Durante mucho tiempo, que en mi caso de octogenario eso es un par de años, me resistí con estoicismo a la tentación de ver la moderna telenovela gringa (ellos le llaman serie) que se llama Breaking Bad. Es una producción de Sony Pictures que se hizo entre 2008 y 2013 y pasa en Netflix desde hace mucho; ellos traducen el título como “Volviéndose malo”. Yo prefiero mi versión que reza “Cayendo bajo”, pero eso no es importante.
Me resistí a verla principalmente porque supe que consta de cinco temporadas, para un total de 62 capítulos con una duración promedio de más de 45 minutos cada uno. Qué hueva.
Actualmente voy en la segunda temporada y me confieso adicto a verla completa por la calidad de su argumento y escritura, dirección, cinematografía, reparto y otros logros, ya reconocidos con premios múltiples.
Adicciones es una palabra que le va bien.
La historia trata, en diferentes líneas dramáticas, de todos los aspectos -y sus implicaciones- de la fabricación, distribución, comercio, consumo, crimen y otras linduras de las drogas sintéticas. Una de las facetas más notables de este realización televisiva es su apego, casi religioso, a la verdad científica elemental de las drogas sintéticas y su liga a la química más simple; cada uno de esos elementos ha sido supervisado por especialistas, a fin de que se paeguen a verdad.
No pretendo hacer una reseña crítica de esta producción, aunque sé hacerlo: me basta asegurar que vale mucho la pena verla. Mitad por lo magistral de su manufactura, mitad por la introducción didáctica a un mundo del que mucho leemos en los periódicos pero poco sabemos en la realidad. En México y en los Estados Unidos, y en todo el mundo.
Menciono todo esto porque me entero de que el presidente Donald Trump dice de la señora presidente Sheinbaum que está asustada, que le teme a los cárteles de la droga que gobiernan amplio territorio de nuestro país, y que por ello rechaza cortés y firmemente el reiterado ofrecimiento del gobierno norteamericano, para que sus cuerpos especializados en el combate a las drogas vengan a nuestro país, y en un dos por tres acaben con esos pérfidos maleantes, sanguinarios e insensibles que están envenenando a la juventud gabacha al son de cien mil muertos por año.
A mí me parece innecesario envolverse en el lábaro patrio de la defensa de la soberanía nacional, como ha hecho doña Claudia en la respuesta que dice le ha dado al señor Trump.
Bastaría con recomendarle que viera completita la serie Breaking Bad, para que se dé cuenta de cómo opera el narcotráfico en su propio país; de cómo se producen las drogas sintéticas con una facilidad pasmosa, y de como se distribuyen en sus calles, plazas, malles y cafeterías. De cómo operan los sistemas de lavado de dinero, la distorsión del sistema judicial para beneficiar a los narcos de allá. Para que entienda que el problema es, fundamentalmente, de los estadounidenses.
Y que si realmente le interesa ese cáncer de salud, seguridad, política, y bien social, debiera utilizar los cuerpos abundantes y supuestamente eficientes, de que dispone para combatir el narcotráfico y tan desinteresadamene le ofrece a México, poniéndolos a combatir la mafia del narcotráfico en los Estados Unidos.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Este episodio tiene varias efemérides. Se están cumpliendo ochenta años del final de la Segunda Guerra Mundial. Formalmente, la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki en septiembre de 1945 pusieron un siniestro punto final. Antes, Adolf Hitler se había suicidado con su mujer Eva Braun el 30 de abril de ese año y Berlín cayó en manos del Ejército Rojo el 2 de mayo. La rendición de Reims fue el 8 de ese mayo y en los Estados Unidos se estableció esa fecha, el 8 de mayo, como el día V-E, de la victoria en Europa.
Londres, siempre insular, ha celebrado la victoria en Europa, en un mundo que no ha conocido un solo día desde entonces, en que no haya habido, en algún lugar del mundo, una guerra. Civiles, locales, tribales, medianas, grandes, cortas o prolongadas. Guerras todas al fin.
Ni un solo día sin alguna de ellas.
Y en Londres la noticia fue si se invitaba o no al príncipe rebelde y su mujer gringa a los festejos.
felixcortescama@gmail.com