Poco a poco el paisaje urbano los ha ido integrando a la parte decadente de la normalidad, se les ve extraviados, frágiles y a la vez peligrosos, hablando o riendo con sus fantasmas que se desbordan de su esquelético cuerpo; la deformación de miles de jóvenes, muchos adolescentes, es la consecuencia del consumo de “cristal”, droga letal por corriente, por barata, cuyo consumo se incrementó en Querétaro en un 500%, según la IAP Patronato Psicológico Queretano, quien informó que los consumidores de esta sustancia sumamente adictiva, generalmente pertenecen a familias con problemas de abuso de sustancias, con antecedentes familiares de enfermedades mentales, baja autoestima, poco autocontrol, bajo status socioeconómico, niveles elevados de estrés, víctimas de abandono o abuso físico sexual y emocional.
Lo paradójico de este fenómeno, es que en un estado de gobiernos triunfalistas, trepados en la selfie del éxito rotundo, del funcionario ya situado en el siguiente nivel, de la sonrisa futurista instalada en un puesto “más mejor”, las víctimas de la miseria, de la deserción escolar, del abuso que somete a fuerza de golpes, de insultos, que denigra porque está de arrimado, porque esa no es su casa, ni esa su madre o ni ese su padre, porque es prieto, porque ya la regó una vez y al que mata un perro le dicen mata perros, esa víctima totalmente ajena al jolgorio gubernamental, en lugar de encontrar un escalón para no hundirse, por veinte o treinta pesos encuentra la fuga que en cosa de días lo hará por siempre. Es el “cristal” o “foco” o “brillo” o “hielo”, la droga infamemente tóxica, porque según informes, se elabora en base a pastillas comunes y anfetaminas mezcladas con químicos sumamente dañinos y corrosivos como el ácido para baterías, ácido muriático, combustible para linternas, anticongelante y acetona entre otros.
Por barata, los consumidores más propicios a esta droga son los pobres: niños, adolescentes, jovencitos, mujercitas y varones. La consecuencias físicas inmediatas son: somnolencia, temblor, ojos enrojecidos, pupilas dilatadas, ojeras, falta de interés en higiene personal, arrastrar las palabras, pérdida o aumento de apetito, movimientos descoordinados. En pocos meses de consumo, el cerebro se hace más pequeño presentándose falta de memoria, delirios, sentir que las personas los están espiando, los insectos rastreándolos, sufrir ataques de pánico, convulsiones, tener problema en los riñones, pulmones, hígado, incrementándose la posibilidad de infarto o derrame cerebral, pudiendo desembocar en la muerte del adicto en apenas un año.
En Querétaro, el consumo de drogas y la conducta delictiva están relacionados en un 70%, informó el Comisionado del Consejo Estatal contra las Adicciones; la mayoría de delitos cometidos por drogadictos, varones y jóvenes, son sobre todo patrimoniales: robo a casa habitación, a comercio, de autopartes, cristalazos, asaltos, lo que indica que a mayor número de drogadictos mayor número de delitos. Entre las mujeres, el más frecuente que cometen es contra la salud, como venta de drogas. En el aspecto delictivo se considera delincuencia inducida a la comisión de delitos bajo la influencia de drogas; funcional para obtener dinero para comprar drogas y relacional, la del tráfico y comercio de drogas, es decir que una vez enganchados en el consumo de cualquier droga, se está en riesgo de delinquir de una u otra forma y de morir también de una u otra forma incluyendo el suicidio, porque el uso de drogas aumenta el comportamiento violento hacia sí mismo.
Gobernantes y funcionarios que por estos días han rendido sus informes deberían guardar sus alardes de éxito para cuando erradiquen la venta de “cristal”, claro que pueden hacerlo si voltearan a ver el desastre que ocasiona su miopía y permisividad; no puede ser que en pueblos, ranchos, colonias, muchos sepan en dónde se vende el “ice” o “cristal” y las autoridades no, como saben que suele costar menos que un refresco, que está consumiendo vidas jóvenes y destruyendo familias, que propicia delitos que afectan también a los que con esfuerzo ahorraron para comprar herramienta, ropa, aparatos domésticos, su bicicleta, su cochecito. Que ponen en riesgo a los jóvenes de ser atrapados por la delincuencia organizada, esa que usa y desaparece. El primer eslabón de la cadena de la violencia está a la vista, igual que las vidas, patrimonios, y tranquilidad que se está llevando el “cristal”. Mucho se habla de restaurar el tejido social, ahí está una hebra por donde empezar Al tiempo.