En esta segunda parte, la discusión se centra en el compromiso de México conforme al Acuerdo de Paris suscrito, de reducir el 22% de la generación de gases de efecto invernadero para el 2030 y que aunado a lo anterior, se encuentra la meta de acuerdo a la Ley General de Cambio Climático y su respectivo Programa de tener el 35% de energía limpia en la generación de electricidad para el 2024, de lo cual, no se escapa el Estado de Querétaro, en el que urge la reducción de emisiones de CO2, que se encuentran en términos per cápita al doble de la media nacional. Lo que sin duda alguna exige un programa de transición energética y de cara a sostenimiento de la competitividad y la democracia energética.
El efecto de la llamada “Burbuja de Carbono” que consiste, cuando existe una gran diferencia entre cómo los mercados creen que sus activos deben ser valuados y lo que realmente valen o valdrían. A esa diferencia entre valuaciones y riqueza de las empresas de combustibles fósiles, que dañan al clima y los activos físico vulnerables es justo la Burbuja de Carbono. El riesgo es cuando estalle la Burbuja. Esto tiene que ver con que las más grandes compañías petroleras están sobrevaluando sus activos bajo la premisa de que el negocio seguirá igual. Pero lo que se vislumbra es que en 20 años la demanda por petróleo llegue a su máximo. Entonces la fragilidad de la Burbuja de Carbono estallara cuando las ganancias dejen de verse como confiables. Una estrategia de corto plazo no toma en cuenta el futuro y es aquí donde se inserta justamente la necesidad de iniciar con una diversificación de la matriz energética y abonar con inversiones la transición a otras fuentes de energía. México es un país con reservas petroleras y eso significa que tenemos ventajas, pero no todo depende del petróleo, también México cuenta con ventajas comparativas en cuanto a irradiación solar se refiere, el viento, el agua, y la geotermia entre otras. Entonces porque seguir apostando solamente a los combustibles fósiles, si tenemos otras fuentes de energía limpia. La soberanía energética no es sinónimo de petróleo, pues a pesar de tenerlo importamos gasolina, por ello, la soberanía energética es la capacidad de generar energía a partir de tus fuentes propias.
Querétaro en el inicio de su desarrollo industrial tuvo una soberanía energética basada en el agua, que posteriormente la perdió, y la pregunta es cómo se sostendrá el crecimiento industrial, cuando cada año se demanda más energía, sino tienes asegurado tus propias fuentes de generación. De acuerdo con el Atlas Nacional de Energía, Querétaro tiene una posición geográfica estratégica para generar energía a partir de la fuente solar, pero además cuenta con recursos geotérmicos que no han sido explorados aún.
Se trata entonces de promover las inversiones en el sector energético, se trata también de establecer mecanismos de regulación para que las industrias al menos garanticen un 10% de uso de energías limpias, se trata de llevar a cabo políticas públicas para aprovechar los residuos en la generación de energías, se trata de que cada nuevo fraccionamiento cuente con fuentes de energía solar, se trata de que a los más pobres se les brinde el Bono Solar para que cuenten con energía limpia, en fin se trata de una variedad de mecanismos e instrumentos para instrumentar la transición energética.
Así el libro que se presentará discurre en su parte final, no sin antes evidenciar el potencial de fuentes limpias de energía en el estado, sobre una serie de recomendaciones a implementar.