De manera largamente desafortunada –sin imaginación ni pensamientos propios, como es su sello–, la regenta de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum cumplió con las órdenes de su protector e inició su campaña para reconquistar la ciudad de México, con sendas y breves giras por las alcaldías Iztapalapa y Álvaro Obregón.
En los dos lugares se resbaló notablemente.
En la primera alcaldía repitió la cantaleta de su jefe contra la clase media: los votos en contra de Morena fueron producto de la desinformación y la campaña sucia.
Cuando alguien — desde la IV-T– habla de desinformación se muerde la lengua o al menos escupe para arriba:
Si con todo y las “mañaneras”, las extintas conferencias de López Gatell y sus propias ruedas de prensa casi cotidianas la gente está desinformada, entonces es obvio el fracaso en el área donde algunos quieren ver al genio lopezobradorista: la eficiente información persuasiva.
“ (LJ).- La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, afirmó que pronto “se va a revertir la campaña de odio y desinformación” contra la transformación del país que ganó en algunos lugares de la capital en las pasadas elecciones”.
–¿Entones no sirve todo este dispendio de tiempo al aire? ¿Ya no convocan ni convencen los mensajes del jefe cada fin de semana, ya se gastó la demagogia populista?
Analizar así las cosas implica reconocer dos fracasos, uno electoral y otro en el campo más recurrido: la propaganda. Ahora resulta, son más eficientes los mensajes paralelos.
Pero mientras Sheinbaum dice: no dará pasado atrás la IV-T, precisamente en una alcaldía donde les dieron por debajo de la lengua: su parte favorita del cuerpo, pocas veces conectada con el cerebro, la ciudad se despierta con un lunes atípico: un regreso a clases tan voluntario como la posibilidad de domar el Coronavirus y sus efectos mortales y un simulacro de prueba para las alertas sísmicas y los respectivos altavoces, lo cual –como ha quedado probado hasta la saciedad–, no sirve para nada como no sea mantener entretenida a la burocracia.
No importa si como parte de la pantomima, el ciudadano presidente abandona el porfiriano despacho del juarista palacio, y se pasea en uno de los patios del Palacio Nacional.
Queremos –dicen los sublimes burócratas—estimular la cultura de la prevención. No pueden con la “cultura de la construcción” y ya quieren prevenir.
¿Dónde estaban estos simuladores (quien hace simulacros es un simulador), cuando debieron revisar las condiciones del Metro o prevenir el incendio de su puesto central de control?
En la Rambla, jugando al dominó. Se comportaron como pobres venaditos en la Serranía.
Lo inútil de los simulacros se prueba con este hecho: se hicieron con tambores y platillos en septiembre de 2017, cuando la señora delegada Claudia Sheinbaum, omisa en la supervisión del Colegio Rebsamen de Tlalpan, vio caer el edificio: murieron 19 niños y siete adultos.
Pero ella se alzó de hombros y seguramente consideró
como su jefe cuando se derrumbó el Metro: son cosas que pasan… Total, en este país hay muchos niños y muchos adultos. No es una tragedia, es una forma de control demográfico, diría Jonathan Swift.
Pero el empeño ha comenzado de manera abierta: los alcaldes morenistas sobrevivientes del naufragio harán algo similar a los gobernadores contra la Conago: un bloque cuya fidelidad y afinidad, succionarán el presupuesto en detrimento de las otras alcaldías para saborearlas y hacerles imposible la administración.
Y para quedar bien con su jefe, recurso eterno en el ascenso político, Claudia utiliza las vacunas de manera tramposa:
“(LJ).- “México (falso) es el noveno país del mundo con más personas vacunadas contra el Covid-19, y a nivel nacional, la capital tiene el mayor número de inmunizados. “¿Eso, gracias a quién?”, preguntó, y respondió:
“Al Presidente de la República”.
Así quiere cruzar la calle.