El cine en la sociedad del siglo pasado mostró rostros y personalidades influyentes de toda una forma de pensar y conducirse que no pueden ser olvidados. Así fue Sidney Poitier (1927 2022) quien fue labrando una trayectoria que lo llevó de la actuación, a la dirección cinematográfica, a la escritura literaria y a la diplomacia de altura de Estados Unidos en Japón, y embajador de buena voluntad de la UNESCO. Tenía dos nacionalidades ya que sus padres eran originarios de Bahamas, que era entonces posesión británica pero su nacimiento se dio por azar en Miami y tuvo la suerte de procrear seis hijas después de haber pasado por las penalidades de la pobreza y la ignorancia pues aprendió a leer siendo un adolescente con la ayuda de un amigo judío, su empleador.
En su biografía se perciben una suerte de aprendizajes interculturales que mostró en cada uno de sus personajes actorales. Aquellos conflictos interraciales que vivía la sociedad norteamericana y que sobreviven en estos tiempos, se muestran de manera explícita en varios de sus filmes como en: Cuando sólo el corazón ve, (1965). Una bella historia en la que un negro exitoso y acomodado se enamora de una joven invidente vendedora ambulante de collares, que es explotada por su madre, papel de Shelley Winters, quien se llevó el Oscar por este rol. Aquél apuesto personaje encarnado por Sidney Poitier nos cautivó a quienes entendíamos que los negros en Estados Unidos vivían los tiempos de su gran lucha por conseguir sus derechos civiles y la aceptación social.
Al lado de uno de los galanes más cotizados de los años 50-60, Poitier protagonizó en Fuga en cadenas, (1958) a un fugitivo de una cárcel, encadenado a Tony Curtis. Ambos, perseguidos por los perros de los alguaciles, corren a lo largo de casi todo el film buscando la manera de romper la cadena que los ata. En, ¿Sabes quién viene a cenar? (1967) nuestro Sidney se enfrenta a la familia de su bella novia, cuyos padres son los grandes entre los grandes: Spencer Tracy y Katherine Hepburn; sin embargo, también enfrenta la oposición de sus propios padres, lo cual visibiliza que la oposición a esas relaciones interraciales no sólo está entre los blancos sino también en los negros; aquel amor interracial llama la atención en tiempos en que aún era muy visible la fragmentación social que provoca el racismo.
Tal vez una de las películas más influyente entre los adolescentes de mi generación fue: Al maestro con cariño (1967) en la que un ingeniero desempleado llevado a ser profesor en un barrio de Londres, pone a lo largo de la historia su firme carácter y postura humana frente a unos alumnos rebeldes y llenos de conflictos personales que terminan enderezados por el profesor que despreciaban al principio, por ser negro. Y un clásico policíaco del género negro, Al Calor de la noche (1967) en el que un detective negro que investiga un crimen, tiene que vérselas no sólo con el racismo sino con la corrupción de la policía en un pueblo del sur norteamericano. Lirios del valle le confirió el Oscar en 1963. Su filmografía aguarda grandes temas.
Con su muerte, puede decirse que se cierra una época en la historia de los afroamericanos que a través de su trabajo hicieron méritos en una sociedad que en su tiempo, les exigió mucho: apostura, galanura, elegancia, clase, todo incluido en un solo cuerpo, en una sola personalidad y a Sidney Poitier sumo su timbre y correcto acento en el que apenas aparecía su doble nacionalidad y para muestra de lo que digo podríamos enumerar una lista de galanes que facturó Hollywood con gran éxito.
Hasta el final de su vida, Sidney Poitier, llevó en su alma y personalidad esa imagen inolvidable de un activismo social implícito inteligente y silencioso, siempre alejado de la violencia y la virulencia que muchas veces está presente en el activismo político y que reflejó en sus películas que dicen más de lo que yo pueda expresar Cuando un personaje se vuelve entrañable, su desaparición significa casi lo mismo que la pérdida de un pariente o, tal vez la experiencia reciente de tantas defunciones pone el acento en nuestro ánimo. Así se ha vivido en el mundo del cine, especialmente, la reciente partida de Sidney Poitier, gran actor del siglo pasado, cuya obra debe repasarse como necesaria a los tiempos en los que el tema intercultural no termina de configurarse y entenderse. Aplausos, como se despide a los actores, para el maestro…con cariño.