Thibault Barrère, pintor y grabador francés, nació en Grenoble en el año 1988. Su amor al arte lo ha llevado a vivir en diferentes partes del mundo. Actualmente vive en México junto a Paola Ripoll, su pareja, en San Miguel de Allende.
Comparten el estudio Atelier Barrère Ripoll, dedicado a continuar la tradición pictórica académica.
Su interés por la pintura comenzó a una edad temprana: “Mi pasión por el arte viene de mis padres, ellos me enseñaron a amarla. Desde muy pequeño, me llevaban a museos, me introdujeron en las historias, la mitología y el arte de los grandes maestros a la edad de cinco años”.
“Comencé a estudiar cuando tenía unos dieciséis años. Tomé clases con un artista en mi ciudad natal. Unos años más tarde, fui a una escuela en Lyon, Francia, donde estudié animación tradicional con un enfoque más clásico. Después, escuché sobre una escuela en Florencia que enseñaba pintura clásica, llamada Angel Academy of Art, donde realicé el programa fundamental de dibujo y pintura. Se centraba realmente en enseñar la técnica que hace que tu pintura se parezca a la de los viejos maestros. Para mí, aún no era suficiente, así que me inscribí en la Academia Rusa, donde las emociones eran el eje principal. En mi arte, es lo más importante”.
“Cuando miras un cuadro, no ves sólo una imagen, algo que pasa, sino que hay más. Conocí en esa época un maestro que se llama Sergei. Él realmente llevó mi visión a otro nivel. Porque pasó de cosas realmente técnicas a algo realmente más artístico. Ya sabes, el pensamiento artístico real. Acerca de la emoción, acerca de los sentimientos, acerca de cómo hacer que las emociones se reflejen en mi obra”.
“Suelo tener sentimientos que no puedo expresar con palabras. Comencé a desarrollar mi obra alrededor de la expresión de lo que siento, a través del arte, a través de ritmos, a través de colores y sus formas figurativas en mi pintura, porque para mí es el lenguaje apropiado”.
“En cuanto a las técnicas, uso técnicas y maneras de pintar diferentes, que, repito, comienzan con las emociones. Y diferentes emociones, requieren diferentes maneras de plasmarlas; en el inicio del proceso, mi obra es áspera, es lo que podríamos decir la prima. Grandes pinceladas, grandes salpicaduras de pintura. Después, viene lo más introspectivo y las marcas de pincel o el dibujo son un poco más suaves. Así que utilizo diferentes métodos. Suelo pintar con las manchas de pintura más ásperas. También aplico veladuras, utilizo todas las herramientas que tengo para decir lo que tengo que decir, básicamente”.
“Mi obra se desarrolla, además de las emociones, alrededor de temas como la mitología, algunos relatos procedentes de la Biblia, historias que me han llamado la atención, personajes queridos, a los que dedico cuadros más grandes, composiciones complejas. Actualmente he desarrollado una línea de retratos, estoy trabajando con personas de México que han sido de gran influencia. Y mi idea no es sólo pintar un retrato, sino también dignificarlos. Como los grandes retratos que pudimos ver en el pasado. No es sólo una imagen, es mucho más”.
“Las personas reales que retrato con mi pintura, no necesariamente se detienen a posar durante muchas horas, pero yo requiero al menos una hora. Para poder hacer un boceto rápido y captar la esencia de la persona, cuando estás dibujando a alguien que está delante de ti, aunque no hablen, hay un diálogo. Hay algo que se transmite. No es como trabajar con una foto, donde no tienes ese diálogo. Así que intento desarrollar la dignificación de las personas”.
Lo que tienen en común sus dos líneas de trabajo es la búsqueda de humanidad en todas sus obras. Las historias que elige o los personajes que pinta son muy humanos, con sus fallas y con sus virtudes, pero tienen narrativas que no fueron elegidas por casualidad. Son historias que pretenden transmitir un mensaje en específico.
Para él, estas narrativas son enseñanzas que tenemos de nuestra historia. Son las historias de la crianza, las que nos han formado. La mitología griega, la religión, la literatura, la historia, la filosofía, encierran historias que nos mueven, nos aportan conocimiento y sabiduría. Las antiguas enseñanzas o formas en las que nos regimos vienen de ahí. Así que su pintura es como un tributo, un homenaje a ellas, es como disecarlas para encontrar qué es relevante aun en estos días, qué emociones siguen siendo atemporales y son universales, ya que puede pasar el tiempo y esos valores no se inmutan.
En los retratos del artista, su intención primordial es capturar la esencia de la persona que está retratada, frente a uno, entender sus virtudes, su carácter, su personalidad; qué lo mueve, capturándolo y elevándolo en su pintura, idealizándolo y colocándola como foco, su obra es un momento que capta toda su esencia. Habla de la búsqueda de humanidad en sus sujetos, en sus historias y en su narrativa.
¿Qué podemos decir del estudio Atelier Barrère Ripoll?
“El estudio inicia como una misión de traer un poco el arte clásico, el arte tradicional, que no había tanto en México, esa fue la intención, hoy en día vemos una ruptura entre las obras y el arte, que es más figurativo y técnico, el conceptual, o completamente abstracto. Hoy quiero aportar sentimientos y emociones fuertes. Algo en lo que puedas entender y sentir la historia de la humanidad”.
Thibault evoca la pasión en sus creaciones a través de sus pigmentos, en su preparación de sus telas y bastidores, exponiendo sus obras en diversas partes del mundo, ganando premios internacionales y formando parte de colecciones particulares con su sello característico.