QUERETALIA
En el trazado urbano del nuevo poblado -de 1550 en adelante-, destacan la presencia del barrio de los naturales y el barrio de españoles, los cuales eran unas cuarenta familias, pero cuyo barrio primigenio fue llamado “Barrio de Santiago”. Esto significó que para los indios ordinarios se destinaron solares hacia el oriente, con trazos irregulares de las calles y manzanas, concretamente hacia El Sangremal, lo que hoy son La Cruz y San Francisquito, mientras que para los indios principales o caciques y los pocos españoles que había, entre peninsulares y algo de criollos, se les dotó de solares en calles y manzanas al poniente de San Francisco, con trazos más regulares, al estilo “ajedrezado” según el autor del mismo, Juan Sánchez de Alanís.
Ese famoso y original Barrio de Santiago –poco conocido en la actualidad, comprendería las mejores manzanas y calles de nuestro Centro Histórico, en un universo que comprendería el Sur del Río Querétaro y el poniente del convento de San Francisco, a saber: calle Juárez, desde el Río Querétaro hasta la actual avenida Constituyentes; calle Allende, desde el Río Querétaro hasta la actual avenida Zaragoza; calle Guerrero, desde el Río citado y hasta calle Pino Suárez; calle Ocampo, desde el Río hasta la calle Madero; avenida Zaragoza, desde calle Guerrero y hasta calle Río de la Loza; calle Arteaga y Reforma, desde calle Guerrero y hasta calle Río de la Loza; calle Pino Suárez e Independencia, desde calle Ocampo y hasta calle Río de la Loza; calle Madero, desde San Francisco y hasta la Calzada de Belén, hoy Ezequiel Montes; calle Andrés Balvanera, desde Ezequiel Montes y hasta Guerrero; avenida Hidalgo y Ángela Peralta, desde Ezequiel Montes y hasta Luis Pasteur; calle Morelos, desde Ezequiel Montes hasta Luis Pasteur; calle Escobedo y de 15 de Mayo, desde Ezequiel Montes y hasta calle Altamirano; ave Universidad, desde Ocampo y hasta calle Altamirano; andadero 5 de Mayo, desde Juárez y hasta calle Altamirano; calle y andadero Vergara en su totalidad Luis Pasteur, desde avenida Zaragoza y hasta El Río, lo mismo que la calle Río de la Loza; calle Ignacio Manuel Altamirano, del Río a la calle 16 de Septiembre; calle del 16 de Septiembre, de la calle Juárez y hasta calle Altamirano; por último, calle Próspero C. Vega, de 15 de Mayo a calle 16 de Septiembre.
Esto lo ilustró Eduardo Rabell Urbiola en un mapa que enseguida presentamos, demostrándose que ese Barrio de Santiago existió y perduró, hasta que la gente lo empezó a llamar “centro”, pero de una manera popular e informal, para diferenciarlo de los barrios que poco a poco se fueron asentando, aún los barrios fundacionales, de los que escribió el citado maestro Rabell con mucha atingencia:
”Apaciguados los ánimos, los naturales optaron por asentarse en la ladera sur-oriental del cerro del Sangremal. Edificaron su ermita para cobijar a San Francisco y como se estaba construyendo el Convento Grande de San Francisco de Asís, resolvieron llamarle, como ocurre con los mexicanos, siempre en chiquito, San Francisquito. ¿Acaso por cariño?
No mucho después se avecindaron españoles, los que decidieron ubicarse en la ladera sur del río, supongo que para abastecerse de agua sin necesidad de alejarse mucho, además de que seguramente por la misma razón, varios encontraron la posibilidad de contar con pozo de agua. Los habitantes de esta zona se encomendaron a Santiago apóstol y así le quedó el nombre.
Ahí se establecieron y levantaron sus viviendas, las que con el paso fueron remodelando.
Con el tiempo llegaron más colonos y se fueron aposentando por distintos rumbos, siempre respetando los lugares originales.
Se dice que esa es lo forma en que se conforma un barrio, pues van rodeando el sitio de la picota y aun cuando no ocurra de inmediato, pues se debe tener en cuenta que en esos días no ocurría todo tan rápido como ahora, sí son parte fundacional de la ciudad.
En este orden de ideas, es que casi cien años después de los acontecimientos indicados, se construyó el convento de recolección de San Buenaventura y a su derredor varias casas, las que fueron conformando el barrio de La Cruz.
Algunos años después el Sr. Alonso construyó las pequeñas celdas que darían pie al Real Colegio de Santa Rosa y fue así que hizo acto de presencia el barrio que lleva este nombre.
Finalmente, en las postrimerías del siglo dieciocho, vino a cerrar el cuadro el último asentamiento al que pudiéramos llamar fundacional y los vecinos del lugar se unieron bajo el manto de señora Santa Ana, por lo que ésa es la denominación del quinto barrio fundacional de la ciudad.
He insistido mucho en que son fundacionales, porque llamarles tradicionales, demuestra no saber qué significa el término y sí desconocimiento del indicado.”