El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha enfatizado que los estragos sociales y económicos por la pandemia están siendo devastadores para las mujeres y las niñas.
La pandemia de la COVID-19 ha develado con mucha crudeza el impacto del confinamiento y de la paralización de las actividades económicas en las mujeres y las niñas. Ha incrementado la “doble carga” que de por si viven las mujeres al tener que combinar las tareas domésticas y los cuidados del hogar con las responsabilidades laborales; haelevado los índices de violencia y agresión hacia ellas, y la pérdida de empleos ha golpeado principalmente a las mujeres con menos recursos.
Al combinar las responsabilidades laborales con el cuidado del hogar, las tareas domésticas se han incrementado, y el rol que se le otorga a las mujeres por su condición de género desafía los avances en igualdad y equidad. Los trabajos extra en casa —cuidado de hijas e hijos y de personas mayores o vulnerables dependientes— se han sumado a los quehaceres domésticos como responsabilidad de las mujeres. La CEPAL señala que, previo a la crisis, las mujeres dedicaban en promedio 30 horas por semana al trabajo doméstico, en contraste con las 9.9 horas realizadas por los hombres. La UNICEF indica que el trabajo de cuidado no remunerado está aumentando exponencialmente para las mujeres.
La ONU afirma que cerca del 60 por ciento de las mujeres de todo el mundo trabajan en la economía informal que como indica la OIT, es el sector más precario y de baja remuneración. Tras el confinamiento, han desaparecido en su mayoría millones de puestos de trabajo en los que las mujeres se desempeñaban: un porcentaje mucho mayor en comparación al de los hombres.
En México, con una tasa de informalidad femenina a nivel nacional del 57 por ciento, el INEGI menciona que representan casi el 58 por ciento de la fuerza laboral de ventas minoristas, y casi el 60 por ciento en servicios de hospedaje, preparación de alimentos y bebidas.
Las tensiones en el hogar, el estrés, el deterioro de las condiciones de vida y el hacinamiento que acompañan a la pandemia también han causado un aumentó en la violencia contra las mujeres y las niñas. En 2019, una de cada cinco mujeres en el mundo fue víctima de violencia. Hoy, los indicadores exponen un aumento del 25 por ciento en esta problemática, afectada particularmente por el encierro.
Hoy en muchos países del mundo, como consecuencia de las desigualdades y carencias que la COVID-19 ha develado, se discute la necesidad de construir o reconstruir los estados de bienestar. Lo que las y los legisladores deberemos cuidar es que no lo hagamos a costa de las mujeres, asegurando en todas nuestras leyes la perspectiva de género, los temas de igualdad y equidad y protegiendo los derechos de las mujeres y las niñas.