GOTA A GOTA
Veo imágenes de los mercados populares, atestados de gente que no respeta las recomendaciones sanitarias. Unos junto a otros, sin cubrebocas, desatentos a la sana distancia. ¿Ignorancia, incredulidad? El riesgo del contagio crece. ¿Hasta dónde llegaremos con esta irresponsabilidad colectiva y sin un liderazgo, pues quien debería asumirlo, emanación de una pureza detestable, ex priísta convertido en súbito Mesías, se regodea en su austericidio, no sin darse un ‘atracón’ presupuestario, una especie de saqueo de recursos públicos para administrarlos a su antojo, a la vez que reduce el monto de los salarios de ciertos servidores públicos, suprime prestaciones constitucionales como el aguinaldo… todo para alimentar sus dádivas clientelares, sus fantasías que serán la gloria eterna, aunque sean tristemente inviables, pues ¿quién viajará en un tren como el Maya si por años el turismo estará colapsado, quién utilizará el avión si las aerolíneas pronto serán declaradas en bancarrota, quién consumirá combustible procesado en Dos Bocas si la abundante oferta sobrepasará a la demanda? No cabe duda que el súbito Mesías vive en otra realidad, la suya, la que emerge de su abismal mente esquizoide dividida como el pan en la casa de los pobres. Como dice un amigo: “pobre México en manos de este botarate”. Es decir, ese hombre sin juicio, irreflexivo, dado también a malgastar el dinero, que en este caso, ni suyo es.
Lo asombroso es que el reciente ‘decreto’ lleva la cuarentena hasta el primero de agosto. Entonces por qué ufanarse, en su conferencia dominical, de que “vamos bien” cuando lo peor está por venir; de que hemos logrado ‘domar la pandemia’, como si estuviéramos en un jaripeo, ese espectáculo tan mexicano que consiste en dominar un toro o un caballo hasta lograr su mansedumbre. De verdad, ¡qué patético es verlo sentado en la silla presidencial dictar sus falsas verdades con metáforas charras! La batalla contra la pandemia no es un jaripeo. Es una tragedia en la que todos, pero principalmente ese señor, que ambicionó sentarse allí, debemos atender con suma responsabilidad. Y si el señor, dada su mezquina visión de las cosas, por decir lo menos; cabeza o pisapapeles de una ineptocracia viral, por decir lo más, no puede, las puertas de Palacio están bien anchas, para darle una honrosa salida.