Sí; es verdad. La ley reguladora de las consultas populares es una forma de la democracia participativa.
Incipiente, si se quiere, pero ni siquiera fue promovida por este gobierno cuya divisa populista tan bien se ajusta a la condición consultiva. Es obra de Enrique Peña Nieto. Quién lo dijera.
Pero sea cual sea su origen, la dicha ley existe como principio, en la Constitución y cómo forma de acción social y política, en la ley respectiva. Y esa ley es, como todas, restrictiva en algunos campos.
Uno de ellos es la materia fiscal. Dice el ordenamiento:
“…Artículo 11. No podrán ser objeto de consulta popular:
“I. La restricción de los derechos humanos reconocidos por la Constitución;
“II. Los principios consagrados en el artículo 40 de la Constitución;
“III. La materia electoral;
“IV. Los ingresos y gastos del Estado;
“V.La seguridad nacional, y
“VI. La organización, funcionamiento y disciplina de la Fuerza Armada permanente”.
Por eso cuando el Señor Presidente les dice a los gobernadores insumisos, federalistas y faroles, anden, vayan y pregúntenle al pueblo si quiere o no quiere etc, etc, nada más les está dando el atole con el dedo.
Decirlo es una farsa y admitirlo otra.
–¿No conoce el Señor Presidente el texto de la ley? Obviamente lo conoce porque su sabiduría jurídica apenas se compara con sus conocimientos sobre beisbol. Ya vimos cómo (con la cachucha “LA” puesta) acertó con la Serie Mundial y festejó el triunfo de su favorito, el equipo de los “Dodgers” de California.
Pero no solo el Señor Presidente conoce las leyes. También los gobernadores. Y en ese sentido llama la atención su caída en el terrenos de las apariencias.
Enrique Alfaro aprovecha una reunión con ganaderos en Guadalajara y los demás gobernadores amagan con lo mismo. Consultas “patito” frente al inventor de los patitos convertido en consulta.
–¿A qué juegan?
Nadie lo sabe, excepto si nos damos cuenta del aprovechamiento político en temporada electoral. Todos saben de la inviabilidad de la consulta en esta materia. Y todos juegan a jugar el juego.
Los integrantes del grupo “Federalista” representan a un tercio de la población nacional.
Hay otros gobernadores más cautos, sin contar a los empleados de la federación, ocupantes de despachos dependientes en Veracruz, Morelos, la Ciudad de México, Tabasco y todos los demás con siglas de Morena. Esos no cuentan, son dóciles y sumisos por obligación.
Y en el resto hay notables adhesiones al trabajo federal.
Por ejemplo en Oaxaca, donde Alejandro Murat ha dicho una y otra vez: la política debe ser la herramienta para solucionar estas controversias y estas discusiones.
Murat comparte una inversión trascendente para el sureste: el canal transístmico, lo cual hace lógica su adhesión a la primera obra enorme cuyo desarrollo va a generar empleo y oportunidades en la abandonada zona.
Nada más un siglo se ha tardado esa ruta. Y ahora, no está para desperdiciarla. Es lógico.
Por eso les ha preguntado a los Ejecutivos de otros estados cuyas economías se han visto favorecidas por las sucesivas infraestructuras federales: ¿A poco el gas llegó solito al norte?
Murat afirma su fe en el desarrollo productivo. Al menos así se lo hizo saber a quien lo escuchara en una reciente entrevista matutina en Radio Fórmula. Muchos minutos de llamados a la concordia y la discusión política.
Pero hay quienes sin esperar la “obra del siglo”, se muestran participativos y comprensivos ante el Gobierno Federal y no plantean ni ruptura de los pactos, ni fiscal, ni mucho menos de la federación.
Como Alfredo del Mazo:
“(El sol de Toiluca).- Alfredo del Mazo aceptó que López Obrador ha respaldado al Estado de México, y él correspondió este lunes con varias menciones.
“En momentos de división y señalamientos entre algunos sectores de la sociedad lo llamó: “presidente de todos los mexicanos”.
Pero más allá de la coyuntura actual de bravatas y “echadas”, vale la pena preguntarse algo: ¿una vez fracasado este asunto de las consultas, por inoperante, ilegal e inútil (como no sea para el aplauso de la porra), qué sigue?
Tarde o temprano se van a acomodar las piezas porque no puede ser la desunión la ruta distintiva. ¿Cederá el presidente en alguna parte de su comportamiento?
O serán los gobernadores quienes bajen las manos.
No se sabe, pero es obvio: el Pacto Fiscal es consecuencia del Pacto Federal y este país no es (todavía) la Yugoslavia posterior a la muerte de Tito.