En el marco de las conversaciones bilaterales entre la comisión de buena voluntad que encabeza la Vicepresidente de los USA, Kamala Harris, y el gobierno mexicano, se firmó un trascendental acuerdo para promover el desarrollo del campo mexicano y evitar la migración ilegal hacia los Estados Unidos.
Como un derivado de las pláticas que para tratar el asunto migratorio y brindar seguridad en la frontera han venido sosteniendo ambos gobiernos, se encontró una forma de hacer coincidir intereses y recursos, así como lograr la participación de diversos sectores y organizaciones sociales. Se ha declarado de sumo interés para ambas partes, apoyar a las áreas rurales de los Estados de Jalisco, Nayarit, Zacatecas, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala.
Para el efecto se aprueba por el gobierno estadounidense la canalización de 600 millones de dólares para la reactivación productiva de parcelas ejidales abandonadas en razón de que sus propietarios o poseedores han emigrado o no tienen acceso a programas de apoyo a la producción y comercialización. Los fondos serán canalizados a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional USAID, por sus siglas en inglés y serán ejercidos en forma independiente por el Consejo Nacional Agropecuario, quien aplicará los recursos, supervisará su utilización y la prestación de servicios de asistencia técnica en los ejidos y parcelas seleccionadas por la SEDATU de conformidad con las reglas de operación que se determinen para definir a los sujetos de atención. Además del financiamiento para la producción el Consejo Nacional Agropecuario en coordinación con SAGARPA proporcionará la asistencia técnica para el proceso productivo. En forma complementaria el gobierno norteamericano incentivará a sus cadenas comerciales para apoyar la comercialización de la producción.
A través de su embajada el gobierno de los Estados Unidos afirmó que al igual que este programa, habrán de seguir las ayudas y colaboración que USAID tiene con organizaciones mexicanas, pues su interés es promover el desarrollo y a la democracia como forma de gobierno y de participación ciudadana. Por su parte el gobierno mexicano por medio del Secretario de Relaciones Exteriores expresó su beneplácito por este acuerdo que permite canalizar recursos frescos, no fiscales, a un sector que había sido marginado durante el periodo neoliberal y que espera que sea una importante herramienta para el desarrollo del campo mexicano y para el arraigo de familias de productores hoy sin alternativas, más que la migración.
Hasta aquí el texto del comunicado de prensa ficticio, al igual que el acto reseñado, que no se podría concretar por la desconfianza del gobierno norteamericano, consciente de la corrupción existente, y la propia falta de imaginación del gabinete, incapaz de crear y promover iniciativas que no provengan del magín presidencial. En la reciente visita de Kamala Harris, mucho se habló de colaboración, pero me temo que el gobierno mexicano se dedicó a escuchar y por lo trascendido, a solicitar visas de trabajo para emigrantes y fondos para programas sociales como el funesto Sembrando Vida.
Extraña, que habiendo recorrido hasta dos veces los municipios pobres del país, el presidente no haya percibido, él que tanto clama por la autosuficiencia, que en los pueblos no hay agricultores jóvenes, se han marchado buscando el milagro americano, mientras los viejos se quedan a mal vivir de la renta de sus tierras cuando encuentran algún interesado así como de las benditas remesas, sin las cuales, la crisis en el medio rural sería superlativa. Que no haya advertido que muchas tierras ejidales se encuentran ociosas y que los apoyos directos que dicen estar brindando, solo sirven para las caguamas en las cantinas o los pagos a tiendas usureras. Sorprende además, que conociendo la preocupación del gobierno americano por la migración, no discurran modelos de desarrollo, productivos, que rebasen el asistencialismo, el remedio de la precariedad y obtengan fondos, generalmente a fondo perdido, que sus organismos tienen, y que no son necesariamente para financiar operaciones golpistas o a enemigos del régimen. Este país necesita un gobierno más imaginativo, con una visión más global del país y sus potencialidades, que no actué obnubilado por la pasión política y la rentabilidad electoral de sus acciones. Un gobierno que vea por todos y no solo por los pobres o desposeídos, que no están en esa situación por generación espontánea o por deseo personal, sino porque no encuentran asideras para rebasar los límites que les impone un crecimiento desigual, la consecuencia propia del capitalismo. El papel del gobierno es precisamente procurar ese equilibrio social que reduzca las diferencias, que permita mejorar el ingreso no solo por decretos que elevan el salario mínimo, sino por la generación de condiciones para el desenvolvimiento de potencialidades. Los pobres reciben los programas asistenciales, los necesitan, pero es imposible que el país y los pobres mismos crezcan, si no se atienden pródigamente sus necesidades generales; educación, salud, empleo, seguridad y justicia. Sin ello, cualquier otro programa es limosna, temporal y perjudicial.tano, uno de tantos.