QUERETALIA
Gran conmoción nacional causó la previsible muerte de “El Príncipe de la Canción”, José José, un verdadero artista que supo meterse a las entrañas del público mexicano e hispanoamericano, al que ricos, clasemedieros y pobres amaban de vedad. Dueño de un extenso registro y un color de voz impresionante también tenía magia y carisma para caerle bien a todos, por ello cuando sus facultades vocales empezaron a mermar en 1982 la gente no lo olvidó y crecía su leyenda como el mejor cantante baladista de este país, el que le llegó a las masas incondicionalmente, a pesar de que “El Lujo de México”, Marco Antonio Muñiz, era el rey de la música romántica y conservó su voz impecable hasta pasados los setenta años (ahora tiene 0chenta y seis años).
José José, alias José Rómulo Ortiz, tiene parentesco vivo con la ciudad de Santiago de Querétaro, ya que su padre, don José Sosa Esquivel, era queretano de nacimiento, descendiente de notables familias queretanísimas, excelente tenor operístico al que el alcohol frustró su carrera y le deparó una muerte prematura, dejando en la orfandad a José José, a su hermano el impresionante contratenor, y a su esposa Margarita Ortiz. José José nació en el entonces Distrito federal el 19 de febrero de 1948, ¡el mismo día y año que Braulio Guerra Malo!, pero era común verlo en su infancia y adolescencia por la calle de Pino Suárez de esta ciudad de Querétaro, sobre todo en las esquinas de ésta arteria con Nicolás Campa y la de Allende, por aquello de que allí vivían sus tíos paternos y sus entrañables primos Esquivel y Sosa.
Con mucha nostalgia recuerdo cómo ahorré diez pesos en La caja de mi kínder “Rosita S. de Chanes” para comprarme en 1969 el disco de vinilo de dos canciones con el súper éxito “La Nave del Olvido”, con la gran amiga de José José, Tere Ortiz, la dueña de la excelente tienda musical “Grabaciones Selectas”, que fue quien lo trajo a la presentación de discos obligando al entonces Tránsito del estado a cerrar 16 de Septiembre entre Juárez y Allende por la muchedumbre que se arremolinaba en la calle y tienda para escuchar a José José. David Rafael Estrada Correa conserva fotos valiosísimas de esos eventos
Recuerdo también cómo a principios de los años setenta y después del éxito con “El Triste” en el segundo Festival de la Canción Latina (después OTI), donde aguantó la respiración durante dieciséis segundos para las notas casi finales, fue invitado a cantar en el tradicional baile de la Universidad Autónoma de Querétaro, que se hacía en el frío mes de febrero en el Patio Barroco del Campus Histórico en la calle 16 de Septiembre, para coronar a la reina universitaria y festejar un año más de la fundación de la U.A.Q.
Es el caso que saliendo de actuar en dicho baile, José José se seguía la parranda con sus primos y conocidos queretanos en el Cerro de las Campanas a bordo de su lujoso auto descapotable (“El Triste” lo hizo de dinero) y en medio de la borrachera con brandy Presidente y Don Pedro se quedó dormido al volante hasta que salieron los primeros rayos del sol, pero el daño ya estaba hecho: ¡perdió uno de sus poderosos pulmones por pulmonía causada por el frío invierno queretano al haber estado a la intemperie! Aún con la pérdida de un pulmón su voz seguía siendo maravillosa, pero seguía en medio del alcohol y las drogas tal vez sintiendo que su relación con Kiky Herrera Calles no era saludable: lo trataba como hijo y no como esposo, y si no me creen pregúntenle a mi Director General, Sergio Arturo Venegas Alarcón, quien los encontró en La Marquesa, en la planta alta, frente a la Fuente Neptuno, en un Festival de PECIME, y al estar actuando el eterno cantante de La Marquesa, el tenor queretano Isidro Blanco, éste invita a José José a echarse un palomazo musical (no de tequila) y el muy generosos Príncipe acerpta y canta con Isidro. Cuenta Venegas Alarcón que nomás saliendo a la puerta que da a la calle de Madero Kiky Herrera Calles le puso una zurrada a su famoso esposo por la razón de “que ya no estaba para echar palomazos con cantantes desconocidos”.
José José siguió grabando discos de calidad pero no muy comerciales -exclusivamente un hit tremendo llamado “Hasta que Vuelvas” del gran autor queretano y hereje Mario Arturo Ramos Muñoz- sólo para conocedores que lo amamos, pero resucita comercialmente cuando graba en 1977 el disco de “Gavilán o Paloma”, éxito español en voz de Pablo Abraira, mismo con quien no pegó en Latinoamérica y José José lo hizo súper éxito. En 1978 se sostuvo en la cima con los discos de “Volcán” pero sobre todo con el long play de”Lo Pasado Pasado” de Juan Gabriel, en 1979 con composiciones de Camilo Sesto y en 1980 con “Amor Amor” y después, en 1981, otro de composiciones de Napoleón y autores mexicanos hasta llegar en 1982 con el súper disco de “Preso”, donde demostraría una vez más su capacidad vocal. Cabe mencionar que en 1980 él inauguró aquellas colecciones de las disqueras denominadas “15 éxitos” y “20 éxitos”, dependiendo de la importancia y catálogo del intérprete; por supuesto que José José incluyó 20 hits, incluyendo reediciones con nueva voz de “El Triste” y “La Nave del Olvido” ya que la RCA no le prestó las versiones originales por haberse cambiado a la disquera Ariola.
Empezando febrero de 1982 llega a Querétaro al horrible y anti musical auditorio original de 1976, Josefa Ortiz de Domínguez, con la voz desafinada y la cual no alcanzaba las notas altas, sobre todo en “El Triste” y “La Nave del Olvido” y “Vamos a darnos tiempo”. Todo el concierto fue lastimero por la pobre actuación de “El Príncipe” y de la mala acústica del auditorio en cita. Conchita y yo nos sentimos robados.
Llega otra crisis de droga y alcohol y muere un poco José José, hasta que Manuel Alejandro le escribe el álbum más vendido en la carrera profesional de José José: el de 1983, “Secretos”, y “Lo Dudo” será el tema que abriera la brecha, pero todos los singles pegaron fuerte. Manuel Alejandro le hizo un traje a la medida de “El Príncipe”, ya que no tenía la voz atenorada de antes entonces le compuso baladas a media voz y con un registro de barítono. Entre 1984 y 1993 se pierde con discos no muy pegadores -pero sí atractivos para sus fieles admiradores- y el alcoholismo lo vuelve a vencer y en medio del desfalco que le hace Anel su esposa lo rescatan de la penuria económica el periodista Ricardo Rocha y Manuel Alejandro: el primero pagó de su peculio los honorarios costosísimos de la clínica de rehabilitación y el segundo le regala el disco “Grandeza Mexicana” que vio la luz en 1995.
Desde 1983 no grababa canciones completas de corrido en el estudio de grabación, lo hacía por partes en cada canción, su voz ya estaba maltrecha. En conciertos de homenajes desde 1994 ya su voz sonaba deteriorada y se atrevió todavía a grabar un cd de solista en 1995 “Bohemio” y cuatro cds en vivo acompañado de Marco Antonio Muñiz y Raúl di Blasio denominados “Bohemia”. Después se dedicó a reeditar su voz con música de trío y sinfónica de fondo, pero con grabaciones muy anteriores. Aquí se cayó del escenario en el Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez en el año de 2013.
El cáncer del páncreas se le declaró en 2017 y todavía tuvo fuerzas para aguantarlo por dos años: hay personas que duran con ese mal menos de seis meses, el gran cantante fue vencido en la madrugada de este 28 de septiembre de 2019, a sus setenta y un años de edad. Nos quedamos con su voz atenorada portentosa de 1971 y su envidiable técnica de diafragma y pulmones de atleta olímpico, y como dijera el periodista Andrés Estévez Nieto: “fue uno de los mejores entre los mejores intérpretes de todos los tiempos en Hispanoamérica”. Les vendo un puerco con duelo colectivo.