nombre, ya que me parece que conocer al poeta tijuanense, es posible que sea la puerta que conduzca a lectores, a editores -oficiales o particulares- a publicar y leer su obra, ¡no se arrepentirán!
En el verano que dejó huella calorífica, murió Gualberto Castro, excepcional intérprete, que, como integrante del Grupo Hermanos Castro, o como solista, fue uno de los cantantes que enriquecen la historia de canción popular mexicana. Por lo tanto, el día de su partida, regresé a 1973, año en el que tuve la oportunidad de oír mis textos, con un cantor único que, en sus siguientes producciones siguió incluyendo canciones donde participo como autor, honor que siempre agradeceré. DEP el popular “Gualas” al que Igual que la canción, extrañaré.
El otoño de Baja California, fue marco ideal para la realización de la 18ª, edición del Festival de octubre 2019, organizado por el Instituto de Cultura de Baja California- ICBC-. Los foros de los CEART, de Mexicali, Ensenada, Tijuana, me permitieron exponer dentro del programa de actividades, una charla-conferencia sobre la Historia de la Canción Popular Mexicana; sus raíces- prehispánica, hispana, africana- sus inicios- siglo XIX-, y la contemporánea, donde la balada ocupa un primerísimo lugar en popularidad. Acompañado por Mario Trejo- ejecutante de la guitarra, cancionista- y por María Rey -ambos bajacalifornianos-, realizamos un recorrido por diferentes ritmos géneros, melodías, armonías y palabras, del norte al sur; del Pacifico al Atlántico de la patria.
La mañana del 28 de septiembre, en Ensenada, salí temprano a recorrer las calles del puerto en busca de un café expreso y si la encontraba a la edición del periódico “El Mexicano; una llamada interrumpió la búsqueda, avisaba que, en Miami, Florida, había fallecido José José; en un local se escuchaban interpretaciones de fallecido, me pareció percibir a un trovador cantar “Gavilán o Paloma”,” Volcán”, “Preso”, en un popurrí desafinado que desataba aplausos de turistas que disfrutaban su viaje etílico. Gustavo Ogarrio, escribe sobre aquel 28: “La muerte de José José no puede ser ajena, precisamente, a la profunda crisis del amor romántico de nuestros días, + es decir a una crisis de la experiencia del amor como categoría cultural, de género, de clase, de etnia +…” (1).
En el recorrido por la historia de la canción, en el segmento final, siempre destaco que la balada es un género que se singulariza por su forma breve y sus temas populares; que se apropió del sentimiento amoroso iberoamericano en los sesentas del Siglo XX; que una buena cantidad de géneros/ritmos musicales, cantables o bailables, se fusionaron con ella; que las “estrellas canoras” del espectáculo- grupos o solistas- la hicieron su instrumento de trabajo. Comento que la mayoría de sus textos – para la crítica-, navegan entre todos los tonos de la cursilería, de lo grotesco a lo sublime, añado que coexisten con figuras poéticas sonoras; poemas musicalizados, y que en su mejor logro permitió que su “público” condicionado por los medios de difusión y promoción al consumo de espectáculos musicales y productos discográficos, encontró en las baladas, una “cariñosita” posibilidad de ser parte de algo distinto a la guerra y a la muerte que imperaban. Uno de los pasajes de su versión mexicana, es el Festival de la Canción Latina, de 1970 que se convirtió en el marco para el surgimiento masivo del Ídolo, “El Príncipe”, José José, máxima figura baladistica nacional. 2019 fue el año del inicio de la leyenda. José Homero escribió sobre la nueva condición de José Sosa Ortiz “De ahí que al final personaje y vida, canciones y acontecimientos, música y lírica, versos y notas terminaran compactándose en esa estatua consagrada. Ídolo.” (2). En la sesión con la que cerré mi participación en el Festival de octubre en el CEART de Tijuana, solicité un minuto de silencio en su memoria y me sentí obligado a compartir dos grabaciones fonográficas de 1973, con música de Felipe Bojalil Garza y textos míos: “Déjame Volver”; “Hasta que vuelvas”. La voz del cantor, nacido en la Colonia Clavería, de la Ciudad de México- como siempre- encantó; a mí me lleno de recuerdos, de emociones, que han florecido: cantando.
El mes de mi cumpleaños terminó, igual que el 2019. El nuevo año como siempre, trajo aniversarios luctuosos, de mujeres que junto con Lourdes forman la trilogía de mi existencia, Tía Lola y Esperanza; entonces a pasar por mi lugar natal, a cumplir con ceremonias religiosas que las recuerden, soy ajeno a esos asuntos, pero a ellas les hubiera gustado saber que cambio en enero mi ideología para recordarlas. Al morir la tarde, otra vez al camino rumbo a mi segunda casa, por las costas del Pacífico al Estado de Sinaloa y de ahí, a la amada “Tijuas” – me siguen las trilogías, Ciudad de México, Culiacán, Tijuana-, claro, llegaré con unos días después de los setentas, lo haré: cantando.
1.- “José José el Príncipe postrero y el fin del amor romántico”. Gustavo Ogarrio. La Jornada Semanal. No 1283. 6/X/ 2019
2.- “Jose José, el antihéroe como cantante” José Homero “Confabularlo”. El Universal, 13-X-2019
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