Si usted, por alguna razón temperamental, indebidamente insulta a un amlover o a un chairo o como se llame a los devotos de la Santa Madre Iglesia Andresiana de la Esperanza del Mundo, y en un exceso le mienta la madre, el aludido responderá con un olímpico desdén. Se encogerá de hombros y seguirá su camino silbando aquello de es un honor, etc, etc… usted habrá perdido su tiempo y su injuria, ¡ah!, pero si le dijera a esa misma persona orgullosamente Andresiana, tú y tu jefe son la Cuarta Transformación, pero del PRI, entonces conocerá una furia, superior a las llamas del infierno o el corazón de una mujer despreciada, como nos dijo el poeta inglés William Congrave, hace ya muchos años, y esa persona perderá la templanza y surtirá a su merced con todo el repertorio imaginable de insultos y denuestos, porque nada le ofende más a la actual corriente dominante de la política mexicana, vaya usted a creer, compararnos a nosotros con el viejo PRI, y entonces escuchará una serie de análisis tan bobos como los de quienes afirman con toda exactitud, según ellos, la condición de mellizos o gemelos de estos dos partidos, semejantes en algunas cosas, pero en el fondo tan iguales como un político mexicano rapaz a otro político mexicano rapaz, porque a estas alturas de la vida, no van a venir ni de un partido ni de otro, a hablarnos de la nobleza de la política o al hallazgo de Maquiavelo en la casa de Walt Disney, cuando ya sabemos de sobra y hasta la tonsura, cuál es su verdadero propósito, cuál su verdadera identidad, y si usted no me lo quiere creer, pues vea nada más lo sucedido ayer en el estado de México, territorio sobre el cual Morena desplegó todos sus recursos de propaganda y presencia territorial y el presidente les ordenó a sus apóstoles y “apóstolas”, locales y federales, a marchar muy ordenados en un proceso corcholatero cuya evolución sólo él controla y solo a él le sirve, porque estas damas y estos caballeros, se llamen Delfina o Claudia o Marcelo o Adán nada más hacen lo dispuesto desde el Palacio Nacional y si bailan cuando les ordenan, es porque así le conviene a quien da las órdenes, no a quien las obedece, y entonces los vemos en el grotesco juego de pagarse porras para lograr gritos presidenciales y alabanzas, mientras detrás de la puerta de Palacio el jefe de todos ellos, aquel sin cuya voluntad no se mueve la hoja del árbol, sonríe socarrón y piensa, pobres de estos, cómo los traigo, porque la verdad es sencilla, el juego del neo tapadismo no se diferencia mucho del anterior, el elegido o la elegida siguen cubiertos, y el desfile es nada más para ver quien se ve peor en la carrera de costales en la cual los ha metido con toda crueldad, para verlos saltando como canguros con horario, y ahí vienen fatigados, sudorosos, empeñados en el juego de quedar bien, de sumar méritos hasta en la “Cumbre de las Anémicas” (sic) , como Marcelo; en la pelea por ganar puntos en el marcador del Zócalo; mientras el presidente sigue con la única estrategia importante: apoderarse de las voluntades de los menesterosos, la mayoría nacional, y ganar –como lo hará–, las próximas elecciones estatales y presidenciales, porque Morena no es un movimiento popular; es una implacable maquinaria electoral, y eso es todo, así de simple, así de fácil de entender, por eso tiene programas de regalar dinero, por eso inventan la siembra de 500 millones de árboles (pues total, mejor mil millones de árboles, ¿no?), por eso sueñan con atacar las causas de la delincuencia con dinero, para los ninis, por eso se hace todo, con la única finalidad posible, ¿Cuál?: ganar elecciones y en eso no son iguales al PRI de antes : son idénticos.