El pasado 24 de agosto, la Corte Suprema de Estados Unidos rechazó la solicitud del presidente Joe Biden de suspender la orden de un tribunal en Texas que dictaminó que la actual administración federal había cancelado ilegalmente el programa Remain in Mexico (Permanecer en México) y, por tanto, debe restablecer su aplicación. El programa consiste en que los agentes fronterizos de la Unión Americana trasladen a nuestro territorio a las personas solicitantes de asilo, sin ciudadanía mexicana, para que esperen aquí hasta que se resuelva su petición.
Ésta es probablemente una de las medidas en materia de migración más emblemáticas de la anterior presidencia de Estados Unidos. Por ello, el presidente Biden canceló el programa el primer día de su administración y, luego de una demanda de restablecimiento, pidió ante la Corte Suprema la suspensión de emergencia de este programa. Ahora, con la reciente resolución, el mandatario está obligado a reponer el funcionamiento del plan en su frontera común con México.
El asunto no es mínimo. Por lo menos desde octubre de 2018 el flujo migratorio que transita por territorio mexicano hacia aquel país ha aumentado. En julio pasado, en la frontera estadounidense se detuvo a 212,672 personas migrantes no autorizadas: la cifra más alta en 20 años.
Por ahora, se sabe que el Gobierno de Estados Unidos lanzará una nueva impugnación, a la par que tomará las medidas para restablecer el programa. Desde México, la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un comunicado en el que precisa que no se pronuncia sobre el contenido del fallo. Sin embargo, se adelanta que cualquier medida que se tome al respecto estará fundamentada en nuestra soberanía.
Si al final las autoridades mexicanas deciden cooperar nuevamente con el programa, como ya se hizo en el pasado, será con fines exclusivamente humanitarios. Nuestro país y Estados Unidos tenemos un historial importante de cooperación, pero siempre con respeto a la soberanía y decisiones de cada una de nuestras naciones.
México ha mostrado disposición a cooperar con Estados Unidos en el manejo de los flujos migratorios en nuestra frontera común, impulsado por un sentido máximamente humanitario. Sin embargo, es necesario que aquella nación cumpla con su parte y aumente su capacidad de recepción de solicitudes de asilo, en sincronía con el flujo migratorio.
A la par, el Gobierno mexicano ha insistido en la necesidad de atender las causas fundamentales de la migración en Centroamérica y el sur del territorio nacional. Los programas de cooperación internacional para el desarrollo aplicados en los países vecinos del sur y los proyectos de inversión en México son muestra de nuestro trabajo para fomentar el desarrollo en la región. La invitación a Estados Unidos para que se sume a estos esfuerzos y juntos lograr un mayor impacto sigue abierta. El fenómeno migratorio se debe asumir como una responsabilidad compartida.
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