Durante los últimos años, Occidente ha estado tratando de romper el control de China sobre minerales que son críticos para las tecnologías verdes y de defensa. A pesar de sus esfuerzos, las empresas chinas se están volviendo más dominantes, no menos.
Están ampliando sus operaciones, turbocargando la oferta y provocando la caída de los precios. Sus rivales no pueden competir.
“China no se queda quieta esperando que nos pongamos al día”, dijo Morgan Bazilian, director del Instituto Payne en la Escuela de Minas de Colorado. “Están realizando inversiones encima de sus ya masivas inversiones en todos los aspectos de la cadena de suministro de minerales críticos”.
Un ejemplo es el níquel, que se necesita para las baterías de los vehículos eléctricos. Las plantas procesadoras chinas que salpican el archipiélago indonesio están produciendo grandes cantidades del mineral desde instalaciones nuevas y en expansión, sacudiendo el mercado.
Mientras tanto, el gigante minero Glencore, con sede en Suiza, está suspendiendo las operaciones en su planta de níquel en Nueva Caledonia, un territorio francés, al concluir que no puede sobrevivir pese a las ofertas de ayuda financiera de París.
La británica Horizonte Minerals, cuya nueva mina brasileña se esperaba que se convirtiera en una importante fuente occidental, dijo el mes pasado que los inversionistas se habían retirado, citando un exceso de oferta en el mercado.
Al menos cuatro minas de níquel en Australia Occidental están cerrando sus puertas.
Los proyectos de litio en Estados Unidos y Australia han sido pospuestos o suspendidos después de un disparo en la producción china en el país y en el África subsahariana.
La única mina dedicada al cobalto en Estados Unidos también suspendió sus operaciones el año pasado, cinco meses después de su ceremonia de apertura. Sus propietarios están luchando contra una avalancha de cobalto producido en China de Indonesia y la República Democrática del Congo.