Es un dramaturgo mayor de nuestro quehacer teatral. Seguimos la pista a varias de sus obras. La historia le apasiona. El debate de ideas. La opresión. Un autor de causas perdidas con esperanza en generaciones que, acaso, tomen la batuta para no repetir las taras sociales que padecemos. El último montaje de su autoría, 1521: la caída, es un referente para hilar fino en nuestra tragedia sobre la Conquista de México. Una obra que lo hermana con la novela de Álvaro Enrigue, Tu sueño imperios han sido: humor negro, corrosivo, para trastocar inconsistencias del pasado. Para confrontar conciencias. Para reír y pensar y cambiar conductas anquilosadas sobre el ser mexicano.
Inhibe su saber. Su mirada escrutadora. Su profundo radicalismo. Escribimos un prólogo a su trilogía de los matarifes: gente obtusa que quita la vida como si fuéramos reses. “Los asesinos”, “La lengua de los muertos” y “Los insensatos”, lo pinta como un dramaturgo por encima de muchos narradores de moda. Ficción sobre la realidad para encontrar caminos de comprensión. Acabo de ver sus cuatro montajes de 1521: la caída. Todos sabemos o suponemos la Conquista de México, pero solo una mente lúcida como la de Olguín puede horadar símbolos, basado en la historia y la imaginación para conocer a personas de carne y hueso, del pasado, esos que inventaron el ser mexicano, el de hoy. Veintidós monólogos para entender un país de orígenes racistas, clasistas, escasamente civiles. Perdimos un reino pero también los porqués para entendernos. Nos apendejamos. Olguín quiere ser el lazo que hile y unifique criterios. No basta con saber Historia: hay que hurgar almas en pena: los personajes del teatro son ese pozo, ese vacío, ese vértigo de entendimiento.
Esta obra —no de la Conquista—, de los presagios y sus fábulas, sus leyendas y atavismos, van de la mano de un lenguaje que reivindica al idioma español e indígena (igual que la novela de Enrigue). Gran encuentro con el teatro de ideas. El festín efímero al que acuden los que buscan espejos para mirarse. La obra de Olguín es consulta obligada (deben publicarse). Esos monólogos encierran el misterio desnudo, estemos o no de acuerdo en el resultado de eso que somos los de esta nación.
¡Mierda!