De un tiempo para esta fecha septiembre es el mes telúrico.
Los sismos de los días 19, en 1985, en 2017 y en 2019, así como algunos movimientos sociales tan trepidantes como los movimientos telúricos (Iguala, por ejemplo), nos hacen pensar en la agitación ahora apenas perceptible como un posible primer síntoma de algo fuerte por venir.
Los incipientes desórdenes estudiantiles en el Instituto Politécnico Nacional y en la Universidad Nacional Autónoma de México pueden ser considerados preludio de movimientos mayores o actividades normales en los politizados ambientes de la educación superior, especialmente en la UNAM donde los vientos de la sucesión en la rectoría pueden ser parte de una ebullición cíclica, o síntomas de descontrol en una comunidad indefensa ante la agitación profesional como hemos visto desde hace tantos años.
Hoy, sin embargo, en la UNAM hay un factor novedoso y peligroso: la animadversión presidencial hacia una institución a la cual culpa de pecados graves, el peor de ellos, su “hamburguesamiento”.
Esta acusación contra toda la Universidad –no sólo contra las “derechistas” reales o imaginarios–, tiene una forma de gobierno cuya raíz escapa a los controles formales del régimen. Para un neo sistema transformador y totalizador, tener esa enorme institución, de sensible peso político, resulta imposible. O al menos, inconveniente.
Para alguien cuya voracidad por el poder es tan evidente, dejar a la UNAM fuera del control totalizador, resultaría una inverosímil excepción.
Por eso aquella censura repetida hace ya meses durante varios días, nos advierte algo muy simple cuyas crestas estaríamos, quizá viendo ahora.
El régimen querría y podría, si fuera el caso, modificar la Junta de Gobierno. Y así como ha metido las manos en instituciones tradicionalmente ajenas al comportamiento y conformación afines al programa presidencial –el mejor ejemplo es la Suprema Corte cuyos ministros son acusados de rehusarse a ser cortesanos del Palacio–, muchos operadores podrían descarrilar la normalidad Universitarias en la sucesión.
El rector Graue, cuyas palabras casi siempre son acalladas con ataques de embozados en incursiones incendiarias contra la Rectoría; termina su periodo en noviembre de 2023. Un semestre después serán las elecciones presidenciales.
Noticias como esta, se van a seguir registrando en los días por venir:
“(2 septiembre). – Un grupo de personas con el rostro encapuchado (Apro), tomó el plantel de la Escuela Nacional Preparatoria Número 5 “José Vasconcelos” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y prohibió el acceso a los alumnos y trabajadores.
El pretexto para tomar instalaciones universitarias no podía ser más absurdo: conmemorar cuando con idénticos embozos, hace años, un grupo violento, golpeó estudiantes en la CU.
La UNAM dijo:
“…grupos reducidos de personas con el rostro cubierto han intentado afectar el curso normal de las actividades académicas en algunas escuelas y facultades de la Universidad”.
“La UNAM sostuvo que “reprueba cualquier acto que atente contra el desarrollo normal de las clases y, más aún, las que ponen en riesgo la seguridad de los y las integrantes de su comunidad”.
Y en el IPN las cosas tampoco corren sobre rieles:
“Cuatro de las 32 escuelas del Instituto Politécnico Nacional (IPN) se encuentran en paro total indefinido, informó la institución en una tarjeta informativa (Expansión).
“Las escuelas que se encuentran en paro son:
“Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería Guanajuato (UPIIG)
“Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas (UPIICSA)
“Unidad Profesional Interdisciplinaria de Biotecnología (UPIBI)
Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB)
“El IPN informó que autoridades se han reunido con estudiantes e integrantes de la comunidad en paro de labores para atender sus demandas.
“Esta casa de estudios reitera que mantiene abierto el diálogo con las comunidades de las cuatro unidades académicas para atender sus planteamientos y propiciar el regreso a las actividades a la brevedad posible.”