Favorecida siempre con las manipulaciones del gran prestidigitador, Clara (Juanito) Brugada llegó finalmente al punto estelar (hasta ahora) de su carrera partidaria: la candidatura para la Ciudad de México, tras su prolongada y caciquil experiencia en Iztapalapa. Pero tras su victoria se adivina un rencor ddel grupo derrotado (el de CSP), cuyo efecto ha sido dismulado temporalmenten aunque tal escenografía no borre lo sustantivo: su ganancia fue la primera derrota de Claudia Sheinbaum, cuyo candidato triunfante en las encuestas (reales o cuchareadas), fue desplazado por no ser mujer.
De acuerdo con la discplina partidaria y con la evidencia de la conformación de los equipos de organización y construcción de proyecto de gobierno, Brugada recoge del piso a los derrotados. Quizá para mantenerlos ilusionados.
Como complemento la señora Sheinbaum apacigua los rumores (y se disciplina) con la circulación de fotografías.
“La jornada” publicó hace días, una foto cuya pose resulta falsa como el beso de una suegra. Las señoras hacen con sus manecitas la figura de un corazoncito. Y ambas esplenden sendas sonrisas.
El texto es en sí mismo una síntesis de telenovela rosa:
“…En su primer acto en la Ciudad de México como parte de su precampaña a la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum expresó a Clara Brugada, precandidata de Morena y sus aliados a la jefatura de Gobierno capitalino: “Juntas somos dinamita, dos mujeres un camino”. Las chicas dinamita, “del conservador la kriptonita”, podrían decir.
Pero más allá de esto llama la atención la tribalización de “la cantera”, para usar términos del fútbol. Los morenistas toman posición. Los de la primera división (o primer equipo), se van con Claudia; los demás, los rezagados, con Clara.
Por ejemplo, una de las figuras en la organización de los planes de Sheinbaum, es Juan Ramón de la Fuente, quien era rector de la UNAM cuando la candidata mayor investigaba en esa universidad. Astilla y palo.
Además: Arturo Zaldívar (tránsfuga de la Corte) y Olga Sánchez Cordero (retotradav de la Corte), así como Javier Corral, ex gobernador panista de Chihuahua; Gerardo Esquivel, Omar García Harfuch, ex secretario de Seguridad Ciudadana capitalino, y David Kershenobich, ex presidente de la Academia Nacional de Medicina.
También Susana Harp, senadora por Oaxaca; Jorge Islas Samperio, investigador en el sector energético; Lorenzo Meyer, historiador y académico; Altagracia Gómez, empresaria; Irma Pineda, poeta; Rosaura Ruiz, ex secretaria de Educación en la Ciudad de México; Violeta Vázquez Rojas, lingüista; José Merino, ex titular de la Agencia Digital de Innovación Pública de la Ciudad de México; Diana Alarcón, ex coordinadora general de Asesores y Asuntos Internacionales del Gobierno capitalino y Julio Berdegué, ex funcionario de las Naciones Unidas .
En contraste el equipo de Clara Brugada tiene en la cima a Alejandro Encinas cuyas labores siempre han ido de la mano con la ineptitud. Su mayor logro en la administración pública fue financiar y proteger el plantón de protesta electoral de su patrón.
En su consejo asesor Clara Brugada ha convocado a nóveles promesas, como Elena Poniatowska e Ifigenia Martínez y a figuras de la academia Lorenzo Meyer (el único en las dos listas, a de ser muy “chicho” o muy “chocho”, quien sabe), o extravagancias de importación, como Ada Colau, (la Okupa mayor de Cataluña) o la maestra argentina Ana Falú (promotora –no es broma–, de la “arquitectura y el urbanismo feministas)…”
Aquí una digresión sobre Lorenzo Meyer cuya sintaxis refleja su fatiga intelectual. Lea usted.
“Suponiendo, sólo por suponer (planteamiento supositorio, pues), que las encuestas tengan razón y en 2024 la 4T refrende su derecho (¿su derecho divino?) a mantener el control del Poder Ejecutivo Federal (el Ejecutivo Federal se controla sólo; es una única persona) ¿cuáles serían algunos de los retos en su agenda?
“…Bueno, quizá el primero es mantener la esencia de la 4T…”
Dicho de otra manera: el reto es no tener reto, sino libreto.