GOTA A GOTA
Aparte de los 4 niños que mueren cada día víctimas de la violencia, ‘los locos’ pertenecen a ese segmento social de los invisibles, esos seres humanos que en apariencia han perdido la razón, aunque solo giran en torno al vacío. Han perdido acaso el sendero de lo real, pero no la coherencia. El loco se ha cerrado sobre sí mismo. Ya no abre sus puertas al mundo. Es como un bastarse el alma a sí misma. En su célebre libro, “La locura en la época clásica”, que va de mediados del siglo XVII a finales del XVIII, Michel Foucault, se refiere a esa sociedad que considera al loco como un extraviado moral, algo vergonzoso que debía ser ocultado. Es el momento histórico en que aparece el “Hospital General”, quiero decir la idea del “Gran Encierro”. Esa opción denigrante se ha extendido hasta nuestros días. Invisibilidad y locura se funden y confunden. Paradójicamente, la pandemia que hoy sufrimos, los ha vuelto visibles y ha puesto en relevancia las condiciones miserables en que viven esas dolientes criaturas humanas: maltrato, hacinamiento, falta de higiene. Tal es el caso del centro psiquiátrico ‘Samuel Ramírez’ que opera bajo la responsabilidad federal, que pese a una lluvia de amparos, parece lavarse las manos, no obstante haberse presentado ya casos de contagio por covid-19 y varios fallecimientos por la misma causa.
Y mientras eso ocurre ahí y en otros nosocomios, el tabasqueño viaja alegremente por el sureste mexicano para dar ‘el banderazo’ de inicio de los trabajos del Tren Maya y otras monerías que, al menos en este momento, a nadie le importan. Y acaso mañana, por así decirlo, tampoco. Pues, aceptémoslo o no, el tren circulará vacío por largo tiempo como en un relato delirante.
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Vaya mi gratitud al personal de la salud que, sacrificando su propia vida, se ha comprometido en salvar otras. Si como decía José Ortega y Gasset, “la vida es un sistema de importancias”, lo importante es hoy el combate a la pandemia y no los trenecitos imaginados por ya sabe usted quién, en otro más de sus desafíos ‘revolucionarios’. ‘Quédate en casa’ que el viajero nos protegerá con sus invocaciones evangélicas. El tabasqueño se retira de la vida llevándose las ganancias y sus apremios.