La crisis climática se perfila como uno de los factores más determinantes en el aumento de la pobreza en América Latina durante la próxima década.
Lo anterior, lo confirman diversos estudios que advierten que, de no tomarse medidas urgentes, millones de niños, adolescentes y jóvenes engrosarán las listas de los más pobres por las consecuencias del presente y el futuro del clima.
No bastan los ingresos para combatir la pobreza, sino también hay que tomar en cuenta los aspectos ambientales, tales como el Cambio Climático.
La región es especialmente vulnerable por su fuerte dependencia de actividades económicas sensibles al clima, como la agricultura, la pesca y el turismo. Para los jóvenes, esto significa pérdida de oportunidades educativas, interrupción de sus proyectos de vida y una mayor probabilidad de ingresar a la fuerza laboral en condiciones precarias.
Entre 5.9 y más de 27 millones de niños y jóvenes de hasta 25 años de edad caerían en la pobreza para el 2030 a causa de la crisis climática en América Latina, así lo dio a conocer el miércoles pasado un informe de la ONU que analiza los escenarios que enfrentaría la región, dependiendo de la acción climática que desarrollen los países. Se trata del informe ‘El impacto del cambio climático en la pobreza infantil y juvenil de América Latina’, publicado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Recientemente en México, se dio a conocer los datos del INEGI, que en resumidas cuentas, señalaba que se había reducido la pobreza en el país, debido fundamentalmente por el incremento de los ingresos en las familias. Pero dicho informe nunca tomó en cuenta los factores ambientales que pueden incidir en la pobreza, como el cambio climático.
De ahí, que el reto para México y América Latina es doble: cambiar su relación con el clima y, al mismo tiempo, adaptarse para proteger a las poblaciones vulnerables. La inversión en educación climática, sistemas de protección social, empleo verde, energías renovables y resiliencia comunitaria serán clave para evitar que la crisis ambiental se traduzca en una crisis generacional de pobreza que limite el futuro de millones de niños y jóvenes.
Recordemos que la pobreza y el cambio climático están profundamente entrelazados: el cambio climático exacerba la pobreza al destruir medios de vida (como la agricultura) y aumentar la escasez de alimentos, agua y recursos. A su vez, las comunidades empobrecidas son más vulnerables a estos impactos por su acceso limitado a recursos, infraestructura frágil y poca capacidad de adaptación, creando un círculo vicioso de pobreza y vulnerabilidad climática que requiere soluciones integradas.
El cambio climático y la pobreza están estrechamente relacionados, pues la pobreza aumenta la vulnerabilidad de las personas y las comunidades a los efectos negativos del cambio climático, como las inundaciones, las sequías y los desastres naturales.
El cambio climático está afectando a las personas más pobres de manera desproporcionada y algunos de sus efectos incluyen:
La inseguridad alimentaria: los cambios en el clima están afectando la producción de alimentos, lo que lleva a precios más altos y menos disponibilidad de comida para las personas con menos recursos.
El desplazamiento y migración: los fenómenos climáticos extremos, como las inundaciones y las sequías, están obligando a las personas a abandonar sus hogares y buscar refugio en otras zonas.
La pérdida de medios de vida: la pesca y la agricultura, dos fuentes importantes de ingresos para las personas más pobres, están siendo afectadas por el cambio climático.
Y el aumento de enfermedades: el cambio climático está contribuyendo a la expansión de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue y la malaria, que afectan a las personas más desfavorecidas.
Estos efectos pueden exacerbar la pobreza y la vulnerabilidad de las personas más pobres, y requieren acciones urgentes para mitigarlos. Y según datos de Naciones Unidas al 2016, en los últimos 20 años, los desastres climáticos han afectado a 4.200 millones de personas y han sido los países en desarrollo los que han sufrido el impacto más importante.
Se dice en varios estudios que, en México, las poblaciones más vulnerables al cambio climático son aquellas con bajos ingresos, como los agricultores y las comunidades indígenas, así como las poblaciones en zonas costeras, marginadas y en zonas urbanas propensas al calor.
Y de manera específica, en cuanto a la agricultura, como resultado de los cambios tanto en temperatura como en precipitación, se prevé un bajo rendimiento en cultivos como: maíz, caña de azúcar, sorgo, trigo, arroz, soya (5-20% próximas décadas y 80% para finales de siglo). Y justo a finales del siglo, los estados como Jalisco, Estado de México, Nayarit, Morelos, Michoacán, Guerrero y Colima, podrían perder entre 30 y 40% de sus rendimientos de producción de maíz de temporal.
Nuestros océanos también han experimentado diversos cambios, pues ha aumentado su temperatura global y se ha registrado la elevación del nivel medio global del mar en 19 cm en el periodo de 1901 a 2010. Además, en México las zonas que presentan más riesgos son las llanuras costeras del Golfo de México, del Pacífico y la Península de Yucatán.
Y entre el 2015 y 2039 podría disminuir la precipitación anual entre un 10 y 20% aumentando las sequías intensas y prolongadas principalmente en el norte del país.
Asimismo, se observa un aumento en la intensidad de ciclones tropicales que afectarán al 60% del territorio nacional. Dichos fenómenos hidrometeorológicos extremos pueden ocasionar lluvias torrenciales que a su vez provocan inundaciones y deslaves.
La ocurrencia de eventos extremos puede afectar los sistemas humanos y los ecosistemas, al generar una mayor exposición y/o vulnerabilidad. Como ejemplo tenemos que de 1999 a 2017, el 91% de los recursos de declaratoria de desastre en México fueron destinados a eventos climáticos. Y durante este periodo, por cada desastre geológico, como los sismos, hubo una ocurrencia de 13 desastres relacionados con el clima y su costo fue 10 veces mayor.
En este sentido, las condiciones socioeconómicas como la pobreza y las desigualdades, la fragilidad de los ecosistemas naturales y las características geográficas y climáticas de nuestro país, hacen que México sea sumamente vulnerable al cambio climático.
Finalmente, dado que afecta en mayor medida a la población más pobre, el cambio climático aumenta la desigualdad económica existente y hace que más personas caigan en la pobreza. Y según un informe del Banco Mundial, entre 68 y 135 millones de personas podrían ser empujadas a la pobreza de aquí al 2030 como consecuencia del cambio climático.
Por ello, uno de los objetivos de la conmemoración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza (17 de octubre) es reivindicar que los esfuerzos mundiales deben estar orientados a construir un mundo equitativo y sostenible. Un mundo en el que haya justicia social y medioambiental para todas las personas.
¡ Luchar contra el cambio climático es también Luchar contra la pobreza !
