Hasta donde yo recuerdo, solamente un viejo reportero -que no es lo mismo que un reportero viejo- tuvo en México la curiosidad de hurgar en las motivaciones que llevaron a Lopitos a ordenar a sus peleles en el Congreso, modificar la Constitución con un aditivo: prohibir en México, constitucionalmente, el uso de los llamados vapeadores.
Me refiero a esos sucedáneos del cigarrillo, de forma diversa, pero que en esencia son un tubo, un mecanismo simple y una sustancia que emana vapores similares a los del tabaco. Los pusieron de moda aquellos que decían querer deshacerse de su adicción a la nicotina, sin privarse del supuesto “placer, genial, sensual”, el fumar, que decía Sara Montiel practicaba mientras esperaba al hombre que quería.
Pero eso es del último cuplé. Lo que sigue lo saqué del Diario Oficial de la Federación del 17 de enero de este año, en donde la señora presidente Claudia legitima, lo que la mayoría calificada del partido en el poder “decidió” por mayoría calificada: adicionar un párrafo a cada uno de los artículos cuarto y quinto de lo que antes se llamaba Carta Magna.
Desde entonces, el párrafo quinto del artículo cuarto de la Constitución, dice así: “Para garantizar el derecho de protección a la salud de las personas, la ley sancionará toda actividad relacionada con cigarrillos electrónicos, vapeadores y demás sistemas o dispositivos análogos que señale la ley….” El modificado párrafo segundo del siguiente artículo sólo abunda en la prohibición de producir, distribuir o enajenar los aparatos y sustancias del artículo previo.
Desde luego que yo no voy a defender la producción, comercio y uso de los aparatitos de referencia: siempre he sostenido que no hay cosa más inteligente ni más sana que cada quien haga lo que le dé su chingada gana. Sin afectar a otro, claro.
El asunto es la motivación de tan firme medida.
Dicen los que saben, que el año pasado el presidente López Obador descubrió que su hijo menor, Jesús Ernesto López Gutiérrez, usaba un vapeador. A sus 17 años.
Tal minucia, que mi padre hubiera corregido con un par de cintarazos en las nalgas del infractor, en este México del cuatrote devino reforma constitucional. En el más puro elogio a la banalidad.
Tan banal es esa reforma como la petición, oficial y por carta, a la corona y el pueblo españoles que le pidan perdón a los mexicanos, pueblo y gobierno actuales, por los desmanes que los conquistadores cometieron en el valle de Anáhuac cuando no existían ni México ni España. Esa idea del puro patrocinio de doña Beatríz Gutiérrez Müller, próxima súbdita de la Corona de España.
La otra noche me sorprendió otra banalidad en la televisión del gobierno mexicano, en un programa en que aparecen moneros adictos al cuatrote y sus arcas. En la campaña oficial en contra de Ricardo Salinas Pliego, que se sabe defender solo, el mejor argumento de Jenaro Villamil para denostarlo, fue que Televisión Azteca en sus noticiarios, había descalificado al genocida Hugo López-Gatell, el ejecutor de la politica criminal de salud de México durante la pandemia. Joder. El muy próximo representante en la Organización Mundial de la Salud de la señora Claudia, no de México.
Sí, en París.
Como si la señora Claudia no tuviera mejores banalidades en qué ocuparse, dedicó tiempo largo de su soliloquio matutino a contestar las aseveraciones de Jeffrey Lichtman, el abogado defensor de Ovidio, hijo de ya saben quién y cuyo oficio paterno que domina con habilidad, ya sabemos cuál es.
Evitó doña Claudia referirse a la declaración de Lichtman que más le dolió: el abogado la acusó de actuar como publirrelacionista del narco mexicano. Oficialmente ofendida por lo que el picapleitos dijo sobre el manejo del gobierno mexicano del caso del general Cienfuegos, la presidente ordenó a su abogada que pida formalmente se inicie ¡en México! un juicio por difamación contra el tal Jeff.
En contra de lo que escribe Joaquín, yo no creo que la señora presidente cometa sus banales tonterías porque su equipo más cercano sea siniestro o pendejo. Yo creo que ella sola tiene suficiente inclinación a la banalidad.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Los mexicanos de la alta California van a comenzar un paro de tres días en protesta por las crueles maneras de las redadas de la migra, en contra de los mexicanos de apariencia, con papeles o sin ellos.
No tendrá mayores repercusiones. El presidente Trump ha retirado ya las tropas de la Guardia Nacional. Ya cumplieron su misión. El miedo ha tomado East Los Ángeles.
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