Hoy en día se escriben muchos análisis sobre la desigualdad, porque se considera que en el futuro próximo será el tema central, no obstante, todos ellos tienen una constante: la ausencia de considerar el eje ambiental dentro de la desigualdad.
Si tomamos en cuenta que la mayor parte de la población en todo el mundo se concentrará en las urbes (alrededor del 82%), entonces ello implica que la calidad de vida vista desde la perspectiva ambiental (lo cual implica la salud física y mental, recreación, acceso y vulnerabilidad) es indispensable.
¿Pero porque no se toma en cuenta?, pues el tema del medio ambiente en las agendas públicas, académicas y en sector privado, no les merece una mayor valorización y mucho menos, la urgencia de invertir en lo ambiental.
Pero lo cierto es que el futuro nos alcanzara con estos temas centrales, urgentes, imprescindibles y llenos de valor. El medio ambiente y todo lo que ello implica, es el soporte de la vida tal como la conocemos, sin ella, la especie humana ya se habría extinguido.
Ahora pensemos cómo es la forma en que adopta la desigualdad ambiental. En primer lugar, consideremos que la biodiversidad produce bienes y servicios ecosistémicos que requerimos todos los seres humanos, pero si la distribución tanto espacial como en cantidad no es la misma para todos, entonces se provoca una primera forma de desigualdad.
Veamos de manera más concreta cómo aparece la desigualdad:
Si en una colonia determinada, cercana a un conjunto o parque industrial se generan emisiones a la atmósfera como las partículas 2.5 llamadas PM 2.5 y en grado mayor al límite permisible, las cuales son altamente dañinas para la salud, entonces ese grado de exposición que tienen los habitantes de dichas colonias será mucho mayor que las colonias más alejadas que no padezcan de esas cantidades de emisiones.
Veamos otro ejemplo, si en una ciudad las áreas verdes sólo se concentran en una o dos zonas de la mancha urbana, entonces se produce una desigualdad para aquellos habitantes que no cuentan con áreas verdes cercanas (acceso) o también tenemos el caso de que hay varias colonias que prácticamente no tienen en sus calles árboles, por lo cual, carecen de sombra, de mayor producción de oxígeno y remoción de contaminantes, a diferencia de otras que si cuentan con arbolado.
El ruido es otro elemento de esta desigualdad, pues si habitas en una zona densamente comercial, en donde se produce ruido (emisiones de decibeles por encima de la Norma Oficial Mexicana), sobre todo en un horario nocturno, además de no poder dormir o descansar, padecerás de desigualdad ambiental.
Pensemos en los asentamientos irregulares, que prácticamente padecerán o serán víctimas de la desigualdad ambiental en varios rubros, a pesar de que después de años logren regularizar su situación de la tierra y servicios como agua, luz y drenaje.
Muchos podrían apostar que no pasará nada, pero lo cierto es que no se logrará reducir la brecha de la desigualdad; segundo, tendremos una población descontenta y con serios problemas, que si le costarán a las finanzas públicas como la salud; tercero, se incrementará la vulnerabilidad a eventos hidrometereológicos por razones de ubicación y la ausencia de barreras naturales y; cuarto, habrá una población con serios trastornos mentales que repercutirán en la productividad en sus empleos y en la dinámica social.
La pregunta obligada es ¿Cuál es la sociedad y ciudad que queremos en futuro próximo?
La reducción o contención de la desigualdad ambiental, no es una necedad, es una necesidad actual que requiere de mucha atención, voluntad política e inversión.
Que de lograrla ahorrará muchas tensiones sociales, económicas y políticas.