La historia de las relaciones entre Colombia y Venezuela ha sido ardua y difícil. Los altibajos y desencuentros durante las últimas dos décadas derivaron en desconfianza mutua, alejamiento y pérdida de los vínculos bilaterales. Tras años de tensiones, la llegada de la izquierda al poder en Colombia es una nueva oportunidad para recomponer lazos, rotos desde 2019 y con contactos intermitentes previos.
Desde campaña, el presidente colombiano Gustavo Petro anunció que restituiría las relaciones con el régimen venezolano de Nicolás Maduro, y mencionó que no tenía ningún sentido que dos países con tantos intereses se perjudicaran mutuamente. La decisión fue concretada una vez que el mandatario tomó posesión del Ejecutivo.
El 29 de agosto, Armando Benedetti, nombrado por el presidente Petro como embajador en Venezuela, llegó a ese país para presentar sus cartas credenciales al presidente Maduro, quien a su vez designó a Félix Plasencia como representante en Bogotá. Estos hechos marcaron el inicio y el cambio de rumbo hacia una nueva era en la relación entre ambas naciones.
La frontera colombo-venezolana llegó a ser la más activa de América Latina. El año 2008 se consideró como el mejor momento para el intercambio comercial binacional, con más de 7,000 millones de dólares y un saldo favorable para Colombia. No obstante, desde entonces este valor se desplomó. En 2015 retrocedió hasta poco más de 1,330 millones, y en 2020 apenas alcanzó los 221 millones, el peor indicador. Enseguida, la pandemia por COVID-19 empeoró la situación con los cierres de los pasos fronterizos.
Benedetti informó que la prioridad de su labor será potenciar la economía, sobre todo la fronteriza. Así, prometió que buscará elevar el comercio hasta los 10 mil millones de dólares. En paralelo, el mandatario Petro señaló que el objetivo es recuperar los 8,000 millones que antes se registraron en este intercambio. Sin duda, este ámbito será eje para ambos países en el restablecimiento en ciernes de las relaciones.
Sin embargo, en forma paralela al comercio, la cuestión fronteriza tiene muchos retos pendientes. El cierre propagó los mercados negros, los pasos ilegales y el fortalecimiento de grupos armados delictivos. Hay 45 municipios en esta zona, y el 80 por ciento de ellos tienen relación directa y cotidiana. Existen vínculos comerciales y familiares, además del cruce diario de estudiantes. Adicionalmente, cerca de 2.5 millones de ciudadanos venezolanos viven en Colombia, un tercio de los cuales no está regularizado.
En este proceso de normalización de la relación bilateral, los primeros pasos han sido el reconocimiento mutuo, la reapertura fronteriza en el tránsito vehicular y comercial, y la reactivación de los vuelos comerciales. En tanto, una de las primeras acciones fue la llegada al puerto de Barranquilla de un buque con toneladas de urea proveniente de Venezuela.
Asimismo, se llevó a cabo el primer Encuentro Binacional Parlamentario, con la presencia de alrededor de 80 legisladoras y legisladores de ambos países. La finalidad fue intercambiar propuestas que a nivel legislativo coadyuven en el restablecimiento bilateral, definir un plan de trabajo binacional y agendar los próximos encuentros fronterizos. También se espera que los líderes colombiano y venezolano se reúnan, aunque aún no hay una fecha concreta para ello.
Mientras esto ocurre, temas como la recuperación del intercambio comercial, los tratados de extradición, las cuestiones fronterizas y de seguridad, la gestión migratoria, la mediación en las negociaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el componente energético con la compra de gas y la explotación conjunta en la zona fronteriza, así como el caso de la compañía venezolana Monómeros, con sede en Colombia, prevalecen en la mesa de las negociaciones.
Desde el Senado de la República hemos seguido lo que ocurre en Venezuela, con respeto y pleno apego a los principios constitucionales de política exterior de México. No olvidemos que en 2021 nuestra nación acogió los diálogos entre el Gobierno y la oposición venezolanos.
Mientras las relaciones colombo-venezolanas se normalizan, celebramos este acercamiento y hacemos votos para que derive en mejores beneficios para ambos pueblos. Particularmente en el marco de los objetivos planteados rumbo a esta recuperación, que podrían traer paz para Colombia y estabilidad política para Venezuela, así como una mayor cohesión, solidaridad regional y prosperidad, en aras de abrir nuevas oportunidades para toda América Latina.
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