Al revisar la “encuesta de encuestas” que publica Oraculus, sobre la aprobación de López Obrador, es posible leer que, para agosto del 2024 la aprobación al mandatario fue de 73%. Su posición es la más alta frente a Zedillo (67%), Fox (63%), Calderón (61%) y Peña Nieto (23%). Según dichos estudios, las percepciones en torno al “beneplácito” de la sociedad mexicana sobre quien el día de hoy deja la silla presidencial, son bastante altas.
A escasas horas de que Claudia Sheinbaum asuma el poder, dos hechos relacionados con el estado de Guerrero, han ocupado los principales medios de comunicación. Por un lado, la inundación provocada por el Huracán John y por otro, la triste conmemoración por los diez años que han transcurrido, desde que 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa fueron desaparecidos. Ambos asuntos, emergen como símbolos representativos de lo que fue el gobierno que hoy termina.
Como si existiera una especie de “vórtice energético” en torno a Guerrero, los nombres de Acapulco e Iguala encarnan la verdadera estafeta que el expresidente entrega a su sucesora. El tipo de liderazgo que le caracterizó, de los resultados que tuvo, de sus prioridades en políticas y manejo de las finanzas públicas, así como de la forma en que procuró justicia para resolver la violencia imperante en el país, se manifestaron de la forma más cruda desde ese agreste sur del país.
La terrible inundación de la semana pasada en la costa del pacífico, nos muestra lo poco que se hizo, ante los estragos ocasionados por el Huracán Otis. Nos trae a la memoria que apenas pasados 14 días de una devastación sin precedentes en el puerto, el Diario Oficial de la Federación publicó “el fin de la declaratoria de emergencia”. Con esto, dio la impresión de estar más preocupado por el proceso electoral, de dar un “carpetazo” al tema, para evitar la distracción nacional y circunscribir la atención estructural que requerían cientos de miles de afectados, a meras dádivas monetarias.
Un año después, el esqueleto de los edificios que dejó Otis a su paso, luce inundado por doquier. Nos refresca aquella imagen de un presidente atascado en el lodo, montado en un jeep rodeado de militares. Del mandatario que jamás pisó el lugar de los hechos ni se acercó a los damnificados, bajo la excusa de “cuidar su investidura”; así lo hizo en Chalco, Tabasco y otros lugares. Revive la desaparición del FONDEN para destinar recursos a megaproyectos inservibles. Evoca la forma en que se administraron las finanzas nacionales, para heredar un déficit del 6% del PIB, el más alto en la historia reciente del país.
A la par, como si fuera una macabra coincidencia, el incumplimiento de la promesa de resolver el caso de la desaparición de los 43 normalistas, evoca aquellas marchas en las que AMLO se montó como candidato presidencial. ¿Será que Ayotzinapa es origen y destino del juicio histórico que le depara?
Tras expulsar al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), las contradicciones y nudos se recrudecieron. Al final, el caso Ayotzinapa -el episodio histórico, más ejemplificativo de la forma en que el amafiamiento entre criminales y políticos asesina a la gente- conmemoró diez años de impunidad, en un escenario legislativo en el que la Guardia Nacional se adscribió al Ejército y el Poder Judicial perdió su autonomía.
Así, con más de 100 mil desaparecidos en México al final del sexenio, desde Iguala se proyectan nuevamente, las preocupaciones por la estrategia de “abrazos, no balazos”, por el saludo a la madre del “Chapo”, por la liberación de Ovidio, e incluso, ante la lúgubre frase escrita en una camioneta abandonada: “Bienvenidos a Culiacán”.
Desde la tercera entidad más pobre del país, considero que estos dos episodios, constituyen símbolos puntuales de la forma en que AMLO ejerció el poder en México. Espero que su revisión, nos ayude a entender que la popularidad no es suficiente para construir una #NuevaRepública.
Para finalizar, sirvan estas líneas, para reclamar que, pese a ser uno de los estados que más lo apoyó a lo largo de su carrera política, Guerrero fue la única entidad del sur del país, en la que López Obrador no impulsó ningún proyecto significativo. Esperemos que Claudia Sheinbaum, de la mano de la #SociedadHorizontal, si lo haga.