QUERETALIA
EL QUERÉTARO MARQUESINO
El Marqués solitario y muy alejado de la gente (como cierto gobernante del cual no quiero ni acordarme) por lo alto de la columna de 8 metros de altura y que se construyó en 1812 e inauguró el 28 de marzo de dicho año (en homenaje a la Constitución de Cádiz), y con la escultura de El Marqués hasta 1843, misma que fue destruida por una bala de cañón republicano durante el Sitio de Querétaro en 1867 y que le causó serios problemas de salud a un pacífico transeúnte que pasaba por el lugar a decir del historiador don Manuel Septién, el que escribió también que la escultura original y cañoneada no era muy buena. La fuente tenía unos perros de hierro que luego fueron quitados al retirarse la alta columna. La columna sin estatua duró muchos años después del Sitio hasta que fue sustituida por la actual, obra del escultor queretano Diego Almaraz Guillén, con perros de cantera que restituyó el arquitecto Toño Calzada cuando fue alcalde y que es el símbolo de este periódico auténticamente queretano que es “Plaza de Armas”. Se puede ver en la gráfica una plaza de Armas, plaza de la Independencia, plaza Mayor o plaza de Arriba con unas cuantas banquitas, árboles muy pequeños en jardineras y la bella fachada de dos arcadas y portales de la casa Jáuregui hoy convertida en la sede del Poder legislativo del Estado y tapiado el portal superior y destruido el torreón y mirador de la esquina de las hoy calles de Pasteur y 5 de Mayo. La esbelta y alta columna entiendo que es la que hoy ocupa la estatua de Cristóbal Colón que estuvo en un principio en el lado poniente de la Alameda, en la calzada que lleva su nombre, desde septiembre de 1894, según se puede leer en un borroso letrero de cantera que está en la base de la columna, por instrucciones del gobernador Francisco González de Cosío. En la foto de abajo se puede observar al monumento colombino sin las demás columnas que hoy existen y a un tranvía. Qué bonito y arbolado lugar era ese en comparación a como está ahora con el feo centro cultural Gómez Morín y las funerarias. Y no es porque se llame Manuel Gómez Morín –sabio mexicano al que reconozco- sino porque de verdad el entorno está muy jodido. Así se llamara Colosio, Reyes Heroles, Moya Palencia, Octavio Paz, Carlos Fuentes o cuando el tianguis improvisado ahí se llamó Braulio Guerra Malo, yo sostendría que el lugar perdió fisonomía desde hace mucho pero mucho tiempo, quizás desde la época de la Central Camionera.
Cuando la clínica del ISSSTE estaba situada en la esquina arriba citada íbamos a consolar a los escuincles inyectados y enfermos a la lonchería que estuvo por muchos años dando servicio en la planta baja de la casa de don Timoteo Fernández de Jáuregui, el mismo que fue seguidor de Maximiliano, suegro del juarista queretano Bernabé Loyola y dueño de las haciendas de Juriquilla, La Solana y El Fortín (construida en las alturas de la pirámide de El Pueblito en el centro ceremonial El Cerrito), además de haberse casado tres veces siendo hermanas entre sí sus cónyuges (una a una cada vez que enviudaba, no como el Lic. Luis Juárez Ramírez al que se le olvidaba divorciarse para volverse a casar)
La gráfica corresponde, según don Manuel Septién y Septién, a una buena estatua de El Marqués de la Villa del Villar del Águila muy cercano a la gente, con su columna chaparrita y accesible. El lugar donde está esta fuente del querido Juan Antonio de Urrutia y Arana es la plataforma central de la alameda Hidalgo, misma que ahora – y desde el 16 de septiembre de 1897- sirve como base a la estatua de Miguel Hidalgo y Costilla. La escultura del marqués era de bronce y se ignora su paradero, al igual que el de la fuente y el de la columna.
LA CASA DE LOS PERROS
La mal llamada Casa de los Perros, de 1723, conocida así por las figuras que rodean su fuente interior y las gárgolas que desaguan sus techos. También es conocida como la casa de la madre Salvadora y fue habitación en el siglo XVIII del arquitecto Ignacio Mariano de Las Casas mientras construía sus geniales obras en la ciudad. Desde hace casi cien años es jardín de niños, llamado “Rosita S. de Chanes” de donde ya egresaron tres niños que se convirtieron en gobernadores llegados a la edad adulta: Mariano Palacios Alcocer, Enrique Burgos García e Ignacio Loyola Vera.