Alexander Pérez Ramírez
Parte fundamental en la formación de la carrera de medicina incluye un año de participación en un hospital, en el que el estudiante de medicina tiene su primer acercamiento a especialidades como pediatría, ginecología, urgencias, medicina familiar, medicina interna y cirugía. Este año de formación es catalogado por muchos médicos como el mejor de su carrera, pues, incluso en un ambiente abrumador como lo podría ser un hospital en el que, durante las 24 horas del día, siempre habrá algo que hacer, la gente con la que te rodeas, tus futuros colegas, realmente te ayuda a sobrellevar la carga de trabajo enormemente, y se atesoran por siempre.
La vida de un médico interno de pregrado se resume en arriesgar poco y aprenderlo todo. Atender tu primer parto, realizar tu primera sutura, intentar tu primera intubación endotraqueal, asistir en tu primera cirugía, pasar tus primeras 36 horas seguidas en un hospital; son momentos que un médico nunca olvida, y, si es sabio, recabará todo el conocimiento posible de cada una de las experiencias que tendrá en esos 365 días que, para bien o para mal, no se repetirán.
Los pacientes difícilmente pueden distinguir entre un médico interno de pregrado, un pasante o un residente. Para ellos, somos el doctor que podrá atenderlos y brindarles salud. Nunca faltan los agradecimientos tan sinceros como los de un paciente al que ayudaste a sanar; tal vez esto se nos olvida en el contexto de las jerarquías del hospital, pues el médico interno, con su poca experiencia, es muchas veces pasado por alto por los doctores que laboran en el mismo hospital. Sin embargo, quien nunca faltará para estar orgulloso de ti y del procedimiento que acabas de hacer serán tus demás compañeros médicos internos.
“El mundo suele ser cruel con el nuevo talento, las nuevas creaciones… lo nuevo, necesita amigos.”
Médico Interno de Pregado