Federico Arreola
Empiezo a redactar esta columna a las cuatro de la mañana. Tuitera aplicada, ayer Claudia Sheinbaum felicitó al ganador de la encuesta de Morena en Coahuila, Armando Guadiana.
Tuitero aplicado también, me sorprende que Marcelo Ebrard no haya hecho lo mismo que la jefa de gobierno.
Ricardo Monreal, otro tuitero aplicado, tampoco ha dicho nada sobre la encuesta en Coahuila, pero no me sorprende, ya que el líder de los senadores de Morena está totalmente en contra del método del partido de izquierda y no lo apoyará felicitando a alguien cercano a él como el señor Guadiana.
¿Por qué la tardanza de Ebrard en reconocer el triunfo de Guadiana? Por cálculo político. No es que el coahuilense le importe gran cosa al canciller, sino que está pensando cuál es la mejor manera de aceptar sin aceptar el método de Morena para elegir candidatos o candidatas.
¿Y Adán Augusto López? Lejos está de ser un tuitero aplicado, así que algo dirá de la encuesta de Coahuila cuando recuerde que la red social de Elon Musk es el mejor medio de comunicación de reflexiones políticas. ¿Qué va a decir Adán Augusto? Seguramente lo mismo que Claudia: que la unidad es fundamental y que todo el mundo debe apoyar a Guadiana.
La unidad. Sheinbaum destacó en su cuenta de Twitter que la unidad es fundamental en el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, y tiene razón. Unidad hoy en riesgo porque uno de los aspirantes a la candidatura en Coahuila ha rechazado el resultado.
Tengo la mejor opinión de Ricardo Mejía Berdeja, funcionario ejemplar. Pero se equivocó al descalificar la encuesta de Morena en su estado natal.
Me ha desconcertado que alguien como Mejía Berdeja, tan cercano al presidente López Obrador, haya desacreditado el método al que recurrió el partido de izquierda para elegir a su candidato a la gubernatura coahuilense.
Pienso que Ricardo Mejía era el mejor aspirante, pero ni hablar, no ganó la competencia en que participó. Debería, entonces, respetar el resultado para no dañar a su partido, Morena, y para no generarle un problema a Andrés Manuel, su amigo y líder.
No había unanimidad en las encuestas publicadas antes de que Morena diera a conocer las suyas. En algunas, el senador Armando Guadiana lucía más competitivo; en otras era Mejía Berdeja el mejor posicionado. Hasta Luis Fernando Salazar podía exhibir estudios estadísticas con ventaja para él. Así que resultaba claro que cualquier cosa podía pasar en Coahuila, y pasó que ganó Guadiana. Debería ser ese el final de tal capítulo, pero…
Ya hay división en Morena y la rebeldía de Mejía Berdeja pone en riesgo el triunfo del partido de izquierda en la tierra del priismo probablemente más autoritaria de México.
Ojalá Ricardo Mejía se calme y levante la mano de Guadiana; si no lo hace, el PRI seguirá vivo en Coahuila.
Lo más destacable del triunfo de Guadiana es la comprobación de que las encuestas de Morena van en serio, esto es, que no hay dedazos de AMLO.
Si por Andrés Manuel fuera, Mejía Berdeja sería el candidato. Este funcionario, subsecretario de Seguridad, hombre muy cercano al presidente, hizo su trabajo en Coahuila, pero no le alcanzó.
Seguramente AMLO quedó decepcionado en lo personal por el resultado de la encuesta coahuilense, pero no se va a meter —ni se metió antes— a alterarla.
En la contienda presidencial será lo mismo. Andrés Manuel podrá tener más simpatías por alguien, pero él no va a decir, sino la encuesta de Morena, por imperfecta que sea.
Ese es el método y no hay otro. ¿Lo respetarán las corcholatas? Ricardo Monreal de plano está en contra. Marcelo Ebrard quiere ajustarlo a su conveniencia. Adán Augusto López acepta la encuesta como la plantee Morena. Claudia Sheinbaum acepta en todos sus términos la encuesta de Morena tal como se ha aplicado en tantos casos desde que nació el partido.
Marcelo Ebrard ya tomó demasiadas horas para decir algo sobre Coahuila. Se entiende, no está dispuesto a aceptar el método de las encuestas tal como lo aplica Morena. No le conviene por una sola razón: va perdiendo en todas las publicadas y no confía en alcanzar a la líder Sheinbaum sin ajustes a las reglas que él ya propuso y que la jefa de gobierno rechazó —también los rechazó Adán Augusto—.
¿Debates en el primer semestre de 2023? Sería un exceso en lo relacionado con actos anticipados de campaña. Esto es un hecho.
¿Quién es mejor polemista, Marcelo o Claudia? Ella, en mi opinión, por su preparación científica y por su entrenamiento en el debate desde sus tiempos de activismo estudiantil.
La gente que estudia ciencias solo sale adelante si desarrolla una gran capacidad de argumentación, y las asambleas universitarias otorgan un doctorado en elocuencia. Es el caso de Sheinbaum.
El caso de Marcelo es distinto. Tiene una preparación académica inferior a la de Claudia, ya que él estudió algo que no requiere demasiado esfuerzo intelectual como relaciones internacionales. No ha sido polemista desde su juventud; de hecho se formó en la férrea disciplina del autoritario PRI, donde la única manera de ganar un debate era decir “sí, señor”. Ebrard no es tonto, desde luego: solo le falta experiencia en el duro debate entre iguales y no cuenta con una formación universitaria que lo haya capacitado para el razonamiento objetivo.
¿Adán Augusto? Tiene un perfil académico similar al de Marcelo, pero con una ventaja sobre el canciller: que el secretario de Gobernación no fue nunca un niño mimado del PRI, así que debió abrirse paso en la selva de la política de oposición sin la protección de padrinos poderosos en el sistema —el padrino de Ebrard siempre fue Manuel Camacho—.
Claudia y Adán están dispuestos a debatir, pero no en el primer semestre de 2023. Por una razón, sería demasiado adelantar la campaña, y además convertirían a Marcelo en el coordinador de la contienda en Morena, lo que no ocurrirá. Así que habrá debates pero ya bien avanzado 2023.
¿Renunciar ya a sus cargos? Si Marcelo quiere hacerlo para dedicarse de tiempo completo a su precampaña, que lo haga. Nadie tiene por qué imitarlo. Ni hay razón para que Morena obligue a sus aspirantes a la candidatura presidencial a actuar de esa manera.
¿Encuesta de una sola pregunta? Esta propuesta de Ebrard claramente no coincide con lo que hace Morena, así que difícilmente prosperará.
Lo relevante es que hay dos corcholatas que no terminan de aceptar el método de Morena: el senador Ricardo Monreal de plano no quiere encuestas; el canciller Marcelo Ebrard si las acepta, pero como él desee que se hagan.
¿Por qué Monreal no quiere la encuesta? ¿Por qué Ebrard pretende que se modifique todo el método? Porque en lo relacionado con la contienda presidencial interna en Morena, a diferencia de lo que ocurrió en Coahuila, sí hay unanimidad en las encuestas publicadas: en todas gana Sheinbaum, en el promedio con 10 puntos de ventaja sobre el canciller.
¿Entrarían Ebrard y Monreal en rebeldía, después de la primera mitad de 2023, si la encuesta de Morena no les favoreciera? Tristemente es lo que ambos anuncian. No exhiben lealtad ni con su partido ni con AMLO.
Tal posibilidad de que se rompa la unidad en Morena motiva a la oposición. Espero que Andrés Manuel ponga orden antes de que las ambiciones personales generen una crisis para su movimiento.