GOTA A GOTA
Antes de comenzar esta segunda entrega, debo aclarar que un lector y amigo más acucioso que yo, objetó la expresión “formidable helenista” a propósito de Alfonso Reyes. Y con razón. Calificarlo así es inmerecido. Pues que Don Alfonso no conocía el griego. De hecho yo lo sabía desde hace muchos años, cuando Elvira Gascón, magnífica pintora, dibujante y grabadora –amén de entrañable amiga mía–, me lo comentó por lo bajo. Ella, que ilustró la edición del FCE traducida al castellano por Don Alfonso, bien enterada estaba que la traducción procedía de la lengua francesa. Que yo cometí un desliz, lo reconozco, aunque fue por la admiración que le profeso a la prosa de Reyes. Lo justo era llamarle un “aficionado a Grecia”. Y nada más.
Y vuelvo al asunto de la Cartilla. Dice Reyes que “la moral humana es el código del Bien. La moral nos obliga a una serie de respetos. Estos respetos están unos contenidos dentro de otros. Van desde los más próximos hasta el más lejano”. Y en efecto, van del respeto a nuestra persona hasta la naturaleza, pasando por la familia, la sociedad humana en general y la que nos toca vivir: urbanidad, cortesía, lo cual implica evitar abusos y violencia; respeto a la patria, respeto que es amor, sentimiento solidario, paz y armonía; respeto a la especie humana que redunda en el cuidado de los productos del esfuerzo individual y colectivo.
En términos generales, nada hay de reprochable en esta constelación de respetos. Pero también hay puntos de inflexión: la mudanza del tiempo deja fuera la diversidad del concepto de familia que prevalece hoy día: la monoparental, la que forman parejas del mismo género…; una mudanza que ni siquiera imagina asuntos de la bioética como el aborto, la donación… En este sentido, la Cartilla, más que una guía para la vida contemporánea, resulta una reliquia, por no decir una antigüalla. Como un precioso vestido de novia hecho de sedas, adornado con perlas pero que no se ajusta a un cuerpo social más opulento. El cuerpo de la abuela era menudito. Y el vestido es sólo relativamente aprovechable. Como la idea del respeto.
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Sufragio efectivo, no reelección. Respeto a la división de poderes y a los ciudadanos. Sí a la vida y a la libertad de expresión.