Cuando Disney anunció que reviviría al Daredevil de Charlie Cox e integraría al personaje en el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), muchos fans recibieron la noticia con sentimientos encontrados. Y no era para menos: Netflix había producido una de las mejores series basadas en cómics de la historia, y ahora, por cuestiones de derechos, se la arrebataban.
La espera fue larga. La última temporada lanzada por Netflix llegó en 2018. Casi siete años después, Daredevil “renació” en Disney bajo el título Born Again. Sin embargo, el camino no fue nada fácil. La serie estaba originalmente planeada para estrenarse el año pasado, pero la baja calidad de su producción obligó a regrabarla casi por completo. Se dice que el tono inicialmente pensado para este regreso era mucho más relajado, colorido, e incluso cómico, siguiendo la fórmula típica del cine de Marvel, pero muy alejado de la seriedad, los buenos guiones y la sólida construcción de personajes que nos ofreció la versión de Netflix.
Por suerte, los responsables escucharon a la base de fans del “Diablo de Hell’s Kitchen” y decidieron reestructurar la serie para ofrecer una continuidad coherente con las temporadas anteriores. Y se nota. Incluso a mitad de temporada, en el capítulo 5, Disney presenta un episodio que parece un añadido poco relacionado con la trama principal —una especie de vestigio de aquella versión original más ligera-. Aunque funciona como un “extra”, su calidad está por debajo del resto.
Afortunadamente, con Born Again, Disney logró un rotundo éxito que conquistó tanto a fans como a críticos, gracias a la calidad impresa en el regreso de Charlie Cox. Mención especial merece Vincent D’Onofrio como el gran antagonista. Si estás buscando violencia, acción, una gran historia y apariciones de personajes memorables, esta serie lo tiene todo. Daredevil demuestra que el género de superhéroes no está muerto y que, con esfuerzo, todavía se pueden contar buenas historias.
…Y cuando no lo hace
Un claro ejemplo de lo que pasa cuando no se escucha al público es Blancanieves. No me detendré mucho en esta película, pero vale la pena usarla como ejemplo negativo. Desde el principio, los fans expresaron su rechazo ante el reparto elegido. Y como si eso no fuera suficiente, los cambios a la esencia misma del cuento clásico terminaron por hundirla. ¿Para qué hacer películas que la gente no quiere ver?
Los números hablan por sí solos. Con un presupuesto aproximado de 208 millones de dólares, la película apenas ha recaudado 185 millones a nivel mundial. Un fracaso se mire por donde se mire.