GOTA A GOTA
“Nada le puedes quitar o dar a un hombre que está más cerca de la muerte que de ver cómo se pierde en la mentira y en el autoritarismo el sueño de una transformación en México…” Esto declaró hace meses Porfirio Muñoz Ledo, tan inteligente como voluble, pues que ha recorrido todas las sendas imaginables con tal de estar ahí, omnipresente en la órbita política. Pero aunque lo dicho es una verdad, suele decirse, tan grande como un templo, el enredo es mayor. La tela de la que está hecho el supuesto “nuevo régimen” es más compleja: incluye el engaño, la venganza, la dádiva, el escarnio, la destrucción, el descuido. Que lo digan si no los padres de los niños con cáncer, las madres trabajadoras despojadas de las estancias infantiles, las mujeres maltratadas ya sin refugio donde resguardarse… las organizaciones civiles acusadas de corrupción, pero sin pruebas. Incontables han sido los daños. Y sin embargo, el líder tabasqueño, verdugo mañanero, seguía ahí, desde su costosa tarima blandiendo su espada decapitadora, orgulloso de sus medidas higiénicas. Porque él había llegado hasta ahí, ungido por las papeletas electorales, para transformar nuestras vidas, para sembrar nuevas semillas redentoras.
Pero como el azar hace siempre sus travesuras en la historia, todo aquello que parecía ir bien en la cabecita del mandamás, se colapsa. Y no por obra de sus adversarios, sus aborrecidos ‘neoliberales’ o de esos conservadores que no comprenden su genio revolucionario, sino por la de una pandemia que, silenciosa y perversa, toma su lugar, no en el reino de este aldeano pretencioso, sino en el planeta entero. Así, de pronto, una molécula de proteína, devasta no solo su arrogancia triunfal, instantánea como toda gloria de este mundo, sino nuestra tranquilidad, nuestros pequeños proyectos: los de escribir y publicar un libro, comprar un automóvil nuevo, en fin… también el soñado proyecto de transformar a México. ¿Quién puede hablar entonces de la 4T como el horizonte de nuestro futuro, si solo aspiramos a sobrevivir? El Covid-19 reacomodará la existencia de la gente más allá o más acá de México: de la humanidad toda. Querámoslo o no aceptar, el sueño tanático del tabasqueño está muerto. Lo acepte o no, el señor López, su ambición de ser distinto, nunca como los otros, los que le precedieron, pasará al registro de un anecdotario insensato, así tenga de su lado, al ejército completo, a los “periodistas” complacientes, a los beneficiarios de sus “programas sociales”. No será el mejor ni el peor presidente. Sino como uno más, a quien le tocó lidiar, mal que bien, con el infortunio de una pandemia enloquecedora.