Más de 100 personas murieron en una localidad norteña siria en un supuesto ataque químico, según según la Unión de Organizaciones de Asistencia Médica y de Socorro (UOSSM), lo que representa el peor ataque en los seis años de guerra civil.
Siria y Rusia negaron cualquier implicación en el ataque químico llevado a cabo en la localidad siria de Jan Sheijun, en la provincia de Idlib.
Ni el gobierno en Damasco ni ninguna agencia internacional hicieron comentarios sobre el suceso en un primer momento. Por su parte, el Centro de Medios de Idlib, otro grupo activista, informó de docenas de muertos.
Se trata de la tercera acusación sobre un ataque químico en Siria en una semana. Las dos anteriores se reportaron en la provincia de Hama, en una zona cercana a Khan Sheikhoun, donde se habría producido el ataque del martes.
Las noticias se conocieron en la víspera de una gran reunión internacional en Bruselas sobre el futuro de Siria y la región, que tendrá como anfitriona a la alta representante de la Unión Europea, Federica Mogherini.
La Sociedad Médica Sirio Estadounidense, que apoya a hospitales en territorio controlado por la oposición, dijo haber enviado un equipo de inspectores al lugar antes del mediodía y que había una investigación en marcha.
Los activistas sirios no tenían información sobre qué agente podría haberse empleado en el ataque, que atribuyeron a un bombardeo del gobierno sirio o de aviones rusos de combate.
En un primer momento tampoco estaba claro si todas las muertes se debían a la asfixia o a lesiones sufridas en el bombardeo.
Los hospitales improvisados se llenaron rápidamente de personas con síntomas de asfixia, explicó un activista.
El hospital en la cercana Sarmin —también en la provincia de Idlib, y a donde se trasladaron algunos de los casos graves— está equipado para responder a ataques químicos de esa clase porque la ciudad también sufrió un ataque en los inicios de la insurgencia siria, explicó Mohammed Hassoun, un activista de medios en Sarmin. Ese hospital se encuentra a unos 50 kilómetros del lugar del ataque.
“Debido a la cantidad de heridos, se los distribuyó en la zona rural de Idlib”, explicó por teléfono a The Associated Press. “Aquí hay 18 casos graves. Estaban inconscientes, tuvieron ataques y cuando se les administró oxígeno, sangraron por la nariz y por la boca”.
Hassoun, que estaba documentando el ataque para la sociedad sirio-estadounidense, dijo que los médicos en el lugar habían dicho que probablemente se había empleado más de un gas.
“El gas cloro no causa esas convulsiones”, dijo, añadiendo que los médicos creían que se había utilizado gas sarín.
Hussein Kayal, fotógrafo del Centro de Medios de Idlib, dijo que le había despertado el estallido de una bomba en torno a las 6:30 de la mañana. Cuando llegó al lugar no había un olor identificable, señaló.
Allí encontró a familias enteras dentro de sus casas, tiradas en el suelo, con los ojos abiertos e incapaces de moverse. Tenían las pupilas contraídas. El fotógrafo dijo que se había puesto una máscara y que él y otros testigos llevaron a las víctimas a una sala de urgencias, donde las desvistieron y las lavaron con agua.
Kayal dijo que había sentido una sensación de ardor en los dedos, para la que recibió tratamiento.
Un hombre sirio instalado en Turquía dijo que entre los muertos estaban su sobrina, el esposo de esta y la hija de un año de su pareja. El hombre, que habló bajo condición de anonimato porque temía por la seguridad de sus familiares en Siria, dijo que los aviones habían atacado temprano, cuando la gente aún estaba en la cama.
La provincia de Idlib está controlada casi en su totalidad por la oposición siria. La región acoge a unos 900.000 sirios desplazados, según Naciones Unidas. Rebeldes y líderes opositores habían expresado su temor a que el gobierno estuviera preparando un ataque concentrado en la superpoblada provincia.