COSAS DE AQUÍ
Elogio de la desobediencia civil
En homenaje a Manuel Clouthier el
patriarca olvidado
Estamos en los años previos de la guerra entre México y los Estados Unidos. El vecino se prepara para la invasión. Reclama a sus ciudadanos una contribución para financiar el atropello. La mayoría obedece y calla. Pocos, muy pocos, se resisten. Entre ellos, Henry Thoreau (1817- 1862), un brillante egresado de Harvard University, que en la soledad de su cabaña, la misma que con mano propia, ha construido en el bosque. ¿Sólo una cabaña?. No, su propia vida. David Henry “es una de las figuras de mayor belleza de la historia del pensamiento americano del siglo XIX, afirma José Coy; uno de sus prologuistas. Claridad y Luz. Emersón afirmaba en el elogio fúnebre leído en su entierro: “su alma estaba hecha para la más noble de las comunidades; agotó en su corta vida con intensidad las capacidades de este mundo.”
Thoreau era un liberal, pero su liberalismo colindaba con cierto aroma anarquista que habitaba en su piel. De ahí que comenzara su célebre texto sobre ‘La desobediencia civil’ publicada en 1849 diciendo: El mejor gobierno es el que gobierna menos “…y mas adelante: “el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto “(…) el gobierno es un mal recurso.” Pues a menudo muestra cierta tendencia a extralimitarse en sus funciones. Por tanto, ni contribuye a la libertad ni educa.
Como hombre y como ciudadano pensaba que lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia. Su única obligación: hacer lo que creía justo. Por eso, en ese entorno de violencia invasora, gritaba, desde aquella marginalidad de su vida tan solitaria como solidaria, que había llegado “el momento de que los hombres honrados se rebelen y se subleven “(…) un hombre prudente no dejará lo justo a merced del azar, no deseará que prevalezca frente al poder de la mayoría. Hay poca virtud en la acción de las masas.” Y luego una alabanza: ¡Loado sea el ‘hombre’ autentico que, como dice mi vecino, tiene un hueso en la espalda que no le permite doblegarse!
Bien conocido es que Thoreau se negó a pagar el diezmo para mantener al clérigo de su parroquia y, que durante seis años dejó de pagar impuestos, justamente por el destino de aquellos gravámenes destinados al pillaje contra México. Por ello, pasó una noche en la cárcel, aunque fue liberado de inmediato porque alguien pagó por él.
Un matiz: la desobediencia no es derecho. Es un deber del ciudadano consciente y crítico. No hay pretexto para evadir ese deber. Pues con el –con ese pretexto digo-; el del orden y el gobierno civil, decía Thoreau, “se nos hace honrar y alabar nuestra propia vileza”
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Y cito ‘in extenso’ su conclusión: “Me complazco imaginándome un Estado que por fin sea justo con todos los hombres y trate a cada individuo con el respeto de un amigo (…) Un estado que diera este fruto y permitiera a sus ciudadanos desligarse de él al lograr su madurez, prepararía el camino para otro Estado más perfecto y glorioso aún…”
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En su último libro, “Insumisos” Tzvetan Todorov (1939- 2017) retrata a un grupo de seres humanos de los que dimana una energía espiritual opuesta al poder, Etty Hillesum, Germaine Tillion, Mandela, Boris Pastenak, entre otros cuyo riesgo común es el de haberse negado a someterse dócilmente a la coacción. Para el búlgaro, aclimatado en Francia y recientemente fallecido, la insumisión es a la vez resistencia y afirmación. Es un doble movimiento permanente, en el que el amor a la vida, se mezcla inextricablemente con el odio a lo que infecta. Resistir es una forma de lucha que uno o varios seres humanos libran contra otra acción, física y pública que llevan a cabo otros humanos”.
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Aunque toda proporción guardada, llevemos estas reflexiones al espacio de nuestra pequeña comunidad, la de nuestra ciudad, amenazada por un munícipe terrorista que despoja, prohíbe, clausura instituciones, concesiona servicios, persigue a empresarios, comerciantes destroza vialidades del centro histórico; todo negatividad. Todo devastación. Frente a estos atropellos, ¿no cabe la resistencia? ¿no hay un espacio para la desobediencia? El munícipe no es el dueño de Querétaro, no puede hacer lo que su real gana le viene. Los inconformes de calle de Madero, no sólo están en su derecho. Están ejerciendo un deber, por amor a la ciudad; luchan contra un “gobernante” a quien no guían ideales –que no conoce- sino intereses. Así son los trepadores, los ambiciosos. ¿Inteligentes? No, simplemente astutos. Y astuto es aquel que tiene la habilidad de conseguir lo que desea con engaños y ardides.
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Manuel Clouthier (1934- 1989) el político panista y la desobediencia civil. “Junto con los candidatos presidenciales defraudados Clouthier, firmó en 1988 el compromiso de no aceptar los resultados electorales.
Sus seguidores realizaron acciones tales como el uso de tapabocas con la leyenda “Que hable México” (…) marchas, plantones, bloqueos, cadenas humanas, claxonazos con el sonido de “barbas sí (Clouthier) orejas no” (Salinas), (…) irrupciones en los actos públicos, pero tratando de no incomodar a la ciudadanía. El 8 de septiembre del mismo año (…) Clouthier demandó a los legisladores anular las votaciones.
El 21 de noviembre, publicó en El Universal un artículo titulado “México entero sigue en pie de lucha”, en el que expresó su decisión de encabezar la protesta y exigir al gobierno un cambio en la legislación electoral que garantizara castigo a quien cometiera fraude.
El primero de diciembre, día de la toma de posesión presidencial de Salinas de Gortari, Manuel Clouthier y Luís H. Álvarez, (…) marcharon por la avenida de los Insurgentes hasta el monumento a Álvaro Obregón. Al otro día, el presidente Salinas, acompañado por Fernando Gutiérrez Barrios, Manuel Camacho y los presidentes de las cámaras del Congreso, propuso al PAN, representado por Luís H. Alvarez, Abel Vicencio Tovar, Bernardo Bátiz, Rodolfo Elizondo, Diego Fernández de Ceballos y Carlos Castillo Peraza, la creación de una comisión plural para discutir una reforma electoral.
Clouthier realizó un ayuno de 177 horas, del 15 al 22 de diciembre de 1988 en la columna de la Independencia de la ciudad de México. (…) Levantó el ayuno cuando la Secretaría de Gobernación anunció una consulta pública para la reforma electoral y un periodo extraordinario de sesiones a partir de junio para revisar la legislación vigente.
El 12 de febrero de 1989, Clouthier presentó su “gabinete alternativo” (…) “Entre los logros alcanzados por esta vía están la reprivatización de la banca; el cambio constitucional del artículo 27 para que se liberara al ejidatario, reconociéndosele su derecho a tener la propiedad de la tierra; la modificación constitucional para reconocer la educación religiosa; la fusión de las secretarías de Programación y Presupuesto con Hacienda en una sola; abrir el monopolio de PIPSA; crear la autonomía del Banco de México; disminuir la burocracia, y llevar a otro lugar fuera de la capital de la república a la Secretaría de Pesca, objetivo que se logró años después.”
Clouthier (…) falleció, junto con el diputado y dirigente panista Javier Calvo Manrique, el 1º de octubre de 1989, en un accidente automovilístico en el kilómetro 158+100 de la carretera México-Nogales, en el municipio de Culiacán (…) Poco tiempo después de su muerte, los paquetes electorales que pretendió Clouthier que se abrieran, fueron quemados con la anuencia de la diputación panista encabezada por Diego Fernández de Cevallos.