A las seis de la mañana, cuando la pipa entra a Santa María Magdalena y las cuadrillas de limpia dejan dos montones de hoja y lodo en la esquina, nadie piensa en trending topics. La ciudad despierta con trabajos que no caben en un video: abrir válvulas, destapar tragaluces, ajustar semáforos, levantar ramas, pintar cebras, llenar reportes, firmar oficios. Ese es el pulso silencioso del día.
Y, sin embargo, ahí aparece Fernando “AVSE” Flores, regidor de Morena, en el plano cerrado de su teléfono: furioso, seguro, solitario. Lo suyo no es entrar al acta; lo suyo es entrar a cuadro.
La escena se repite: colonia anegada, comercio que pide orden, cruce que exige respeto.
Los vecinos quieren soluciones; AVSE quiere el clip. Su guion no cambia: señalar, etiquetar, golpear al PAN aunque el expediente diga otra cosa. Preside la Comisión de Asuntos Indígenas, encargo que obliga a diagnóstico, metas, calendario e informes firmados. ¿Dónde están? Ocho minutos de transmisión y cero trabajo colegiado a la vista. La representación no se declama: se trabaja. Con pala, con escoba, con voto y con firma.
Con otros, no contra todos.
Conviene anotar el contraste. Cierta fauna que pontifica sobre Querétaro pretende pintarlo como zona de desastre; fuera de la pantalla, la ciudad que camina es otra: espacios públicos cuidados, servicios que responden, obra que se nota. En la Sierra Gorda, la vara cívica se mide en madrugar y compartir; gente trabajadora y generosa que sostiene con hechos lo que otros falsean con adjetivos.
No es casualidad que miles quieran venir a vivir aquí: no por propaganda, sino por resultados visibles.
Esa realidad no entra en el encuadre de AVSE; no le conviene.
Dice “barrio” pero huye del barrio cuando toca sudar.
Dice “verdad” y rellena con adjetivos donde faltan datos.
Dice “pueblo” y arremete contra la prensa, convierte cualquier crítica en conspiración y alimenta coros de linchamiento digital.
Hay relatos públicos de hostigamientos y amagos desde entornos afines: que se investiguen. La democracia empieza con una regla elemental: no se pega. Quien crea que la política es intimidar, pierde la razón y el derecho.
También está la aritmética que él evita: cuesta.
Un regidor como AVSE cobra del erario una dieta bruta cercana a $63,384.90 mensuales (unos $49,800 netos). En un año, la factura supera $760 mil brutos. ¿En qué actas, dictámenes y acuerdos está ese dinero? En su cuenta abundan videos, descalificaciones y estigmas contra opositores y medios; en el Cabildo, poco rastro de consensos útiles.
El odio no es agenda: es ruido caro.
Y, por último, el supuesto “foro técnico del agua” —pieza de su campaña contra El Batán— resultó ser escenografía: ni balance hídrico, ni plano, ni bitácora, ni presupuesto serio sobre la mesa. Si fue foro y no mitin, que lo prueben con documentos: cédulas profesionales, CV verificables, estudios oferta–demanda, parámetros de calidad, programas de mantenimiento y costos.
El colofón fue sumar a su pareja, María José, entre el contingente para hacer bulto, señalada en redes como “aviadora” en Bienestar: si no lo es, nómina y controles de asistencia despejan la duda; si lo es, que se finquen responsabilidades.
Dato mata grito. Documento mata show.
Entre líneas queda la coherencia pendiente: el herrerismo se quedó sin aire y Morena en Querétaro busca perfiles que sumen, no que incendien. Persisten preguntas públicas por el manejo opaco de recursos universitarios en el entorno de Gilberto Herrera.
Si todo está en regla, auditorías abiertas y resultados con nombre y firma.
La fiscalización digna empieza por casa, esa con paredes verdes.
Esta editorial de investigación, distingue lo que se trabaja de lo que se sobreactúa.
En ese corte, AVSE queda solo: un regidor que cambió el Cabildo por cabina, la minuta por el monólogo, la mayoría por el yo. Y cuando llegue 2027, la boleta traerá esa memoria: ¿quién resolvió y quién gritó? En esta historia, el desenlace es claro: el que se va es AVSE —con su comparsa— a seguir malandreando en la orilla del ruido, lejos de donde se decide lo que de veras cambia la vida a la gente.
Mayoría o marginalidad: el tablero real
Todo lo anterior explica la urgencia de lo que sigue.
Sin mayoría en el Congreso, Querétaro queda a merced del espectáculo: proyectos estratégicos —El Batán incluido— se vuelven moneda de cambio del mismo ruido que aquí se ha descrito.
El PAN debe ponerse las pilas para recuperar la mayoría: candidaturas con oficio, agenda de beneficios medibles y disciplina de voto.
En ese trazado, Memo Vega es pivote, no comentarista. Conoce la gramática legislativa —números, tiempos, dictámenes, microcoaliciones— y puede convertir técnica en acuerdos y acuerdos en leyes. La elección de 2027 no se gana en la conferencia de prensa: se gana en el tablero legislativo.
O hay mayoría, o habrá marginalidad.
Querétaro no puede darse el lujo de lo segundo.
A chambear.
@GildoGarzaMx








