- El Papa Emérito y su relación con su sucesor desde el cónclave de 2005
- Firmó beneplácito para Mariano Palacios poco antes de volar a Castel Gandolfo
- Las últimas palabras de Benedicto en alemán, según una fuente mariana
- Tuit contundente de Federico Arreola sobre el luto por Pelé y Benedicto XVI
El Guardián de la Fe.
El 28 de febrero de 2013, luego de almorzar, el Papa Benedicto XVI abordó el helicóptero blanco que despegó de los jardines del Vaticano rumbo a Castel Gandolfo, la residencia de descanso del Sumo Pontífice en turno.
Quienes reporteábamos desde la Via della Conciliazione o la Plaza de San Pedro, pudimos observar ese día la partida despedida de Benedicto XVI. Minutos antes de partir, en uno de sus últimos actos oficiales fue otorgar en beneplácito para que el queretano Mariano Palacio Alcocer se convirtiera en embajador de México ante la Santa Sede.
Luego de plasmar su firma en el documento diplomático, la aeronave con Benedicto XVI sobrevoló varias veces la Ciudad de Roma, miles de fieles salieron a plazas y calles para despedirlo aunque fuera a la distancia. Fue el adiós de su grey. El Obispo de Roma partió a la región de Lacio, muy cerca del Lago Albano, para instalarse en la residencia y desde ahí seguir los preparativos para el cónclave electivo que votó el 13 de marzo por el argentino Jorge Mario Bergoglio como en Papa número 266.
Durante los días previos a la votación, la mayoría de los analistas religiosos hablaban de hombres como el italiano Scola, el brasileño Scherer o el canadiense Ouellet, pro muy pocos de Bergoglio.
Antes, en abril de 2005, el propio argentino, según testimonios recabados en su momento, fue quien más cerca estuvo de ser el sucesor de Juan Pablo II en un cónclave con votaciones muy cerradas en los dos días que duró y que se destrabó cuando Bergoglio apoyó a Ratzinger.
El periodista irlandés Gerard O’Connell, quien tiene comunicación directa con el Papa Francisco, publicó un libro explicando los secretos de aquel cónclave que dejó boquiabierto al mundo por la elección del primer latinoamericano y el primer jesuita para llevar las riendas de una religión que cuenta con más de 1,200 millones de fieles en todo el mundo.
En el libro, titulado “La elección del papa Francisco: un relato íntimo del cónclave que cambió la Historia”, el periodista revela que varios cardenales electores compartieron conmigo información secreta y detallada, sobre todo después del cónclave, con la condición de que no la usara entonces, pero siendo conscientes de que más adelante podría usarla.
Los cardenales se dieron cuenta de que en ese cónclave había tenido lugar un cambio de las proporciones de un terremoto en la Iglesia católica, y algunos de ellos querían que la gente supiera cómo había sucedido, así que compartieron esa información conmigo para dejar constancia para la historia.
El anuncio de la dimisión de Benedicto XVI, el secreto mejor guardado de su pontificado, tomó a los cardenales completamente por sorpresa, no estaban en absoluto preparados para un cónclave y solo tuvieron 30 días para decidir a quién elegir como nuevo papa. La repentina dimisión de Benedicto XVI hizo que no hubiera tiempo para las maniobras de lobby que precedieron al cónclave de 2005 (cuando eligen a Benedicto).
El pontificado de Benedicto XVI se vio salpicado por numerosos escándalos, incluido el famoso Vatileaks. ¿Contribuyó eso de algún modo a que los cardenales tuvieran claro qué tipo de Papa no querían?
Como papa, Benedicto fue una figura polarizadora. Aclamado por conservadores que admiraban sus escritos eruditos y su cuidadosa teología. Pero los críticos, particularmente en el Occidente posmoderno, lo llamaron “el Rottweiler de Dios” por su firme insistencia en la fidelidad a la doctrina de la iglesia y su voluntad de silenciar la disidencia.
Cuando los cardenales se reunieron para elegir al nuevo papa intentaron comprender el trasfondo de los escándalos que salieron a la luz durante el pontificado de Benedicto XVI. Varios cardenales se percataron de que los escándalos estaban relacionados principalmente con italianos, así que concluyeron que un candidato no italiano podría ser mejor para acabar con esos problemas.
Otros pensaron que se necesitaba a alguien que pudiera gestionar la curia romana y gobernar la Iglesia. Pero, a un nivel más profundo, muchos cardenales consideraron los escándalos como el resultado de una crisis espiritual y sintieron la necesidad de elegir como Papa a un hombre verdaderamente santo, a un “hombre de Dios”, en lugar de un mánager o un gerente, alguien que pudiera llevar a cabo una reforma espiritual en el Vaticano y en la Iglesia.
El resultado ahí está: Francisco sucedió a Benedicto XVI con una iglesia marcada por los escándalos financieros y de abusos sexuales. Buena parte del tiempo de Su Santidad, lo ha dedicado a limpiar la casa. Pero pareciera que el tiempo no le ha alcanzado.
Con algunos achaques de salud, Francisco ha dicho que en torno a si abdicaría como su antecesor: “La puerta (a la jubilación) está abierta, es una opción normal. Pero hasta hoy no he llamado a esa puerta. No he sentido la necesidad de pensar en esta posibilidad, pero eso no quiere decir que dentro de dos días no empiece a pensar en ello”.
Pero en los hechos, Francisco ha movido varias piezas de cara a un cónclave electivo: Ha nombrado a 83 de los 132 cardenales actualmente elegibles para sumarse a un cónclave. Los otros fueron nombrados por los dos papas previos, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, cuyo retiro inesperado en 2013 abrió el camino para el ascenso de Francisco
Con las ocho hornadas de cardenales que ha designado Francisco, se fortalecen las posibilidades de que quienquiera que sea elegido como el próximo papa compartirá su visión para el futuro de la Iglesia. Alguien seguramente alejadísimo de la doctrina de la fe de Ratzinger, que se vio a sí mismo y a la iglesia, según CNN, como un baluarte contra las tendencias seculares de la sociedad occidental, particularmente lo que llamó la “dictadura del relativismo”. A menudo insistía en que los católicos mantuvieran una mentalidad de fortaleza, creyendo que tal vez una iglesia más pequeña y “más pura” mantendría mejor las tradiciones y enseñanzas del catolicismo.
Nada más alejado de la idea actual de Francisco, que busca una iglesia abierta e incluyente, en todos los sentidos.
Habemus Papam.
-OÍDO EN EL 1810-
Últimas palabras,
Según una de las páginas pro religiosas (Esclavitud Mariana de Montfort) el Papa Benedicto XVI exclamó antes de morir, en alemán: Jesus, ich liebe dich”.
“Jesús, te amo”.
-¡PREEEPAREN!-
Queretano en Roma.
Como embajador de México ante la Santa Sede, Mariano Palacios Alcocer no solamente tuvo una relación cercana con el Papa Francisco, a quien trajo a México, sino con Benedicto que firmó su beneplácito.
El también ex gobernador le envió a Ratzinger una partituras para piano de Manuel M. Ponce, el autor de Estrellita. Benedicto, Papa emérito, le respondió con una carta firmada por él que ya no las podía interpretar, pero que las leía y disfrutaba por su riqueza musical.
Qué documento.
-¡AAAPUNTEN!-
Profecía.
Un sacerdote muy apreciado que trabajó por los pobres en Ecatepec y otras zonas del Estado de México, el Padre Jaime Fonseca (qepd), casi adivinó la insólita e histórica renuncia de Benedicto a su pontificado, cuando, ante la noticia de la elección del alemán, comentó: “Demasiada carga, es un teólogo, un maravilloso académico, lo rebasará el peso del cayado”.
Y así fue.
-¡FUEGO!-
Tuit de Federico Arreola.
Murió Pelé, luto mundial. Murió un expapa, qué pena.
¡Porca miseria!