Israel Sánchez
Frente al inquieto ir y venir de los tiburones, rayas y el banco de peces con los que comparte el estanque en el Acuario Inbursa, Bruce, un notable ejemplar de tortuga marina verde, se toma su tiempo frotándose con los corales artificiales.
Así le decían en un principio, creyendo que era macho, hasta que los análisis de sangre revelaron que era hembra.
“La renombraron Brusela, pero sigue respondiendo a Bruce”, cuenta la guía Ilse Rodríguez durante un recorrido con REFORMA por este recinto enclavado en Plaza Carso de Polanco.
Pasado el rato, la enorme tortuga agita las aletas y se desplaza con grácil agilidad para asombro de cuantos chicos y grandes la admiran cruzar el Oceanario, una recreación del fondo marino. Nadie imaginaría que enseñarle a nadar fue una de las primeras tareas de quienes aquí la acogieron hace sólo unos años.
“Ella vivía en una cubeta. Estaba en una casa, fue decomisada entre otros animales y la trajeron para acá”, narra en entrevista Juan Rafael Sánchez Meade, director general del acuario que este verano festeja su primera década abierto al público.
“Esa tortuga es espectacular, es la consentida del acuario. Yo creo que ha de estar pesando arriba o cerca de los 100 kilos”, agrega, con orgullo, respecto a uno de los especímenes que dan cuenta de la vocación diversa de este espacio de la CDMX. “No nada más es mostrar peces por mostrar”.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) fue la que recuperó a Bruce, de la especie Chelonia mydas, que está enlistada en la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010 en la categoría de “Peligro de extinción”; “la Profepa de repente llega a decir: ‘Oye, tenemos estas especies, ¿las puedes recibir?’”, refiere Sánchez Meade.
“Hay veces que no podemos, que no tenemos la capacidad instalada para hacerlo; los que podemos, los traemos. Aquí los cuidas, los alimentas; luego llegan muy lastimados, y los biólogos y veterinarios se encargan de aliviarlos”, continúa.
“Lo que nosotros hacemos es brindar resguardo, y a Profepa entregamos mensual o bimestralmente un resumen de cómo están y cómo se han mantenido”, cuenta, por su parte, Patricia Velázquez, subgerente del área de Acuarística. “Son ejemplares que vienen de a lo mejor una mala historia, de un muy mal antecedente, que no tenían que estar bajo el cuidado humano no profesional”.
Además de convertirse en refugio para tales ejemplares decomisados o que fueron abandonados en sitios como centros comerciales o centrales de autobuses, el autodenominado “Mar de la Ciudad” suele destacar la labor de su programa de reproducción y conservación de diferentes especies amenazadas, como ajolotes y caballitos de mar.
Quizás entre lo más celebrado está el caso de Álex -nombrado así en honor al fundador del acuario, Alejandro Nasta-, el primer pingüino de la especie gentoo nacido en México, lo cual sucedió en diciembre de 2020; “me tocó ver cuando eclosionó, y fue nuestro primer pingüino. Fue un gran logro para todos”, resalta Velázquez delante del hábitat donde son ya ocho las crías chilangas de esta ave marina.
“Nos tardamos cerca de 3 años sólo en lograr la primera puesta de huevo. Ha sido un proceso de mucho trabajo de los especialistas”, reconoce, a su vez, Sánchez Meade.
“La hembra produce dos huevos, de los que sólo uno va a eclosionar. El macho elige una piedrita que considere especial, se la entrega a la hembra, y si la acepta con una reverencia es que acepta al macho; a partir de esa piedrita van a formar un nido. Es lo que haría el ser humano cuando entrega un anillo”, describe Rodríguez, la guía, en voz alta, capturando la atención de cada visitante en éste último de los cuatro niveles que abarca el acuario.
Ahora, la siguiente gran iniciativa en materia de reproducción buscará regresar a las aguas nacionales algunos peces que se dan por extintos, como el Tiro Dorado (Skiffia francesae), para los cuales incluso ya se dispuso una sala en el Acuario Interactivo, recinto complementario ubicado en el primer piso de Plaza Carso.
“Ése es un proyecto internacional en el que estamos colaborando con dos zoológicos y acuarios de Europa para exhibir especies de peces de agua dulce extintos en México, pero que aún existen allá. Vamos a traerlos, los vamos a exhibir en nuestras instalaciones y los vamos a reproducir”, ha informado el gerente de Acuarística, Antonio Martínez.
“Y ya a futuro, el acuario tal cual no lo va a hacer, pero la idea es que con el apoyo de las instituciones gubernamentales ambientales y con algunas universidades, estas especies que reproduzcamos se puedan liberar y regresar a su entorno para repoblarlo; obviamente, haciendo un estudio de cuerpos de agua donde podamos ubicarlos”.
Educar y entretenerIlse Rodríguez, de 31 años, se desplaza desde su hogar en la zona de Tepalcates, al oriente de la megalópolis, hasta Polanco para realizar su trabajo como guía en el acuario.
Lleva apenas tres meses, pero maneja la información de cada zona y especie con destreza.
En realidad, es historiadora de arte, pero se especializó en mediación, y ya ha sido guía en espacios como el Palacio de Bellas Artes, el Colegio de San Ildefonso y el Papalote, Museo del Niño.
Con claridad, explica los diferentes tipos de corales que hay y cómo surgen a partir de pólipos, el papel de las algas marinas en la producción de oxígeno, por qué el agua del mar es azul, y hasta cómo la dieta de las ranas dardo hace de éstas una de las especies más venenosas en la Tierra.
También habla de los extraordinarios sentidos que poseen los tiburones, que a diferencia de lo que se ve del otro lado del Boulevard Miguel de Cervantes Saavedra, donde Damien Hirst los exhibe partidos por la mitad y conservados en formol en el Museo Jumex, aquí nadan con soltura.
De pronto hace una pausa para recordar a un par de jóvenes visitantes que las fotos deben tomarse sin flash. Y no es muy frecuente, pero también a veces debe pedir a la gente que no intente tocar a las especies, algo que se torna en un verdadero asunto de seguridad al llegar ante las rayas colas de látigo. Para paliar esa tentación de querer tocar está el Acuario Interactivo, con sus erizos punta de lápiz (Eucidaris thouarsii), por ejemplo.
Entre cuestionamientos Como en el caso de los zoológicos, este acuario también llega a enfrentar críticas severas sobre su pertinencia en un entorno urbano, específicamente sobre mantener en cautiverio, y en condiciones que a algunos parecen cuestionables, a tantos animales; 14 mil ejemplares de unas 350 especies.
Rodríguez tiene su propia respuesta a tal reclamo.
“Para empezar, hay que diferenciar entre los lugares que tratan a los animales como un objeto de los lugares donde los tenemos por conservación. Por ejemplo, hay algunos lugares donde los exhiben y realizan trucos para entretenimiento”, ilustra la guía.
“Aquí, si bien sí es un lugar donde te puedes divertir y tener experiencias con tu familia, no es un lugar de mero entretenimiento sino de aprendizaje. Es como, por ejemplo, ver un museo de ciencia natural, pero aquí nuestros animalitos están vivos; los protegemos, enseñamos a la gente cuál es su importancia en el planeta y, además, cómo podemos cuidar su entorno”.
Sánchez Meade resalta que el acuario forma parte de un catálogo de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que lo avala como espacio de visitas educativas; “trabajamos mucho con ellos para los contenidos, los recorridos, la capacitación de nuestros colaboradores, todo eso”, sostiene.
Y aunque si bien pueden presumir que a lo largo de estos 10 años han recibido un promedio anual de 882 mil niños, hacer que la gente continúe acudiendo es uno de los principales desafíos.
“A final de cuentas, somos una empresa”, concede Sánchez Meade, consciente de que sin visitantes no salen las millonarias cuentas -se reserva la cifra aproximada- que implica el mantenimiento de un espacio de tales dimensiones.
“Uno pensaría: ‘Es el Acuario Inbursa, está en Polanco, ¿qué problema puede tener?’. Pues no, hay que hacer inversiones fuertes”, refrenda.
De ahí una estrategia como la de la sala de exposiciones temporales, en el Acuario Interactivo, donde acaba de inaugurarse la muestra Monstruos marinos, con un aire mucho más lúdico y espacios apropiados para que los menores corran y jueguen. La exhibición, dedicada a creaturas como Godzilla, el Kraken o el megalodón, se enmarca en el festejo por el décimo aniversario.
Al final, el corazón mismo de un lugar así es el grupo de biólogos marinos, veterinarios, hidrobiólogos, buzos y demás profesionales -alrededor de 160 personas- a cargo del cuidado de las especies, comprometidos a tal grado que cuando la pandemia de Covid-19 obligó a la mayoría a permanecer en casa, en el acuario no era posible parar. Y tampoco había mucho deseo de hacerlo.
“A mí me encanta (trabajar aquí), yo lo describiría como un sueño hecho realidad”, comparte Velázquez, médica veterinaria zootecnista egresada de la UNAM.
Inspirar pasión por la vida marina y crear “protectores” es parte de los objetivos del lugar, señala durante el recorrido Rodríguez, para quien aún queda pendiente poder mostrar a sus familiares la dedicada labor que ejerce en esta forma alternativa de museo.
“No han podido venir al acuario a verme porque trabajan también, pero en algún momento también me gustaría mostrarles qué es lo que hacemos aquí. La verdad es que es un orgullo”.
Una tragedia en la memoriaEl entusiasmo con que directivos y personal del acuario hablan de su labor podría sugerir que no ha habido más que buenas noticias a lo largo de esta década, pero no: el pasaje más adverso sucedió en febrero de 2022, cuando se dio a conocer la muerte de la bióloga Montserrat López, de 27 años, al interior de una de las peceras principales.
“Es complicado hablar de un tema de estos porque obviamente no es lo que tú esperas en la operación”, dice Sánchez Meade.
La Fiscalía General de Justicia (FGJ) de la Ciudad de México indicó en su momento, además de que el resultado de la autopsia indicaba asfixia por sumersión, que realizaría las indagatorias para determinar si el deceso de la joven se debió a la falta de protocolos en la maniobra para recuperar un pez muerto, tal como acusaron entonces sus familiares (REFORMA, 17/02/2022).
“Era una persona que estaba capacitada para hacer esta labor, todos nuestros buzos están certificados. Son procesos de todos los días: trabajar en la limpieza del lugar, en la alimentación de las especies”, expone Sánchez Meade.
“Realmente, las autoridades hicieron las investigaciones pertinentes, y estábamos bien”, agrega. “En todos nuestros procesos y protocolos, estábamos bien”.
¿Hubo alguna compensación para la familia?
No lo sé, no te lo puedo decir eso. Lo manejan directamente en otra instancia.