La frase en too big to fail significa “demasiado grande para permitir que quiebren” es un concepto que describe la situación de una institución financiera cuya quiebra tendría consecuencias sistémicas desastrosas sobre la economía y que por consecuencia es necesario rescatar y/o evitar su quiebra por los poderes públicos para evitar que ese riesgo de quiebra se realice aún y cuando eso implique rescates financiados por los contribuyentes.
Una reforma del sistema financiero iniciada en Estados Unidos en abril de 2010 se dirige a limitar en este sentido el tamaño de los bancos.
Lo anterior viene a la memoria ya que en pocos días Citibanamex tendrá que anunciar su decisión sobre la venta del segundo banco más grande del país, y las autoridades financieras gubernamentales tendrán que emitir su visto bueno o visto malo de dicha transacción de compra venta.
A casi un año del anuncio varios postores han quedado fuera del camino llegando al final de este sólo dos: Germán Larrea dueño de Grupo México (el segundo hombre más rico de México) y Daniel Becker un experimentado banquero que representa a un grupo de inversionistas y fondos nacionales e internacionales.
Hasta hace algunas semanas, todo apuntaba a que sería German Larrea quién se llevaría al Banco Nacional de México (Banamex), incluso la semana pasada Jane Fraser, la CEO a nivel mundial del conglomerado financiero Citigroup, visitó al Presidente y muchos pensamos que venía a comunicar la decisión que la institución financiera había tomado sobre la transacción que podría cambiar la arquitectura del sistema bancario en México, sin embargo NO fue así y lejos de ello, pareciera que quien estaba “firme” ya no lo está tanto.
Luego entonces, que habrá
sucedido
Un poco de historia:
El 17 de mayo de 2001, Citigroup anuncio la compra de Banamex por 12,500 mdd, (125,000 mdp) lo que lo convirtió en ese momento en la mayor entidad financiera en nuestro país, con activos financieros que representaban el 26.4% del sistema bancario.
La venta de Banamex en ese entonces; fue la síntesis del costoso fracaso en la estrategia implementada en 1995 por el Gobierno Federal para rescatar a los bancos, la negligencia, la corrupción, los conflictos de intereses y el costo fiscal generado a los contribuyentes mexicanos, como resultado de las acciones llevadas a cabo principalmente por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y por el Fobaproa, que fue el instrumento que las autoridades gubernamentales utilizaron para salvaguardar los intereses de los accionistas de los bancos, y que estuvieron presentes en la multimillonaria operación por medio de la cual el gigante norteamericano Citigroup adquirió al Banco Nacional de México (Banamex).
Lo anterior además consolidó la extranjerización del Sistema Bancario Mexicano.
En este punto, es pertinente recordar que de acuerdo al Informe del Auditor Canadiense Michael W Mackey, que fue contratado por el Congreso en 1998 para hacer una Revisión del Rescate Bancario, se desprende que Banamex NO requería de los apoyos financieros otorgados por el Gobierno, en virtud de que su índice de capitalización (situación financiera) era aceptable de acuerdo con los estándares establecidos por las normas de esa época.
A pesar de lo anterior entre 1995 y 1997 el fobaproa le otorgó apoyos a este banco a través de la compra de cartera (créditos) “chatarra” por aproximadamente 50,000 millones de pesos a valor histórico, ya que al momento de su venta en 2001, la institución bancaria tenía en su Activo Contable “pagarés del fobaproa” que ascendían a 73 mil millones de pesos, (pagares a cargo del gobierno federal); esta cantidad representaba el 58% del valor total de la venta (125 mil millones de pesos), lo que en otras palabras significaba que, sin los pagarés del fobaproa el grupo financiero Banamex no hubiese podido ser vendido en ese precio, o bien que el 58% del valor del banco era “gracias al apoyo gubernamental que se había dado para que el banco y que no necesitaba, bajo el pretexto de que estuviera a salvo el dinero de los ahorradores mexicanos.
De Regreso al presente:
El Gobierno Mexicano no puede, ni debe continuar asumiendo que la compra-venta de Banamex, es un asunto entre particulares, o bien sólo condicionando la transacción a que no haya despidos, o bien a que los compradores se comprometan a mantener el patrimonio cultural en manos de esta institución bancaria, o al hecho de que el comprador no deba impuestos, o bien que se paguen los impuestos correspondientes.
Lo anterior en virtud de que en primer lugar; la ley lo obliga a sancionar y en su caso dar su visto bueno, o bien a NO aprobarla; y en segundo lugar porque el tamaño del banco SI representa un riesgo sistémico para el Sistema Financiero en México, luego entonces se debe revisar el esquema de garantías y modelo de negocio que vaya a desarrollar el nuevo dueño o comprador, que tan endeudado (apalancado) quedará después de la compra y su capacidad para mantener “sana y operando” a la institución bancaria que está adquiriendo y que por cierto ha perdido mercado y capacidad tecnológica frente a su principal competencia BBVA, en un momento en dónde la tecnología, la banca sin sucursales, han cambiado la tendencia en el negocio bancario.
Qué bueno que el capital del banco sea mayormente o totalmente nacional, que malo porque si presenta problemas de capitalización y liquidez, no habrá fondos de su “matriz extranjera” para solventar las pérdidas o falta de liquidez y será el gobierno quien tenga que actuar.
En un sistema bancario que actualmente está tan concentrado como lo estaba en 1995 cuando la crisis derivo en su rescate a costa de los contribuyentes y del erario público.
Jane Fraser y Citigroup pueden estar felices y satisfechos ya que en estos 22 años recuperaron con “muchas creces” su inversión, pero que fue lo que vieron que prefieren irse de un país que hace 22 años prácticamente les regaló un banco.
El Gobierno y también Germán Larrea que va a meter el dinero, tiene que medir que tan endeudado quedará, será todo capital “cash” o será de “saliva” como en la reprivatización bancaria, la garantía es de él o de Grupo México.
Que hará el nuevo dueño de Banamex con la sucursal del Palacio de Minería, en una época donde la banca busca tener menos sucursales y sabiendo que una gran parte de las operaciones que se hacen en una sucursal, ahora se pueden hacer por medio del teléfono celular, y si ya no requiere la sucursal del Palacio de Minería, que va a hacer con él, lo venderá y a quién?
Y puede hacerlo, junto con las obras de arte y todo el patrimonio histórico en poder de Banamex, o buscará que el gobierno lo adquiera o lo entregue y lo acredite para el pago de los impuestos?
Cómo va a recuperar Banamex mercado, si su competidor BBVA le lleva años de ventaja en “sistemas tecnológicos y de banca remota”, le sobrarán recursos después de la compra para invertir más de 800 millones de dólares en sistemas de cómputo.
Es decir como competirá con los demás bancos que ya están en la nueva tendencia del mercado, desde hace varios años.
Como en casi todos los bancos, en el caso de Banamex, lo que vale principalmente es su captación, su cartera, su mercado y quizá todavía su marca y en este caso los “pagares del fobaproa” ahora “bonos IPAB”, si todavía tienen algunos.
Y finalmente, el Presidente López Obrador permitirá que Pedro Aspe y Javier Arrigunaga quienes fueron actores importantes del Fobaproa, y que participan como asesores de German Larrea, logren quedarse con el segundo banco más grande del país.
Estas y otras más reflexiones, sería muy bueno que alguien o algunos en la Secretaria de Hacienda, en la Comisión Bancaria y de Valores y en el Banco de México las estén haciendo y ya tengan una respuesta.
Al final, el tema NO es lo que se va a vender, sino como se va a vender, ya que es muy probable que en este caso se concluya que es; “too big to sale”.
“Aprendamos de la historia, para no repetirla”.