En El invencible verano de Liliana, Premio Xavier Villaurrutia y Premio Mazatlán, Cristina Rivera Garza hace uso de apuntes, testimonios, notas periodísticas; usa la crónica, el ensayo y la memoria que dotan a la autora de un gran nivel literario de no ficción para enlazar esa narrativa híbrida y contar el asesinato de su hermana Liliana. El lenguaje desenmascara las señales del depredador que hoy conocemos con el término de feminicida (hasta 1990 no existía). Lejos del sentimentalismo o amarillismo, del panfleto o la denuncia puntual ante el ministerio público, la escritora crea una obra cuya lingüística se ha travestido en una respuesta del coro de protestas contra la violencia de género. Hoy es un imprescindible de la literatura.
Una crónica, la no ficción como elemento revitalizador de la literatura actual. Cristina Rivera Garza no es un invento de jurados. Ella ha creado libros de ficción extraordinarios como La cresta de Ilión o Nadie me verá llorar. No necesitaba demostrar su eficacia de cronista o ensayista. Ni siquiera premios nacionales porque ya obtuvo varios internacionales. Su escritura fragmentada en El invencible verano de Liliana viene a reforzar sus diversos registros en la hibridez literaria. Eso es en realidad lo que ha desatado la furia de quienes no han llegado a su nivel y aderezan de negativo lo que podría leerse como simple envidia, o desdén a un género, el de la crónica, que ya antes han realizado Carlos Monsiváis o Elena Poniatowska, en México, o Svetlana Alexiévich o Ryszard Kapuscinski en Rusia o Polonia. Creer que la ficción es superior a la no ficción es un error que ha cambiado en la percepción de lectores.
El libro que nos ocupa ya fue adoptado por varias generaciones. A la obra acuden aquellos que buscan identificarse con una historia, sí, pero igualmente de calidad. Es como el duelo de una hermana, de una amiga, de una Liliana que vive en la fuerza del espejo que nos observa. Historia y memoria rescatada contra la indiferencia de instituciones. Nos recuerda contra aquellos que abusan del dolor emocional y manipulación de una víctima (gaslighting).
Cristina Rivera Garza es un alto referente de la literatura mexicana. El resto es chisme.