GOTA A GOTA
Se fue Carlos Urzúa, un señor talentoso con grandes prendas académicas. Renunció a su cargo como secretario de Hacienda y Crédito Público. No por ‘motivos personales’ como suele afirmarse en estos casos, sino con claros argumentos: “discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin sustento”, amén de otras enmarañadas con disputas por poder… Alfonso Romo y sus ambiciones… Anecdotario de la mezquindad que aquí no importa abundar en él. Lo que hay en el fondo no es tanto personal como conceptual: el antagonismo entre economía y política. El tabasqueño privilegia la política como él la entiende, si es que la entiende, es decir, como distribución de la riqueza con toda la discrecionalidad que cabe en su autoritaria voluntad. Pero, ¿cómo generarla? He aquí el problema. ¿Con ahorros? ¿Con despidos aquí y allá? No es ese el camino, pues que tarde o temprano, “el guardadito”, como se dice coloquialmente, se agota. Y nada queda por distribuir. El tabasqueño, que imagina ir más allá del neoliberalismo, no tiene opción que ofrecer como modelo. ¿Que son otros tiempos? Admitámoslo. ¿Que es un régimen nuevo y de izquierda? ¿Cuál es entonces el modelo económico de ese dudoso giro? No tiene idea. Por eso la economía va en picada: el pronóstico es sombrío, casi nocturno. Creceremos entre 0.9% y el 1.2%.
Por eso Urzúa ha huido de la catástrofe. El desorden no va con él. No se educó con tanto esmero para complacerlo. Llevó en silencio su frustración, hasta que estalló en una renuncia que fue, al propio tiempo, una denuncia. Quien lo sustituye, Arturo Herrera, no tiene ni los vuelos de su mentor, ni el coraje para oponerse a las aberraciones de la superioridad. Por eso la imagen de la desolación que mostró en el momento en que el tabasqueño le colocó la cruz sobre su espalda.
El remate de Urzúa no fue en la carta, sino en una entrevista que concedió después a un Semanario: Nunca estuvo de acuerdo con el ‘proyecto’ aeroportuario de Santa Lucía y sí con el de Texcoco. Urzúa escapa. Y no nosotros, los que aquí seguimos, tendremos que lidiar con el mandamás que viste con harapos su enojo y sus siniestras fantasías.
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Sufragio efectivo, no reelección. Respeto a la división de poderes. Sí a la vida y a la libertad de expresión. No más derroches.