Ramón Márquez C.
Sábado 17 de octubre de 1952. Curiosas imágenes de la lucha libre mexicana: El Santo y Black Shadow son los máximos ídolos; el hombre de blanco y con la pureza en el nombre, representa al mal; es el rudo. El de negro, el de las tinieblas, al bien; es el limpio. Se hace obligada, entonces, una lucha a muerte entre ellos -la lucha libre “a muerte” quiere decir máscara contra máscara. Identidad contra identidad-. Hoy, la asombrosa elasticidad de Shadow enfrentará a la potencia, la versatilidad de El Santo, ante doce mil aficionados que se apretujan en la Arena Coliseo. Tres mil se quedan afuera y se calcula que más de medio millón de personas verán ele duelo a través de la televisión.
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Primera caída: intercambio de llaves acompañado de tres adjetivos: furioso, espectacular, prolongado. Dos cuerpos humanos son nudo contra nudo en la dura batalla a ras de lona. Hasta que Shadow es arrojado del ring. Cuando trepa lo recibe una repetición de golpes a la cara que culmina con soberbio tope. Ruddy Blancarte cuenta los tres segundos. Para El Santo es el primer capítulo…
Segunda caída: todo a la inversa: Shadow proyecta a su rival hacia las tribunas. ¡Fuera del ring! Es él quien castiga al adversario que regresa al enlonado, y él quien remata con un tope exacto sobre la mandíbula del hombre de plata. Ahora le cuentan tres a El Santo… Tercera caída: El Santo va por el desquite. Ataca, que es lo mejor que sabe hacer. Con todo vigor. Shadow se defiende a ultranza, pero no evita un golpazo en la nuca que lo tambalea. Predador insaciable, prende a su presa con tijeras voladoras y lo azota contra la lona. Y en una llave que quiere parecerse a la rana, el Enmascarado de Plata aplana las espadas de su adversario y obtiene la victoria.
La lucha ha terminado. Pasará a la historia como la mejor de todos los tiempos en nuestro país. Intensa, plástica, con pincelazos de alta técnica. Más de treinta minutos de acción sin tregua. El gladiador que de negro viste está de hinojos en la lona. Ha perdido y tendrá que quitarse la máscara. Los dedos de su altivo vencedor van sobre la agujeta de la capucha. Quiere desenmascararlo personalmente. Lo evita una poderosa mano que le atenaza el antebrazo derecho. Escucha El Santo una voz ronca, la ronca voz de Blue Demon, fraterna pareja del vencido. ¿Por qué haces eso? Ganaste, sí, pero no tienes el derecho de quitarle la máscara. Eso sería humillarlo. El Santo lo mira con furia. Pero se aleja de Shadow.
Con manos temblorosas, Shadow se despoja la seda que le cubre el rostro, de infinita tristeza. Toda negra, como el uniforme, es la generosa mata de cabello; pobladas las cejas y fino el bigotillo. ¡Ay, qué carita está!, suspiran las damas. ¿Es artista de cine? No. Se llama Alejandro Cruz y nació en León el 3 de mayo de 1924.