Javier Hernández, el “Chicharito”, regresó a Chivas con la ilusión de una afición que lo idolatraba. El sueño del hijo pródigo que vuelve a casa para escribir un nuevo capítulo de gloria. Sin embargo, la historia no se escribió como muchos esperaban. Y eso, también me incluye a mí.
El futbol mexicano esta carente de buenos futbolistas y cuando un joven aparece con destellos de calidad (y aparecen muy pocos), el entorno y medios futboleros se encargan de venderlo como el caudillo que nos acercara a la gloria balompédica y en ese trayecto injustificado y fulgurante hacia el cielo, todos terminan con las alas de cera derretidas en su intento por alcanzar la luminosa gloria, tal como le sucedió a Icaro en la mitología griega al intentar alcanzar el sol. Tal vez por esa razón, esperamos tantísimo de los que localmente consideramos como nuestras figuras futbolísticas, extendiendo su carrera y exigiendo proezas ajenas a su talento. Y hoy, así nos ha pasado a los que esperábamos más del Chicharito.
Él de los goles en Champions con el Madrid, el que hizo sonreír a Old Trafford, él que fue coreado en Alemania, impetuoso como él mismo, pero sin la suerte de antaño, Javier Hernandez que, aunque viniendo de una lesión importante, ha tenido una terrible temporada que de alguna manera lo desnuda futbolísticamente y, tristemente se comprueba que como futbolista no evoluciono. Se entiende que la fuerza de la juventud ya no lo abraza, pero el grado de experiencia que todos esperábamos, no se ha visto reflejado en el césped y al parecer, tampoco en el vestidor. Sus apariciones en la cancha, fueron poco emotivas y sin resultado, incluso se le vio fuera de ritmo, sin liderazgo y en la mayoría de las ocasiones modifico dinámicas dentro del funcionamiento de su equipo. Más allá de las estrategias y las tácticas, era evidente que algo no funcionaba. En la cancha, Chivas parecía otro equipo cuando Chicharito estaba en el campo. Su esfuerzo era indiscutible, pero no era suficiente. La chispa que lo caracterizaba, esa magia que lo convertía en un ídolo, parece haberse apagado.
Es importante recordar que la vida fuera de la cancha, aunque para muchos debería ser un ámbito privado, también juega un papel crucial en el rendimiento de un jugador. En el caso de Chicharito, su vida personal ha estado marcada por momentos polémicos que, sin duda, han afectado su estado anímico y, por ende, su desempeño en el campo, por ejemplo, la influencia de su supuesto coach de vida, Diego Dreyfus y las poses estudiadas, las actitudes que muchos han calificado como «sobreactuadas», han alejado a Chicharito de la imagen del joven humilde, sencillo y cercano que lo catapultó al estrellato. Es difícil saber con exactitud qué ha pasado con el Chicharito que enamoró a las masas. Quizás sea una combinación de factores: la presión de las expectativas, las cargas personales y la influencia de su entorno. Lo que sí queda claro es que el ídolo que regresó a Chivas no es el mismo que se fue en ningún sentido.
La afición rojiblanca aún guarda un cariño especial por Chicharito. Y aunque el sueño del regreso dorado no se haya cumplido, nadie puede negarle su lugar en la historia del club. Solo él sabe si podrá volver a encontrar esa magia que lo hizo brillar y recuperar la confianza de una afición que aún lo añora. Tal como en la novela «El viejo y el mar» de Ernest Hemingway publicada en 1952, el «Chicharito» parece haber sido derrotado por la naturaleza implacable del tiempo y las circunstancias. Pero al igual que el viejo Santiago, el pescador protagonista del libro, Javier Hernández ha demostrado una valentía y una tenacidad admirables, y todos, especialmente los aficionados al Rebaño Sagrado, al igual que sucede en el libro, esperamos esa última batalla épica del chicharito contra su “pez gigante”.
Al final, su regreso a Chivas nos deja un par de reflexiones, la primera es que el fútbol es un deporte de claroscuros, donde las historias de gloria y fracaso se entrelazan. Lo importante es no olvidar que detrás de cada ídolo hay un ser humano con sus virtudes y defectos. Y la segunda, es que el fútbol es un deporte complejo, donde el talento no es suficiente. Se requiere trabajo, dedicación, pero también un equilibrio entre la vida personal y la profesional. Y en ese camino, la humildad y la sencillez siempre serán valores fundamentales para un verdadero ídolo… Cosas que el delantero había dominado y que hoy, parece haber extraviado.
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