Por una #SociedadHorizontal
Iniciaron las campañas. A dos meses de que ocurra la elección más grande de la historia en nuestro país, las propuestas de los partidos han tenido poca atención. El modelo electoral exhibe desgastes; la saturación de propaganda, el amplísimo universo de partidos, la creciente cultura de la polarización, agotan los ánimos de la sociedad. Ante esta situación, para que las elecciones vuelvan a emocionar a los votantes, necesitamos cambios de raíz, sin soberbia ni improvisación, sino con humildad y profesionalismo.
Si queremos que cambien las cosas en México, se requiere un cambio organizacional a fondo. Mantener los mismos hábitos organizativos como sociedad, nos mantendrá con los mismos resultados mediocres y la insatisfacción perene de la gente.
Cada tres años, las elecciones dan cuenta de la enorme movilización que se hace en el país en torno a la búsqueda del voto. Miles de personas son contratadas para la promoción y también para movilizar a los electores. Los representantes de casilla y representantes generales, observadores y escrutadores conforman una efímera organización de enormes dimensiones, que no tiene símil en otro espacio de la vida nacional. Un escandaloso dispendio que se instala solo unos cuantos meses y después se apaga sin mayor objetivo o resultado trascendente que el de “elegir” gobernantes.
Aún cuando históricamente, el modelo mexicano dio luces institucionales de la gran participación ciudadana, como pilar para la transición política en el país, hoy parecería que la inercia del fastuoso gasto partidista, el dinero no fiscalizado y los programas públicos utilizados para sesgar la voluntad popular, se han convertido en las verdaderas correas que rigen la vida democrática nacional. Por ello, cabe hacer una reflexión más allá de la defensa por la evolución del INE y el respeto al voto: ¿Es suficiente nuestro modelo de organización democrática para enfrentar los retos sociales, económicos y políticos que enfrentamos?
Dramáticamente, las gestiones sociales, los apoyos privados y el trabajo político están relacionados más con las secciones electorales, que con otros espacios mucho más relevantes para el bienestar de los habitantes. En México, hemos estado y seguimos organizados solo para votar; no para convivir, producir o prevenir mejor. Es indispensable cambiar. Hoy que estamos mejor informados y comunicados gracias a las nuevas tecnologías, es viable organizarnos mejor para modificar de raíz la inercia prevaleciente.
La organización electoral que vemos cada tres años, da muestra de la enorme capacidad que tiene la sociedad mexicana para incidir en una política pública. Miles de personas organizadas para un mismo objetivo. ¡Conseguir votos! Desafortunadamente, la lógica de desarrollo integral del país, jamás ha tenido la oportunidad de capitalizarse a partir de estas capacidades. Por el contrario, hemos generado una perversa tendencia a utilizar la organización social solo para fines electorales y en beneficio de unos cuantos. La energía y el esfuerzo social se canalizan a algo efímero que tanto crece exponencialmente, pero que muere tan pronto termina la votación. ¿Qué pasaría si reorientáramos toda esa fuerza social?
Necesitamos generar una nueva lógica de cohesión organizacional. Partamos de la infraestructura y los instrumentos existentes en el país:
Aprovechemos las escuelas y la infraestructura de educación pública instalada en todo el país. En lugar de organizarnos alrededor de las casillas, hagámoslo como vecinos, alrededor de los centros educativos de nuestros hijos diariamente. Diagnostiquemos, dialoguemos, propongamos y decidamos juntos como vecinos, alrededor de las escuelas.
Institucionalicemos las herramientas digitales que hoy utilizamos. El uso de whasapp y las redes sociales, nos han dado muestra de las capacidades organizativas con que cuenta la sociedad. Debemos evolucionar nuestro marco institucional para que sea posible que todos los habitantes del país -sin restricción alguna- tengan acceso a internet. Requerimos garantizar que exista comunicación paritaria entre todos y todas, incluidos principalmente los mandatarios, para que desde la persona mas encumbrada, hasta el ciudadano más humilde, sea posible sostener un diálogo permanente.
Formalicemos nuestro derecho a proponer opciones y a decidir sobre ellas, como un derecho universal. Por último, que sea nuestro derecho hacer escrutinio de todo acto público, para evaluar la ejecución de lo que decidamos.
Estas son las vertientes para cambiar de raíz nuestra democracia. Esta es la esencia de la #SociedadHorizontal que viene. Construyámosla para alcanzar la #TransformaciónParticipativa que merecemos.