La política mexicana se caracterizó, por décadas, en una regla no escrita con respecto al papel de los ex presidentes de la república, la cual resumimos en una palabra: silencio. Así se vivió esta relación entre los que dejaron de ser y el que gobernaba, pero esa regla se rompió. Hoy ya no hay silencio, pero esto podría permitir también abrir el escrutinio sobre los gobernantes pasados.
Una quimera para los políticos ha sido dejar a su sucesor y gobernar a través de él, historia que siempre termina en que el que estorba es el que se fue, entre más callado y si se puede lejos mejor aún. Por esto, los expresidentes en algún tiempo fueron exiliados, con o sin cargo, o en otros casos permanecieron en el país, pero sin protagonismo, si acaso escribieron sus memorias, donde justifican sus acciones de gobierno, exaltando sus aciertos y explicando sus errores, para que no parezcan como tal.
Fue Salinas el primero en romper el silencio, bajo un tema coyuntural, el encarcelamiento de su hermano Raúl, a manos de la persona que él mismo había ungido Ernesto Zedillo. Por su parte Zedillo se refugió en la academia, los consejos de empresas multinacionales y organismos internacionales, con esporádicas declaraciones políticas. Sin embargo, ni Vicente Fox ni Felipe Calderón se sometieron a la regla de vivir su retiro político con discreción.
Fox, enfrentado con su sucesor Felipe Calderón, intervino de manera abierta en la campaña de 2012 para sumar votos en favor del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, rompiendo con el PAN, partido con el que había logrado la victoria con la que pasó a la historia como el político que había terminado con siete décadas de la dictadura perfecta. Fox fue luego un permanente golpeador mediático contra Andrés Manuel López Obrador en su tercer intento por alcanzar la Presidencia de la República, a quien criticaba y le llamaba de manera despectiva “Lopitos”, haciendo llamados a no votar por él con un lenguaje burdo, siendo un operador activo pero ineficiente en contra del hoy mandatario.
En el caso de Calderón, quien también renunció al PAN, se involucraría aún de manera más activa ya en su rol de expresidente, primero impulsando a su esposa para ser candidata independiente y atacando tanto a AMLO, así como al candidato de su antiguo partido. Ahora Calderón es un crítico permanente del gobierno federal, usando los medios de comunicación y sus redes para atacar al Presidente y tratar de corregirle la plana de cómo se debe gobernar, sin recordar que él tuvo su oportunidad y no salió bien librado.
El mismo Calderón ahora impulsa la creación de un nuevo partido, que podría nacer en estos días, sí el INE lo autoriza, en cuyo caso, será una plataforma para, como lo ha dicho él mismo en medios, quitarle al partido del Presidente la mayoría en la Cámara de Diputados en 2021 y eventualmente ser artífice para interrumpir el proyecto político de AMLO hacia el 2024.
Ahora que podría llevarse a cabo una consulta para enjuiciar a los expresidentes por delitos cometidos en sus respectivos mandatos, algunos se sienten ofendidos. Las reglas han cambiado, ahora a los expresidentes les gusta seguir siendo actores políticos, pero no quieren ser sujetos de escrutinio político de sus actos. Antes bastaba callarse para que no pasara nada, ahora pueden hablar, pero también deberán responder por lo que hicieron o dejaron de hacer.
Notario y Maestro en Políticas Públicas
@AMaximilianoGP
maximilianogarciap@gmail.com