La vida política en nuestro país, transcurre veloz, en carrera contra el reloj electoral y por lo mismo, viciada de superficialidad. En las campañas, ningún tema se aborda a profundidad, se convierten en tópicos, lugares comunes en los discursos que llenan la conversación pública en medios y redes sociales.
Hay coincidencia en que el principal problema que preocupa a la población es el de la seguridad, pero el documento más completo sobre el tema que se ha hecho público, gracias a la Conferencia del Episcopado Mexicano, se ha perdido en el ruido de lo sensacional que resulta oponerse a él.
La candidata del partido en el gobierno manifestó que no comparte el diagnóstico pesimista ni la visión de que prevalezcan el miedo, la impotencia, la desconfianza y la incertidumbre, y eso bastó para que los titulares y comentarios se olvidaran de lo fundamental, analizar el documento y las propuestas.
Los opositores se limitaron a asentir y firmar el compromiso, sin conocerlo, solo para quedar bien y en consecuencia, las propuestas de todos, oficialistas y oposiciones siguen perdidos en propuestas efectistas sin entender el contenido del diagnóstico más extenso que se haya elaborado.
El documento abarca 7 temas: tejido social, seguridad, justicia, cárceles, adolescentes, gobernanza y derechos humanos y resulta de un diálogo entre más de 1600 instituciones y de la realización de más de mil foros y conversatorios y por ello debiera merecer mayor atención, no solo de los firmantes, sino de los propios medios para que la sociedad esté mejor informada sobre el problema, que hoy pareciera circunscribirse a un resumen de nota roja y al miedo que provoca ver tanta violencia.
A una semana de la firma del documento por los candidatos, en sus propuestas seguimos viendo generalidades, propuestas efectistas que ganan titulares efímeros pero extravían la mirada sobre lo sustancial.
La candidata oficial sigue hablando de atacar las causas de las conductas antisociales, así, generalizando, y ganar la paz, es decir más abrazos y becas, cuyos resultados a cinco años ya los vemos.
No sorprende que esté en desacuerdo con los diagnósticos del documento, porque hacerlo implicaría reconocer el fracaso de la política sexenal. Dar dinero a los jóvenes y campesinos no ha traído la paz y en cambio disminuir los presupuestos para las policías estatales y municipales y mejoramiento del sistema legal y penitenciario, resultó en un mayor campo de acción para la delincuencia.
La sociedad, todos, debiéramos conocer el documento que firmaron los candidatos, para exigirles congruencia y sobre todo seriedad. El compromiso por la paz que firmaron asevera, y lo comparto, que se requiere una política de Estado surgida desde lo local y con el consenso y participación de todos. Formula estrategias a nivel municipal, estatal y federal para cada uno de los 7 temas abordados, que pueden o no ser coincidentes con lo que algunos piensen, pero es al menos una guía de ruta para cualquier gobierno.
No elude el papel de la sociedad, de nosotros como individuos, y plantea la necesidad de que el gobierno termine con los cotos de impunidad que han robado a la sociedad los espacios para su desenvolvimiento, para la formación de ciudadanos responsables y para la recuperación de la cohesión social.
No es un documento perfecto, pero conocerlo y entenderlo es un buen punto de partida si queremos que nuestro país, nuestras comunidades, recuperen la paz.
No debiera el episcopado mexicano, quedarse en la conformidad por la aceptación del documento por los principales actores políticos del momento. Evitar la intrascendencia es un imperativo y por lo tanto, debiera dársele la máxima publicidad.
El esfuerzo de diálogo social que dio vida al documento, debe continuar para su difusión y comprensión; para que la sociedad se enfrente a sus propios miedos y limitaciones y venga una toma de conciencia necesaria para la participación.
De nada servirá que los candidatos hayan firmado, porque ellos quedaron conformes con la fotografía y siguen con sus agendas y propuestas parciales y extraviadas. Una vez que se admite que la solución parte de lo local, es ahí donde debe incidirse en la comprensión del problema, que rebasa ya el simple conteo de los asesinatos y extorsiones.
La sociedad, en amplios sectores está infectada por las conductas antisociales y se celebran las apologías del consumo y el mundo del narco, presente en la música y comedias televisivas, que hacen ídolos de sus figuras.
Tiene razón el documento, la paz no será solo asunto de represión, fuerza y aplicación de la ley. Urge recuperar el tejido social, la humanidad de la sociedad, el respeto y el cuidado mutuo entre los ciudadanos y sobre todo la rigurosa aplicación de la ley, para lo cual pueden requerirse mejores cárceles, pero siempre será mejor tener cárceles vacías, ausencia de delitos y mejores ciudadanos, como en Dinamarca dijera el clásico.