Teresa García Gasca
De acuerdo con el informe de la FAO “El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2023”, aproximadamente 735 millones de personas padecen hambre en el planeta. Esto representa un aumento en comparación con los últimos años, debido a factores como la pandemia, los conflictos, la inestabilidad económica y el cambio climático. Se estima que 2.4 mil millones de personas en todo el mundo experimentan algún nivel de inseguridad alimentaria moderada o grave, lo que significa que carecen de acceso constante a alimentos nutritivos.
Desafortunadamente, cerca de 148 millones de niños menores de cinco años sufren retraso en el crecimiento debido a la desnutrición crónica, y aproximadamente 45 millones padecen inanición aguda. Las regiones más afectadas son África subsahariana, Asia meridional y partes de América Latina, donde los niveles de inseguridad alimentaria son particularmente elevados.
Paradójicamente, la agricultura global produce actualmente suficiente comida para alimentar a aproximadamente 10 mil millones de personas, una cifra que excede la población mundial actual de alrededor de 8 mil millones. Sin embargo, gran parte de los alimentos producidos se pierde o se desperdicia: aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos para consumo humano, lo que equivale a 1,300 millones de toneladas al año. La distribución desigual se debe, en gran parte, a la pobreza, la falta de infraestructura o los conflictos.
Adicionalmente, la producción agrícola es uno de los mayores consumidores de recursos naturales. Por ejemplo, el 70% del agua dulce extraída a nivel mundial se utiliza en la agricultura, lo que plantea desafíos en términos de sostenibilidad. Más aún, la producción de alimentos contribuye significativamente a la emisión de gases de efecto invernadero, y es una de las principales causas de la deforestación, pérdida de biodiversidad y degradación del suelo.
La ganadería tiene un impacto ambiental significativo a nivel global, ya que es una de las principales fuentes de emisiones de GEI, contribuyendo de manera significativa al calentamiento global. Además, se requieren grandes cantidades de agua para la producción de alimentos para el ganado, y para el consumo directo de los animales. La huella hídrica para producir un kilogramo de carne de res es de 15 mil litros.
No menos importante el hecho de que la ganadería contamina fuentes de agua debido a la escorrentía de fertilizantes, pesticidas y desechos animales; es una de las principales causas de deforestación; afecta hábitats y biodiversidad y el pastoreo excesivo de ganado conduce a la compactación del suelo, la erosión y la pérdida de fertilidad del suelo.
Ante estos grandes retos, desde 1979 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) conmemora cada 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación, con el propósito de concienciar a la población sobre el problema del hambre en el mundo y la necesidad de garantizar sistemas alimentarios sostenibles.
El lema 2024, “Derecho a los alimentos para una vida mejor y un futuro mejor” subraya la importancia de garantizar el acceso a alimentos diversos, nutritivos, seguros, y asequibles para todos, resaltando el derecho a una alimentación adecuada como un derecho humano fundamental.