En el concierto (o desconcierto) internacional Cuba fue una nación importante por razones geopolíticas; nunca por su originalidad ideológica. El marxismo-castrismo fue una oportunidad, no un hallazgo intelectual. Un asidero pendular, una bisagra entre dos bloques en pugna.
Y el papel de México fue como le convenía entonces, astuto y bifronte. Alcahuete y plataforma.
Por una parte, ayudaba a Fidel y sus barbudos (entrenados y protegidos en México con conocimiento de la CIA, desde la singladura revolucionaria desde el puerto de Tuxpan), hasta la negativa a sumar el voto nacional en la sesión expulsora de la OEA.
Además de jugar equilibradamente con los intereses nacionales y estadounidenses, México fue, en los hechos, una estación de inteligencia para triangular los contactos clandestinos de Cuba y Estados Unidos. A cambio de eso, la promesa (a veces incumplida), de no exportar la revolución a este país.
Por eso las guerrillas en México no tuvieron patrocinio directo de La Habana. El asalto al cuartel de Madera, Chihuahua, clarinada de la guerrilla en México, ocurrió el 23 de septiembre de 1965 y fue un petardo sin respaldo internacional. El “Che” Guevara, expulsado de Cuba por Fidel Castro, quien se lo quitó de encima y lo sepultó bajo una montaña de honores, murió en Bolivia en 1967. Se convirtió en “T” Shirt.
La Habana fue, en el mejor de los casos, refugio de disidentes políticos mexicanos de distintas estaturas.
Hoy, en pleno entusiasmo por la Revolución cubana ante un país sin importancia mayor en la geopolítica, sin Guerra Fría (ya hubiera querido López Mateos jugar sin riesgos), vale la pena revisar aquellos años, sobre todo hoy cuando México propone acabar con la OEA mientras cumplido sigue pagando cuotas en ascenso para mantener a los lacayos. Cómo suena viejo ese rollo mientras se afloja la cartera con seis millones de dólares anuales (2021).
Leamos a Leticia Bobadilla:
“…La política exterior del gobierno mexicano frente al duelo cubano-esta-dounidense durante el periodo de la Guerra Fría se ha interpretado como pragmática, astuta, cautelosa, reservada, aunque con matices, y hasta discreta.
“Sin embargo, declarado el rumbo socialista de la revolución,resultó muy tolerante hacia ella, y con una exacerbada tendencia a proclamar su independencia de criterio frente a Estados Unidos. Pruebas deesta tolerancia abundaban: por ejemplo, a los correos diplomáticos cubanos que entraban armados al territorio mexicano se les dejaba en libertad una vez que se les registraba y desarmaba en el aeropuerto de la ciudad deMéxico, sin generar ningún conflicto diplomático.
“La llegada al puerto de Coatzacoalcos de un barco con libros procedentes de Argentina y en tránsito a Cuba con un valor de 95,000 dólares, con obras de Carlos Marx y Lenin, así como manuales para escuelas técnicas, fueron devueltos a su país de origen sin ser retenidos.
“El gobierno mexicano toleró las manifestaciones populares de apoyo a la Revolución cubana, aunque algunas fueron reprimidas sin consecuencias fatales, e incluso se sabía que mu-chos funcionarios públicos simpatizaban con la revolución. Hubo invitaciones oficiales a funcionarios cubanos para visitar México, como la del presidente Osvaldo Dorticós en junio de 1960, quien fue recibido con honores militares por el presidente Adolfo López Mateos, posteriormente visitaría el Senado mexicano y la Ciudad Universitaria.
“En La Habana se planeó realizar una reunión alterna a la de los ministros de Punta del Este (donde Cuba fue expulsada de la OEA), en la convocatoria a dicho evento figuró el nombre del ex presidente Lázaro Cárdenas ( a quien López Mateos le vetó la salida del país).
“(Sin embargo) A ella acudieron cerca de 200 funcionarios públicos…”
“El proyecto que sugirió la privación del gobierno de Cuba de toda participación en los órganos del sistema interamericano fue el (apartado) VI, el cual determinó que existían vínculos del gobierno cubano con los países del bloque sinosoviético, por lo tanto, era incompatible con el sistema interamericano…”