Si alguna vez amable lector hubiera un momento en donde se requiere el uso de una palabra que alcance a definir un momento en la historia de una persona es GRACIAS, y no porque lo sencillo que el uso de la palabra sea la educación que emana de una madre, que al son de formar moralmente la condición de un pequeño le sea contundente reprimenda de que a todo lo que te den “des las gracias” es simple educación, dice el manual de Manuel Antonio Carreño, venezolano preocupado por la educación de los niños en urbanidad y buenas maneras, escrito en 1853, emulando a los manuales ingleses de los colegios de primera instancia.
Tampoco es simple costumbre, dentro de una tradición de repetir las cosas como simple reflejo de un conductismo, el cual por simple que parezca es el acto de mayor frecuencia, dentro de una programación de las formas ¡No lo es!
Dar las gracias a mi Director General del Periódico de Querétaro Plaza de Armas Don Sergio Venegas Alarcón quien ha permitido que un aprendiz de historiador, que se ufanó de ser escritor – eso sí en empeño no dejó – para que Usted amable lector tuviera en sus manos una columna como La Apuesta de Ecala, que con paciencia a cada una de las entregas semanales me dio la libertad de expresión a la que tenemos derecho todos y cada uno de los mexicanos – está en nuestra carta magna en los artículos 6º y 7º constitucionales – y que desde la abierta reunión que tuvimos en las entonces instalaciones físicas del periódico, allá por la colonia San Ángel, me trataron como el mejor columnista que hayan visto, con la gallardía de un profesional en el periodismo como lo es el propio Don Sergio, quien nos debe su andanzas como un protagonista de la historia de la prensa en Querétaro y a nivel nacional, apuesta a la que estaré presto para de inmediato lograr leerla.
Desde el 2010, que es el año en el que salieron mis primeras ideas escritas en este periódico no hubo un solo viernes que no se haya entregado lo convenido, fuese la fecha que fuera y en tenor de cumplir con el compromiso semanal de no fallar a nuestros lectores, incansables noches de desvelo – sin que esto me provocara mal alguno – para soportar lo escrito, no solo por la rigidez de un dato histórico o relevante, sino porque se merece cada uno de mis lectores y del periódico mismo un trabajo cercano a lo profesional, siendo las palabras de mi maestro Pepe Fonseca: la disciplina es el arte del periodista ¡No dejes de escribir! A quien por cierto conocí en las comidas de aniversario y decembrinas, descubriendo que la sencillez es la mejor tarjeta de presentación de un grande.
No hubo coma, punto, idea o tema escrito del que fuera un servidor llamado para aclarar asunto alguno, cómo enviaba el escrito ¡Así salía! Si algo estaba mal escrito o se fue el famoso “dedazo” en alguna palabra ¡Es completa responsabilidad de un servidor! Y claro que me pasó. Desde temas de la fe católica, de la vida de santos, familia, a favor de una construcción de la sociedad ¡Hasta relatos históricos de datos que la gente poco conoce! Pasando por la abierta disposición de dejarme escribir, ensayo, cuento, historias y recientemente novela histórica – si es que se pueda definir, aunque a un servidor le gusta el tema de “periodismo histórico” y en ello los últimos años me dediqué-.
La familia de Don Sergio siempre me ha recibido como si nos conociéramos desde hace décadas, cada uno de los hijos e hijas – porqué así se debe escribir – me demostraron el cariño y aprecio en cada una de las entregas ¡Aunque seguro en algunas no estaban de acuerdo! Pero es parte de este oficio. Resalto en especial a Doña Nena que siempre me demostró el aprecio y calidad humana en el honor para un servidor de contar con su amable saludo y distinción ¡Muchas gracias!
En este tiempo perdí a un maestro inolvidable, compañero de armas en este cuartel de la información y cultura ¡Mi querido Doctor Andrés Garrido del Toral! Que, aunque lo conocí desde la Estudiantina de la UAQ, fue mi guía, destacado crítico – ganándome un “pendejo” de vez en cuando” – pero a la vez formador y paciente corrector de mi trabajo ¡Claro que lo extrañamos! A ti amigo ¡Gracias!
Para alguien que escribe lo que otros hicieron, buscando para mis lectores el dato más asombroso de alguna ocasión histórica ¡Qué difícil escribir estas líneas! Pero decidí que esta es la manera de agradecer infinitamente la atención a un servidor, que deja este espacio por entera libertad, con alegría – esa que nos enseñó el Mtro. Yeyo en cada actuación – sabiendo que continuaremos una labor, sí cercana al periodismo, pero en ocasión de ser invitado a ocupar en el quehacer comercial ¡Expertís que me ha dado el sustento por toda mi vida!
El escrito moralista Jean de La Bruyère, escribió: «Sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud»
¡Mil Gracias!