La trilogía conformada por Andor (temporadas 1 y 2) y Rogue One no solo enriquece la saga original de Star Wars, sino que demuestra que la franquicia aún es un terreno fértil para contar grandes historias. No cabe duda de que cualquier verdadero fan de la saga disfrutará de este relato, que por fin aborda con profundidad el nacimiento de la rebelión y todos los matices que conlleva un movimiento de esta magnitud.
Andor no es para todos, y hay que decirlo. Aquí se deja de lado la fantasía y los duelos con sables de luz para dar paso al capítulo más político del universo Star Wars. Mientras algunos pueden extrañar la clásica dicotomía entre el lado luminoso y el oscuro de la Fuerza, otros agradecerán explorar el trasfondo del conflicto entre el Imperio y la Alianza Rebelde: la verdadera bisagra de toda la saga. La serie ofrece una mirada amplia a los distintos actores de una revolución, desde los soldados anónimos hasta las élites que mueven los hilos. Hay “buenos” sin escrúpulos y “malos” que dudan de su causa; un enfoque mucho más gris y humano que, finalmente, expande el universo de forma significativa.
En cuanto a Diego Luna, merece un apartado especial. Su interpretación da vida a un protagonista complejo, cuyas múltiples capas se revelan gradualmente a través de ciclos narrativos organizados en grupos de tres episodios (para un total de 14). Cada bloque cubre aproximadamente un año en la historia de Cassian Andor, quien evoluciona de ser una pieza más en la maquinaria de la rebelión a convertirse en una de sus figuras clave. Su viaje está lleno de altibajos, forjado por las circunstancias, sus convicciones y las personas que lo rodean.
La verdad es que estamos ante lo mejor que le ha pasado a Star Wars desde que Disney adquirió la franquicia. Con todo respeto a The Mandalorian —serie que me encanta—, pero no se puede negar que gran parte de su éxito se debe al carisma de Pedro Pascal y, por supuesto, a Grogu. Andor, en cambio, no depende de nombres reconocidos, criaturas entrañables ni del “lore” Skywalker para brillar. Su fuerza reside en las pequeñas historias que, juntas, construyen una narrativa sólida y poderosa. Prueba de ello es, en mi opinión, el mejor episodio de la segunda temporada: el octavo, Who Are You?, donde estalla un conflicto en un planeta ocupado por el Imperio. Más de uno podría trazar paralelismos con movimientos históricos como la Revolución Francesa.
Andor debe convertirse en la brújula creativa de Star Wars. Ha demostrado que es posible contar buenas historias sin recurrir a fórmulas gastadas —como la fallida The Acolyte—. El futuro es prometedor, y por ahora, solo queda esperar la segunda temporada de Ahsoka y el estreno de la próxima película, Star Wars: Starfighter, protagonizada por Ryan Gosling.







